La creación de la Guardia Civil en Jayena se enmarca en un contexto histórico significativo, donde la seguridad pública y el orden social eran cuestiones cruciales en el entorno rural, así como en todo el país.
En la España de finales del siglo XIX, las tensiones políticas y las luchas sociales, alimentadas por el descontento popular y la inestabilidad gubernamental, exigían una respuesta contundente por parte del Estado. Así, la Guardia Civil, institución fundada en 1844 con el objetivo de mantener el orden; en el ámbito rural, se convirtió en un instrumento clave para la regulación de la vida social en las localidades más vulnerables.
El 21 de septiembre de 1898 marca un momento decisivo en la historia de Jayena, con la formalización de la cesión de parte de las dependencias de la Casa Grande, propiedad del Marquesado de Campotéjar, para establecer en ella una Casa Cuartel pera la Benemérita. Este acuerdo, firmado entre el teniente coronel José García Rojo, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Granada, y José Soria García, representante de la marquesa María Teresa Pallavicini, encarna el esfuerzo conjunto de las autoridades locales y la nobleza local, (no hemos de olvidar que Jayena era un lugar de señorío, propiedad del marquesado de Campotéjar) para garantizar la seguridad y el control sobre la población.
La Casa Grande, un edificio emblemático para los jayeneros, adquirió un papel aún más fundamental en la vida de la comunidad jayenera y los municipios cercanos. Con la instalación de la Guardia Civil en sus dependencias, se convirtió en un bastión de la autoridad estatal y local, albergando a los agentes encargados de mantener el orden en una época marcada por conflictos sociales y políticos.
Este acuerdo no solo representa un compromiso institucional, sino que también ilustra la colaboración entre los poderes civiles y militares en Jayena. La Guardia Civil, creada para garantizar la seguridad en el ámbito rural, fortaleció su presencia en la comarca alhameña a partir de esta cesión, consolidando su papel como garante del orden público y la estabilidad.
Al ser el centro de operaciones de la Guardia Civil, la Casa Grande asumió un rol central en la vida cotidiana de los jayeneros. La colaboración entre el marquesado y las autoridades militares no solo respondía a una necesidad concreta y realista, sino que también transformaba la dinámica de poder local, estableciendo un nuevo modelo de cooperación que perduraría en el tiempo.
La presencia de la Guardia Civil en Jayena impactó profundamente en la vida cotidiana de sus habitantes. Su función no se limitaba a la represión del delito, sino que también abarcaba tareas de mediación y resolución de conflictos en una sociedad rural donde las tensiones podían escalar rápidamente. La figura del guardia civil, a menudo vista como un representante de la ley y el orden, se convirtió en un referente, no siempre bien valorado, en una población afectada por la pobreza y la miseria. En muchas ocasiones, los guardias actuaban como valedores del poder civil local, que no dudaba en utilizar su influencia para beneficio propio, creando así un vínculo complejo entre regidores, dirigentes locales y la población.
La primera casa cuartel
La primera casa cuartel de la Guardia Civil en Jayena se ubicó en los números 10 y 12 de la calle San José, cerca de la actual Plaza de la Constitución, centro de la vida del pueblo en aquella época. El edificio contaba con tres plantas que incluían dependencias para el alojamiento de los guardias civiles y sus familias. Disponía de cinco habitaciones para los guardias casados, una sala de armas para un guardia soltero, tres cocinas, dos chimeneas, y otras áreas adicionales.
En varias ocasiones la Guardia Civil fue testigo de diversos cambios en la propiedad de la Casa Grande, que fue adquirida por la sociedad Garrido, Romero, Rojas y Compañía en 1918, y posteriormente vendida por esta. A pesar de los cambios de propietarios, el cuartel siguió operando en el mismo edificio, ya que las instalaciones de la Casa Grande continuaron albergando a la Guardia Civil hasta 1951-52, cuando se construyó una nueva Casa Cuartel.
