El tema de los romances es inagotable. Como apuntaba sólo deseaba dar unos apuntes sobre variados aspectos que pueden ser interesantes sobre los mismos.
Todo ello en torno a la XVII Velada “Alhama, Ciudad de los Romances” que, el próximo sábado, a partir de las nueve y media de la noche, tendrá lugar en el marco –singular y único como afirman Marina Arrebola, María del Carmen Martínez, fijas en estos actos desde su puesta en marcha, y muchos cientos más de personas- de la alhameña e histórica Plaza de los Presos que, precisamente, tiene también como legal desde las primeras corporaciones democráticas de 1979, la denominación de Plaza Real de Alhama que llevó durante todos aquellos siglos hasta la II República.
Lógicamente, si el camino de la vida o de las circunstancias que lo posibilitan no se corta, habrá más ocasiones para volver a hablar de ellos. Siempre que he podido como decía, en estos 56 años últimos, he hablado y escrito artículos y libros sobe nuestros romances y sobre éstos en general. Hoy, concluyen do esta entrega de cinco artículos dedicado a aspectos de los mismos, lo hago hablando sobre “Los viajeros y la Alhama de los romances”. Ya que la Velada y su Invitado de Honor, muestro querido paisano y amigo Manuel Juan García-Calvo Ruiz, ha de conllevar el que se interesen muchas personas no alhameñas o residentes en Alhama que será la primera vez que asistan.
Las singularidades de los dibujos de Alhama de Hoefnagle y de Wyngaeder, nos ponen bien en evidencia como era físicamente nuestra Alhama en aquel siglo XVI del apogeo de los romances y, con ello, sin lugar a dudas, del “¡Ay de mi Alhama ¡”. Oportuno, aunque sea muy resumidamente, es ofrecer unas notas de cómo la vieron, tanto en los últimos tiempos en los que Alhama fue musulmana como en el transcurso del siglo del apogeo de los romances, varios e importantes viajeros extranjeros que llegaron hasta aquí, que recogieron la impresión que les causó y que, con toda probabilidad, alguna noticia tendrían ya sobre los romances dedicados a ella, en lo que se refiere a los viajeros que hablaron de nuestra ciudad a partir de la existencia de estos romances.
Un siglo antes de la guerra de Granada, como nos narra el arabista malagueño-granadino Francisco Javier Simones, Ben al-Jatib, elogia a Alhama manifestando que su tierra parece un pedazo de oro, y que era excelente lugar para la caza y la pesca. También celebra los Baños, tanto los fríos como los calientes. De estos últimos indica que su “cisterna, llena de bondad y delicia, era de gran aceptación, así para la gente principal como para el pueblo; que Dios había dotado aquellas aguas con beneficios y que los hombres no encontraban otra cosa que pudiese sustituirla, levantando su elogio hasta compararlas con las aguas deleitosas del paraíso”, igualmente hizo referencia a que de sus escabrosas peñas brotaba agua dulce, fresca y limpia, que purificaban de toda impureza los cuerpos, añadiendo que los campos tenían poco riego, siendo tan solo humedecidos por una escasa lluvia, causando ello una escasez de alimentos en los años de pocas lluvias y mucho consumo. Asimismo, hace referencia a las enfermedades que contagiaban a personas y animales, a los frutos que sólo agradaban a los animales, a como las bebidas no eran las más adecuadas para acompañar a las comidas, así como al elevado y duradero frío que padecía esta tierra.
Unos quince años antes de la toma de Alhama por los castellano-andaluces, entre 1465 y 1466, el egipcio Abd al-Bäsit, persona de gran cultura y excelente posición, de vivo espíritu observador, llega y permanece en el reino de Granada, pasando por Alhama a finales de diciembre de 1465, “…llegamos a otro país llamado al-Hämma, que es uno de los países más bellos y amenos. En sus alrededores había dos edificios construidos encima de dos manantiales, de los cuales brotaban dos chorros de agua, y de eso el país ha tomado el nombre de Alhama; uno de los edificios está destinado a los hombres y el otro a las mujeres, y en todo el país no he visto otros baños como esto dos los cuales fluyen naturalmente; y se entra allí para lavarse y para tomar el baño caliente sin pagar nada, y vi la construcción, admirable, bien fabricada, agradable, y después entré en el baño reservado a los hombres y me bañé; después transcurrida l anoche en aquel país, que está defendido por un muro fortificado, a la mañana siguiente tomamos el camino a Granada”.
En plena guerra de Granada, concretamente tres años después de la toma de Alhama, como él mismo manifiesta, llega a España y la recorre el nombre Nicolás de Popielovo, nacido en Silesia y caballero que destacó en los torneos en los que tomó parte, causando gran admiración, “…Ronda tiene un obispado porque sus habitantes de antes fueron cristianos, como en todo el reino de Granada era lo mismo; más lo conquistaron los paganos, llamados moros, “mauri” en latín. Tres años antes, el mismo rey de España hizo la conquista allí de una gran ciudad llamada Alhama”.
