José Fernández Navas “Tomate” el ultimo alguacil de Jayena



José Fernández Navas más conocido en Jayena con el apodo de “Tomate”, tiene el honor de ser el último alguacil con que ha contado el ayuntamiento de Jayena. Se jubiló en 1995 tras 32 años de servicio. El pasado agosto el ayuntamiento le reconocía su labor con la entrega de una placa conmemorativa.




 José Fernández Navas “Tomate”, hombre sencillo, enérgico y de férreos principios, nació un siete de abril en la calle San José número siete, a las seis de la mañana, según nos cuenta de 1930 en Jayena. Eran tiempos inconstantes y tornadizos. Apenas un año después de su nacimiento, el 14 de abril de 1931 se proclamaba la II república en España. Cuando contaba José seis años de edad, la convulsa situación en la política del país, gobernada en un quebradizo y frágil sistema republicano (con constantes estallidos de huelgas e intentos revolucionarios, que acrecentaban la inestabilidad del nuevo régimen democrático), sobresaltaría su niñez, tanto, que finalmente, José viviría las penalidades de una desoladora guerra civil. Una cruenta guerra civil, que finalizaría tras casi tres años de combates, siete días antes de que José cumpliera 9 años, el uno de abril de 1939, cuando Francisco Franco y su ejército fueron declarados vencedores de la contienda dándose así fin a la II república española. José guarda en su memoria de aquel tiempo, una fecha que no olvidará nunca, el 17 de agosto de 1936. Aquel día de las milicias de la FAI procedentes de Málaga entraban en Jayena. Junto sus Padres Antonio y Emilia y sus hermanos, como muchos vecinos de su pueblo aquel día, tuvieron que salir en estampida para no ser represaliados. 



 Unos meses después, el 25, de enero de 1937 y con escasa oposición es retomada Jayena por las fuerzas sublevadas contra el gobierno legítimo republicano. José y su familia retornarían de nuevo a su pueblo. Recuerda José de aquel tiempo que sus padres Antonio y Emilia tuvieron que dejar el pueblo por el miedo a perder la vida. Así que se refugiaron en zona amiga en los denominados cortijos de Almuñécar. Junto a él iban sus tres hermanos, Antonio, Anita y David. José vivió su destierro junto a ellos, un destierro que finalizo con la llegada de las fuerzas “nacionales” (subleadas) al pueblo; nos relata: “Los cortijos de Almuñécar están de Lomas Llanas para allá, mira si hay que tener hambre para comer las cascaras de naranja por no haber otra cosa. Comíamos palmitos de la sierra, y todo lo que podíamos recoger que fuera comestible”. En la huida se habían marchado con lo puesto como aquel que dice, y con lo poco que pudieron cargar en tres bestias, (dos mulos y una burra), que poseían, dos mulos que, por cierto, se los mataron para comérselos en el tiempo que duró su exilio en la sierra, en los Cortijos de Almuñécar, y una burra que también perdieron en aquel tiempo al despeñarse por un barranco. A su retorno al pueblo, volvieron con un mulo tordo prestado que les facilitó un hombre de Arenas del Rey que le apodaban “el niño bonico”. Tras este fatal episodio, la cosa se fue normalizando en lo que en esas circunstancias cabe, su padre se ganaba la vida trabajando con Manuel Cano Quintero “el Corzoleño”. Después de un tiempo de relativa calma, su padre cambió de oficio, y marchó al Rio Cebollón, en la finca de La Resinera, a hacer carbón, “por ganar algo más, con mi tío Funes, es que estaba la vida muy mala”, puntualiza José.”