La nueva Casa Cuartel (1951)
La construcción de la nueva Casa Cuartel, ubicada en la actual Avenida Mediterráneo (anteriormente Avenida del Generalísimo), fue llevada a cabo por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones. Diseñada por el arquitecto granadino Francisco Robles Giménez, esta nueva sede contaba con siete viviendas (pabellones) para el comandante de Puesto y los guardias, además de amplias instalaciones. La superficie total era de 895,6 metros cuadrados, con un coste de construcción de 657.639,08 pesetas. La superficie construida era de 511,66 metros cuadrados en la planta baja y 383,94 metros cuadrados en la primera planta, sumando un total de 895,6 metros cuadrados. El coste de construcción fue de 734,30 pesetas por metro cuadrado, con un coste total de 657.639,08 pesetas de 1951.
Cabe señalar que la Dirección General de Regiones Devastadas empleó a más de 400.000 presos políticos en trabajos forzados, también conocidos como "trabajos esclavos". En Jayena, este organismo no solo construyó la Casa Cuartel, sino que también levantó el Grupo Escolar, las casas de los maestros (hoy desaparecidas) y llevó a cabo la reconstrucción de la iglesia parroquial.
En abril de 1956, solo cinco años después de su inauguración, se solicitó una reforma significativa de la Casa Cuartel, con un coste de 313.732,13 pesetas. Este edificio, con modificaciones menores a lo largo del tiempo, sigue siendo la sede de la Guardia Civil en la localidad hasta el día de hoy.
El acuartelamiento de la Guardia Civil en Jayena cuenta, en sus 126 años de historia, con un fallecido en acto de servicio, según consta en la publicación, Libro de Honor Fallecidos de la Guardia Civil en Acto de Servicio desde su Fundación, en 1844, de Miguel López Corral y Rafael Hernández Alonso. En esta obra se recoge el fallecimiento del guardia de segunda Ignacio Rubiño Moreno, ocurrido el 16 de agosto de 1936, a causa de las heridas sufridas el 23 de julio durante el asedio al cuartel.
Al respecto, en el libro “Rojo y Azul en Granada” de Ángel Gollonet, publicado en 1937, se menciona lo siguiente sobre Jayena: "Al conocerse el día 24 de julio la iniciación del movimiento salvador, el sargento de la Guardia Civil comandante del puesto declaró el estado de guerra y redujo a los pequeños grupos de agitadores de la localidad, así como a algunos que llegaron de pueblos vecinos que aún estaban en poder de los marxistas. El pueblo quedó en absoluta normalidad, pero aislado completamente de Granada y de otras localidades".
José Gutiérrez Jiménez, en su libro Jayena: Ayer y Hoy de su Historia, publicado recientemente, ofrece más detalles sobre este incidente. Según él, "El 25 de julio se intentó asaltar el ayuntamiento y el cuartel de la Guardia Civil por parte de los republicanos del pueblo, resultando gravemente herido el guardia civil Ignacio Rubiño Moreno. El guardia civil Ignacio Rubiño Moreno, el día 25 de julio a las 14 horas, cuando se encontraba en la azotea del cuartel protegiendo la entrada de las demás fuerzas que iban a declarar el estado de guerra, cayó herido y fue trasladado al hospital de Granada, donde murió días después". En los expedientes abiertos sobre algunos de los encausados por este suceso se aclara: "Se creyó que el guardia civil Rubiño se hirió a sí mismo al dispararse accidentalmente su mosquetón, y no fue herido por elementos rojos, principalmente porque la bala era de fusil, arma que aún no poseían los rojos”.
