Mohamed E.B. acusado de asesinar a golpes a Fatiha el Khatiri, su esposa, dice que 'perdió el control' y que no lo recuerda



Reconoce que cuando la vio en el suelo ya muerta se cambió de ropa porque estaba "manchado de sangre".

En la imagen Mohamed E.B. este viernes en el momento de llegar al juzgado.

 Mohamed E.B. acusado de asesinar a golpes con una pata de la cama a su esposa en el domicilio que ambos compartían en Alhama de Granada en la mañana del 11 de octubre de 2010 ha afirmado este viernes ante el jurado popular que "perdió el control" y que "no recuerda nada", salvo que le dio un primer golpe en la cabeza después de que ella le insultara en árabe.

 De hecho, ha comparado lo que le ocurrió a lo que le sucede a una rueda que "inflas un día y otro día y después la pones al sol, que explota al final", y ha dicho que su matrimonio siempre fue bien en los 17 años que duró y que las relaciones sólo se deterioraron en el último año a consecuencia de que él echó de su casa al hermano de su mujer porque, según ha afirmado, se dedicaba a la venta de droga.

 Ante el jurado en la Audiencia Provincial de Granada, el marroquí Mohamed E.B., que se enfrenta a 25 años de prisión por un delito de asesinato con ensañamiento y alevosía, ha explicado que aquella mañana los tres hijos menores que tenían en común se marcharon al colegio, mientras que su esposa y él se quedaron en casa.

 Ella comenzó a mover muebles porque tenía intención de mudarse a una casa que le había concedido el Ayuntamiento en régimen de alquiler, y él quiso ayudarla. "Yo la quería mucho y sólo quería ayudarla, aunque ella no me hablaba, y entonces me dijo que no quería ni verme, que era un hijo de puta, en árabe, cuando es una palabra muy fuerte. Me enfadé mucho y perdí el control", ha señalado el procesado, que asegura que nunca antes la había tocado y "siempre la trataba bien".

 Según ha indicado, le arrebató la pata de una cama que llevaba su mujer en la mano y le dio un primer golpe y después no recuerda nada más, salvo que al percatarse de lo que había ocurrido se preguntó qué iba a hacer entonces y quiso también quitarse la vida, ingiriendo pastillas y lejía. Además, ha señalado que una vez que la vio en el suelo intentó reanimarla y, al ver que estaba muerta, se cambió de ropa porque estaba "manchado de sangre" y se dirigió a una cabina telefónica para llamar a la Guardia Civil, a la que instó a ir a su domicilio porque había sucedido "algo muy grave".

 A preguntas de la acusación particular --que ejerce la familia de la víctima--, ha dicho que es "mentira" que él no aportara dinero a la familia ni para el mantenimiento de sus hijos, o que le quitara 600 euros del bolso a su mujer después de matarla, o que la hubiera amenazado tan solo dos días antes del crimen. "Ella no me dijo nada y empezó la mudanza, y cuando yo le pregunté adónde nos íbamos ella me dijo que yo no me iba con ellos, que yo me quedaba en la casa", ha indicado.

 Finalmente, el procesado ha dicho haberse "arrepentido un millón de veces" de lo que hizo, y ha recordado que él nunca antes ha tenido problemas con la justicia. "Ojalá se abriera la tierra ahora mismo para llevarme", ha afirmado.

 En la primera sesión del juicio, que se prolongará hasta el próximo 5 de diciembre, han declarado además como testigos el guardia civil que recibió la llamada del acusado, el policía local que se personó en el domicilio, y la hermana de la víctima. El primero ha dicho que el acusado llamó sobre las 10,15 horas --aproximadamente más de una hora después de lo ocurrido-- y le informó de había discutido con su mujer por una casa y que estaba muerta. El agente, que tuvo que llamar a la Policía Local para que acudiera a la vivienda al no haber patrullas de la Guardia Civil disponibles, ha asegurado que estaba "tranquilo".



 El policía local que fue enviado al lugar de los hechos ha señalado que se encontró por el camino con un coche del Seprona, y pidió a los guardia civiles que lo acompañaran. Cuando llegó al domicilio, encontró la puerta entreabierta, y al procesado en la entrada. Unos dos metros más allá vio a la mujer tendida en el suelo. El hombre les manifestó que había ingerido pastillas y lejía, por lo que fue trasladado de urgencia al centro de salud, y de allí al hospital. El inculpado ya reconoció entonces, según el agente, que le había golpeado en "múltiples ocasiones" a su mujer, con la que había discutido previamente por "un tema de una casa".

 La hermana de la víctima ha asegurado que su hermano nunca vivió en la casa del matrimonio, en el que la esposa llevaba la carga familiar, y era la única que hacía aportaciones económicas para la educación de los niños. "Ella quería, como toda mujer, que su marido trabajara, y él no lo hacía. Le decía que quería separarse pero era para que él reaccionara y trabajara", ha incidido la testigo, que ha afirmado que su hermana nunca decía palabras malsonantes y que hablaba de forma educada.

 La Fiscalía y la acusación particular piden para él 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, además del pago de una indemnización de 300.000 euros para sus tres hijos menores de edad, que, tras lo ocurrido, quedaron a cargo de los tíos de la víctima. La defensa solicita la libre absolución para el hombre, sin antecedentes penales, que se mantiene en prisión provisional desde el 13 de octubre de 2010.



ACUSACIÓN DE LA FISCALÍA

 Según consta en el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, al que ha tenido acceso Europa Press, fue sobre las 8,00 horas de aquel 11 de octubre de hace dos años cuando el acusado, que tenía tres hijos menores de edad con su mujer, Fatiha E.K., de 37 años, inició una discusión con ésta motivada por el hecho de que ella estaba preparando un nuevo domicilio que le había sido concedido en régimen de alquiler y gestión municipal, al que tenía previsto trasladarse en compañía de los niños.

 En el transcurso de esa discusión, el procesado, "con intención clara de acabar" con la vida de su esposa, se situó por detrás de ella "de forma sorpresiva" y la inmovilizó, agarrándola fuertemente del pañuelo que portaba anudado al cuello para que no pudiera moverse ni defenderse.

 Después, usando una pata de hierro de cama, cuadrada y hueca, comenzó a golpearla en la cabeza "de forma indiscriminada" empleando una gran fuerza y propinándole un total de 17 golpes. Según considera el fiscal, "pretendió aumentar deliberada e inhumanamente el dolor y el sufrimiento de la víctima", dado lo prolongado de su acción y el medio empleado.

 Una vez finalizada la agresión, el hombre se duchó y se cambió de ropa dejando la vestimenta que portaba y que se encontraba manchada de sangre en el interior de la lavadora, saliendo a la calle a comprar tabaco en un estanco cercano. A su regreso, desde una cabina telefónica, avisó a la Guardia Civil.

 Según la autopsia realizada a la mujer, las lesiones que le ocasionaron la muerte fueron los múltiples politraumatismos sufridos en la cabeza y parte de la cara con la pata de la cama. Por su parte, el inculpado, según peritación médico-forense, no tenía alteración en sus capacidades intelectivas o volitivas que no le permitieran comprender la ilicitud de los hechos que se le imputan ni actuar conforme a ese entendimiento.

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