 Todo era muy escaso, refiere: costaba un pan veinte pesetas (en el estraperlo), y un jornalero ganaba cinco pesetas. No había mucho pan en aquel tiempo solo el que permitía la cartilla de racionamiento. (“El Decreto-ley de Ordenación Triguera de 23 de agosto de 1937 ordena la producción y distribución del trigo y sus derivados. Creaba el Servicio Nacional del Trigo que era el organismo encargado de comprar el trigo excedente a un precio oficial, dando lugar a un “mercado” negro de trigo, el denominado estraperlo. Por su parte las cartillas de racionamiento fueron uno los elementos más característicos de la posguerra en España. Una orden ministerial del 14 de mayo de 1939 estableció un régimen de racionamiento en el país para los productos básicos de alimentación y de primera necesidad. Para llevarlo a cabo se crearon dos cartillas de racionamiento, una destinada a la carne y otra al resto de productos alimenticios. También se establecieron racionamiento en función del género y la edad. Este sistema estuvo vigente hasta mayo de 1952, cuando las cartillas desaparecieron para los alimentos). El fin de la guerra no llegó acompañada del pan ni de la paz, aunque José haciendo balance de aquello explica que, en su casa nunca faltó el pan, no tenían excesos, pero tampoco carencias, su padre fue uno de los encarados durante aquellos días de acarrear a Jayena el pan de racionamiento, que venía desde los molinos de Jatar y Gabia. Debido al decreto ley de ordenación triguera el molino harinero que funcionaba en Jayena, durante aquel periodo quedó clausurado.


 José no fue a la escuela nunca, pero debido a su carácter fuerte, su tesón, y su ambición y ganas de prosperar, poco a poco, con empeño, constancia y ayuda de amigos, fue aprendiendo a leer y a escribir. “Para ser exactos dice José: mejor dicho, si fui un día.” Cuando contaba nueve años se fue a buscarse la vida como “zagal” de pastor, la mayor parte del tiempo en la sierra. El oficio de pastor sería su modo de vida ya durante muchos años. Lo ejercería con diferentes patrones. El Primero fue Serafín Navas, después vendría El Cortijo del Marques, y más tarde daría con sus huesos en Machiche con Antonio Lagarto. Tres años estuvo en Machiche, tres años que José recuerda con cariño y afecto, “los tres mejores años que yo he trabajado” comenta José emocionado al acudir al recuerdo. Así durante los siguientes años, y con otros tantos patrones, continuó José ejerciendo su oficio de pastor. Pasado el tiempo también desarrolló otros empleos en tareas del campo, compraba y vendía cabras y vacas, venta leche, compraventa de aceituna etc. José era y siempre ha sido un hombre emprendedor, hacia todo lo que se le ocurría y podía para ganarse la vida; hasta que a principios de 1962 fue requerido por el entonces alcalde de Jayena, Antonio Fernández de Córdoba, para ejercer como alguacil en el ayuntamiento. Sustituía a Juan Pérez Maldonado el anterior alguacil, jubilado por enfermedad. 



 Alguacil – operario de servicios múltiples para ser más preciso, era el cargo. Aguantó seis meses ejerciendo esa tarea, en un primer intento. Renunció porque consideraba que no cobraba lo suficiente. Probó suerte en Barcelona y a su vuelta al pueblo tras unos meses, le fue ofertado de nuevo el trabajo a través del secretario José Ortiz, El 8 de enero de 1963 aceptó el ofrecimiento, ya para quedarse definitivamente, ejerciendo el cargo de alguacil-operario de servicios múltiples, hasta que se jubilara el siete de abril de 1995, 32 años de servicio al pueblo de Jayena, llenos de malos, regulares y buenos momentos. Entró ganando 60 pesetas al día. Sus funciones: apertura y cierre de la Casa Consistorial y demás dependencias municipales, traslado, recepción, entrega y recogida de enseres y documentos, relacionados con la actividad del Ayuntamiento, tanto dentro como fuera del término municipal; notificaciones de resoluciones municipales, llevada y recogida del correo, etc. Colaboración en recaudación de tasas, impuestos y exacciones, incluyendo la lectura de contadores de agua. Practicar las notificaciones y citaciones que le encomienden el alcalde o el secretario. Vigilancia de edificaciones ilegales y obras en ejecución, así como vigilancia e inventario de ocupación de vía pública y publicidad. Funciones de recaudación y tesorería que legalmente pudieran adjudicársele. gestión del mercado ambulante en el municipio. Vigilancia, control, limpieza y mantenimiento de los diversos servicios: agua y alcantarillado (cloración, bombas elevadoras, redes, sumideros, depósito de abastecimiento). Control y mantenimiento de llaves, herramientas, máquinas y vehículos que se hallen en las dependencias municipales, así como ropa laboral del personal. Colaboración con trabajos relacionados con fiestas, actividades culturales y deportivas, y cualesquiera otros trabajos afines a la categoría de puestos que le sean encomendados por el alcalde y sean necesarios por razón del servicio.