La Guardia civil de Jayena en la sublevación militar de 1936 (Guerra civil española)
El 21 de julio de 1936 penetran por la carretera de Málaga-Ventas de Zafarraya varios cientos de milicianos, la mayoría de la FAI de Málaga. Se trataba de un aglutinado de grupos voluntarios armados; estos grupos van a efectuar enfrentamientos hasta finales de mes por toda la comarca alhameña, hasta alcanzar el control final de las poblaciones de Arenas del Rey, Játar, Escúzar y Ventas de Huelma. En la amplia comarca alhameña sólo resistirán a las huestes izquierdistas los guardias civiles de Jayena, junto a los de Pinar de Alhama, que se habían refugiado en el cuartel de Jayena. En Jayena el sargento de la Guardia Civil comandante del puesto declaró el estado de guerra el día 24 de julio. Pero el 7 de agosto deben de renunciar a sus posiciones, y replegarse junto a seguidores de los sublevados sobre Padúl y Granada, las columnas de la FAI eliminan la resistencia en la villa asesinando a algunos de sus defensores.
“Al conocerse el día 24 de Julio la iniciación del movimiento salvador, el sargento de la Guardia Civil comandante del puesto declaró el estado de guerra y redujo los pequeños grupos de agitadores de la localidad, así como algunos que llegaron de pueblos vecinos que aún estaban en poder de los marxistas. El pueblo quedó en absoluta normalidad, pero aislado completamente de Granada y de otras localidades.
Durante catorce días la normalidad o se perturbó lo más mínimo. El día 6 de agosto el aspecto del pueblo cambió de un modo radical. En las inmediaciones apareció una horda salvaje de individuos de la F.A.I. de Málaga, que se dedicó a asaltar y arrasar todos los cortijos que encontraban a su paso, entre ellos los de las Villas, Ochíchar, Los Frailes, La Torrecilla, etc. Terminada su obra devastadora, atacaron el pueblo de Jayena, único de aquellas inmediaciones que se había sumado al movimiento nacional.
Ante la inmensa superioridad numérica de los atacantes, el sargento de la Guardia Civil, nueve guardias, el falangista don Antonio Rodríguez Romera y el requeté don Antonio Montávez, en unión de cuarenta mujeres y niños, se encerraron en el cuartel de la Benemérita y en la Casa Grande, propiedad de los herederos de don Fermín Garrido, y allí se hicieron fuertes contra las turbas rojas.
Durante más de treinta horas los rojos no cesaron ni un momento de disparar sobre las casas en que estaban los elementos de orden. Esfuerzo inútil. El corazón esforzado de los defensores no desmayó ni un momento. Y bastantes de los milicianos rojos besaron el suelo abatido por certeros disparos de los que con tanto denuedo se defendían. El fuego de los sitiados impedía, más que por su importancia material, por el pánico que sembraba en las filas rojas, que las huestes del marxismo se atrevieron a dar el asalto definitivo. Ante la falta de valor, los rojos recurrieron a la traición. E incendiaron los edificios colindantes con las casas sitiadas para que el fuego se propagara a éstas y perecieran abrasados sus defensores. fragmento del libro titulado “Rojo y azul en Granada”. de Ángel Gollonet publicado en 1.937
José Cuesta Monereo coronel E.M. del ejército, en la revista Ilustrada de las Armas y Servicios número 18, en un artículo publicado en julio de 1941, bajo el título, “En los campos de Granada”, relata como los guardias civiles del puesto del Pinar de Alhama, se unieron en el alzamiento a los guardias civiles del puesto de Jayena. Así lo relata: Todavía, y no obstante hallarse aislados, resisten Jayena y Pinar de Alhama, cuya suerte corren juntos en Jayena. La presencia de una columna roja de la F, A. I. de Málaga, de 200 hombres, les obligó a refugiarse en el cuartel con algunos paisanos, siendo asesinados 12 de éstos que no lo hicieron y marchando el resto a la sierra. La guarnición no acepta la rendición propuesta por la F.AI. y mantiene la lucha unas veinticuatro horas, hasta las once de la mañana del día 7. En esta hora, prendido fuego por el asaltante a las casas vecinas, viendo que se propagaba a la casa-cuartel y agotadas las municiones, aprovechan una pausa del combate y logran salir del edificio con todas las mujeres, niños y heridos, replegándose sobre Padul y Granada; a donde llegaron el día 9 de agosto.