 En mayo de 1966 José Fernández Navas realizaba el examen oposición oficial, que le abría la puerta a ser legalmente funcionario del ayuntamiento. Lo haría con la presencia de un maestro dl pueblo de Agrón, Esteban Rojas maestro en Jayena, y Manuel Bueno de La Cruz que vino de Sevilla. José hace gala de su buena memoria, y es capaz de recitar de carrerilla todos los nombres de los alcaldes que han pasado por el ayuntamiento y bajo cuyas órdenes ha estado, por orden cronológico y con nombres y apellidos: en la dictadura: Antonio González de Córdoba, Daniel Navas Fernández, Jesús Salvatierra Caballero, Esteban Rojas Jiménez, Saturnino Guerra Mateo, Jesús Villarraso Lara. Ya en democracia José Peregrina Aguado, Manuel Moles Maroto, Antonio de Cara Sánchez y Fernando Moles Navas, con quien se jubiló oficialmente el siete de abril de 1995.



 José se casó el 12 de febrero de 1967 con su esposa Gloria Lara López en el pueblo de Peñuelas. Gloria era de Trasmulas un anejo de Pinos Puente, la conoció cuando ella trabajaba en el Cortijo de los Alaguises también llamado cortijo del Cocheron en Jayena. Un día que fue a arreglar un corte de agua en el nacimiento del Zocay, que era el manantial que surtía al pueblo de agua potable en aquel tiempo. Alude José:“Resulta que el atranque estaba en el Cocherón, y Gloría estaba trabajando de cocinera en ese cortijo, allí la conocí y entablamos relaciones pasado un tiempo. Tras marchar Gloria a su pueblo, durante algún tiempo estuvieron sin verse, pero pasado ese corto periodo, y tras algo más de un año de novios, como ahora Gloria viva en Peñuelas, y no se podían ver todo lo que querían decidieron casarse. La boda tuvo lugar en Peñuelas. Señala José “he estado casado 49 años 3 meses y 12 días, si naciera mañana otra vez, otra vez me casaba con ella”. Se vinieron a vivir a Jayena a la casa que José había construido con sus propias manos y terminado unos años antes, en 1955, en la barriada de La Ermita, en lo que hoy es calle Progreso de esta barriada. Gloria falleció el 23 de abril de 2016. Del matrimonio nacieron dos hijos María Gloria y José Antonio.



 José Fernández Navas tiene el honor de haber sido hasta el momento el último alguacil del ayuntamiento de Jayena. Treinta y dos años en el oficio dan para mucho, para contemplar la transformación de un municipio, y su evolución, y atesorar muchos momentos y anécdotas en el ayuntamiento, que José se guarda para sí, en su prudencia. José es uno d esos hombres que vale más por lo que calla que por lo que cuenta.


 El uno de febrero de 1994 un joven Luis Jaime Duran Pérez, de 22 años se incorporaba al trabajo como el primer policía local de Jayena. La plaza de policía local se había creado en septiembre de 1992. En este tiempo hasta la jubilación de José Fernández Navas, conviven los dos cargos en el ayuntamiento. Con más amplias funciones, y muchas de ellas distintas, ya también con competencias en materia de seguridad ciudadana, trafico, policía administrativa y vigilancia, muchas de las ocupaciones que ejercía el cargo de antiguo alguacil serán asumidas por el cuerpo de policía local de Jayena.

Ilustraciones del archivo familiar y de alhama.com