Al respecto José Gutiérrez Jiménez en su libro Jayena ayer y hoy de su historia escribe: “En los últimos días de Julio y primeros de Agosto del 36 se acaban haciendo fuertes los golpistas, durante la madrugada del día 6 al 7 de agosto, vecinos partidarios a la república intentan asaltar el cuartel de la Guardia Civil, esta vez con éxito, entrando en el cuartel los republicanos y ocupándolo, en esa madrugada de Agosto esos guardias civiles y sus familiares junto a falangistas de Fornes, Arenas del Rey y Jayena, que se encontraban dentro del cuartel (aproximadamente unos 40 o 50) salen por una ventana de un oratorio que tenían los nobles que se comunicaba con la iglesia del pueblo, siendo ayudados a salir por la ventana por Salvador Jiménez Cortés, poniendo una escalera de madera y sacándolos por un corral de su propiedad colindante con la sacristía de la iglesia, evaluándolos por el callejón del Duque hacia la vega y dirigiéndose todos hacia Padúl territorio en manos de los sublevados.
En la posguerra, la lucha contra el maquis
Una columna, al mando del comandante Juan Banqueri y formada por 6 compañías de infantería, 1 escuadrón de caballería y 1 batería ligera, reconocería Agrón, Arenas del Rey, Jayena, Fornes y Játar, dejando en cada uno de ellos pequeños pelotones de guarniciones. Cooperaría con esta columna la del capitán Fernández Sánchez, que limpiaría los cortijos de la zona, mientras que desde Padul se llevaría a cabo otro reconocimiento ofensivo hacia la Venta del Fraile y desde Albuñuelas un servicio especial de reconocimiento y protección en dirección a Jayena, donde debía establecerse una pequeña guarnición. En la noche del 24, con condiciones meteorológicas adversas, en medio de un temporal bastante virulento, la caballería rebelde se apoderó de Agrón, después de vencer alguna resistencia. El 25 de enero de 1937, y con escasa oposición, se tomó Fornes y Jayena.
Finalizada la Guerra Civil y en tiempos de posguerra, tanto Jayena como muchos de los pueblos de la Comarca de Alhama vivieron años de represión, hambre y miseria. La tragedia se intensificó con la presencia de grupos de maquis, destacando especialmente la agrupación Roberto, que llevó el sufrimiento a muchos hogares y familias, agudizando el ya profundo daño de la posguerra.
Manuel Prieto López, teniente del cuartel de Jayena, recuerda en una entrevista de 1984 cómo la Guardia Civil ejercía un control férreo sobre los cortijos de la zona para evitar que los maquis, a quienes la Guardia Civil denominaba "bandoleros", pudieran utilizar las viviendas como refugio. Esta estrategia, sumada a la eficacia de las contrapartidas y a las tácticas del teniente coronel Eulogio Limia, que fomentaba el colaboracionismo, que se traducía con frecuencia en actos de traición, finalmente condujo a la eliminación de la guerrilla.
En palabras del teniente: “Teníamos las llaves de todos los cortijos de nuestra demarcación; era la única forma de controlar la zona y evitar que los bandoleros encontraran refugio”.
«Entonces, en los cuarteles (recuerda lo que te decía de la fuerza que uno tenía, que hacía lo que le daba la gana), teníamos las llaves de todos los cortijos, y como eran antiguas, de unos 15 o 20 centímetros, las teníamos en las paredes: en una pared, tenía todo el cuartel las llaves de los cortijos de su demarcación; el que menos, tenía mil llaves. Es curioso, porque entras en un cuartel... ya algunos estarán derrumbados; en aquel entonces estaba todo lleno de cortijos pequeñitos, que aprovechaban al lado para extender la uva. Teníamos esto por dos razones: una para que no pudiesen entrar los bandoleros sin saberlo nosotros, pues tendrían que romper la puerta; otra, porque a veces nos metíamos y esperábamos un día, o dos, o tres (...). Siendo yo teniente de Jayena, tenía tal autoridad que era amo y señor, y lo que yo hacía iba a misa; así, uno de los procedimientos por el que se suministraban los bandoleros, eran los que salían a resinar, los resineros. Allí está la Unión Resinera, en Jayena y en el Pinar de Alhama (...) De esa resina, que recogen en una taza, sale el aguarrás, la colofonia, etc.
Creo que se empezaba a resinar por marzo. Pues yo prohibí que se resinase, y aquel año no se resinó». (Entrevista con Manuel Prieto López. Rincón de la Victoria (Málaga), 9-8-84.)
A lo largo de sus 126 años de historia, la Guardia Civil ha sido un pilar fundamental en la vida de Jayena, adaptándose a los cambios sociales y políticos que ha vivido España. Aunque hoy en día los guardias civiles no residen en las dependencias de la Casa Cuartel, siguen desempeñando su servicio en la localidad. La importancia de su presencia en el ámbito rural es incuestionable, contribuyendo a la seguridad y al orden en Jayena.
Transcripción del acuerdo de cesión Dependencias Casa Grande de 21 septiembre de 1898
El Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación del reino, y en su representación Don José García Rojo, Teniente coronel primer jefe de la Comandancia de La Guardia Civil, de la provincia de Granada, y Don José Soria García vecino de Jayena en representación de la buena Marquesa de Campotejar Doña Teresa Pallavicini en la misma provincia han convenido en dar el segundo una casa de su propiedad compuesta de tres pisos sita en calle San José números 10 y 12 de dicha población. Para que la ocupen sin tiempo determinado la fuerza de aquel Instituto, sin arrendamiento alguno, cuya casa reúne las condiciones siguientes:
1º Contiene cinco habitaciones para individuos casados con tres departamentos cada una.
2º Tiene una sala de armas para un soltero.
3º Tiene tres cocinas y dos chimeneas con independencias
4º Tiene dos lugares excusados.
La cesión del expresado edificio queda pactada entre ambos contrayentes bajo las siguientes condiciones:
1º El dueño de la casa queda obligado a practicar en ella todas las obras que sean necesarias por efecto de su uso natural, y a reparar cuantos desperfectos ocasionen los temporales, así como verificar un blanqueo general todos los años en el mes de mayo, y verificará también la limpieza de los pozos negros siempre que las necesidades lo exijan.
2º las obras que haya necesidad de practicar por deterioro o maltrato de la finca serán pagadas previamente, por sus moradores
3º Cuando el propietario exija el resarcimiento de este contrato lo avisará con dos meses de anticipación al jefe de la Comandancia.
4º En la misma obligación queda el expresado Jefe excepto en los caso en que por disposiciones superiores tenga que salir la fuerza del puesto de la respectiva localidad bien sea por concentración en la capital o en cualquiera de otro servicio que exijan las circunstancias, solo por estas causas queda nulo este documento desde que aquella salga de la población y deje completamente desocupada la casa.
5º Si a pesar de esto continúan en ella las familias de los guardias será objeto de una resolución especial del Excelentísimo señor Director General del Cuerpo mantener o no vigentes las anteriores condiciones.
6º Al ser entregada la casa a su propietario se hará con el completo de los cristales, ventanas, cerraduras, llaves, (enteras), en la misma forma en la que la recibe también el cuerpo. En veinte y uno de septiembre de mil ochocientos noventa y ocho.
Este contrato tendrá el mismo valor que si fuese en forma pública, y para que conste lo firman ambas partes, en Jayena a los veinte y un días de septiembre de mil ochocientos noventa y ocho ante los testigos que también lo verifican
Firman José Soria García, José García Rojo, Miguel Aguado y Antonio Pérez
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