El doctor en Medicina y destacado geógrafo y astrónomo, Jerónimo Münzer, que llegó a España cuando sólo hacía más de dos años y medio de la terminación de la guerra de Granada, permaneciendo en nuestro país cinco meses, entre septiembre de 1494 y febrero de 1495, viajando a caballo en octubre del primer año indicado, entra en el reino de Granada y resalta como las ciudades más importantes de éste Almería, Almuñécar, Vélez-Málaga, Málaga, Baza, Lorca, Alhama, Ronda y Marbella.
Después narra cómo comenzó la guerra de Granada, indicando que el marqués de Cádiz se sirvió de un guía cristiano que estuvo cuatro años cautivo en Alhama y había logrado escapar de la prisión alhameña, refiriéndose a continuación a como en Alhama hicieron las paces el marqués de Cádiz y el duque de Medina Sidonia que vino a socorrer al primero, escribiendo después, al referirse al camino de Granada a Málaga por Alhama, “El día 27 de octubre salimos de la gloriosa ciudad de Granada. Caminando después por una deleitosisima vega, luego por u n terreno montuoso, llegamos al fuerte castillo de Alhama, situado en lo alto de un cerro. No lejos de éste hay unas termas de agua purísima y bastante caliente, que no tiene otro sabor, según advertí al probarla, que el agua de más exquisita calidad. El rey de granada mandó hacer allí un baño muy suntuoso, con piso de mármol, tres soberbios arcos y lucernas en la parte superior. Fue el citado castillo uno de los primeros que tomo el generoso marqués de Cádiz… Alhama dista siete leguas de Granada”.
Münzer, ya finalizado su viaje, el 24 de enero de 1495, recibido en audiencia por los Reyes de España, Fernando e Isabel, y sintetiza a éstos la impresión de su viaje por nuestro país, y en lo que al reino de Granada se refiere, destaca, además y únicamente, de Almería y Guadix, Granada y Málaga, a Alhama. Lógicamente, a los Reyes Católicos esto les traería los gratos recuerdos históricos de su toma y de las veces que ellos vinieron y permanecieron en la misma Alhama. Isabel de Castilla recordaría como llegó hasta a empeñar sus joyas para que se mantuviese Alhama en poder de los cristianos y Fernando de Aragón las veces que vino, al frente de las tropas, para socorrerla ante los reiterados ataques y sitios que levantó Muley Hacen para recuperarla.
Ya en pleno siglo XVI, en 1524 exactamente, cuando los romances de Alhama tienen mayor auge, llega el noble patricio Andrés Navagero, nombrado embajador de la República de Venecia ante la Corte de Carlos V, y escribe: “A cinco lenguas DE Granada hay una ciudad llamada Alhama, donde hay hermosísimos baños. Granada está en la Bética, que ahora se dice Andalucía, y su territorio llega hasta el Estrecho, en el cual hay muchos pueblos, así en la costa como en el interior, y entre otros los siguientes: Loja, Alhama, Alcalá la Real, Ïllora, Santa Fe. Asnaglos, Guardaertuna, Guadix, Baza, Ronda, Huéscar, Albuñol, Purchena, Almuñécar, Almería, Adra, Vélez-Málaga, Málaga, Marbella, Gibraltar, Salobreña, Cártama, Coín, Alora y otros muchos”.
Andrés Navagero, concluyendo sus cartas a Juan Bautista Ramusio, sobre sus impresiones de España, ya en mayo de 1527, en el último párrafo de la última carta que le remite escribe: “A cinco lenguas de Granada hay un lugar llamado Alhama, donde hay hermosos y saludables baños,…”.
También en misión diplomática, en este caso como nuncio extraordinario del Papa Clemente VIII, ante la corte de Felipe II, ya finalizando el siglo XVI, concretamente en 1594, llega a nuestro país monseñor Camilo Borghese y refiriéndose a las distintas rutas del sur de España, escribe:” …De Málaga sacar comida para dos días y el primero yr a Vélez-Málaga, el segundo a Alhama y el tercero a Granada”.
Innecesario es decir que, en los siglos posteriores los viajeros escritores siguen destacando a Alhama y, una que otra vez, hacen referencia a sus romances, más concreta y reiteradamente al “¡Ay de mi Alhama!”. Lo que se acentúa sobre manera cuando llegan los viajeros románticos, tiempo en el que, como ya hemos indicado anteriormente, nuestro romancero vuelve a tomar una gran relevancia.
Hacer referencia a cómo estos escritores mencionan o hablan de los romances y, más concretamente, de la “Alhama del romance” es merecedor de una amplia monografía, indiquemos, por ejemplo, que cuando Jean-Charles Daviller, publica en 1862 en le revista “Le Tour du Monde”, su “Viaje por España, con ilustraciones de Paul- Gustave Doré, que le acompaña en este viaje, al referirse a nuestra ciudad dice que “la caída de este baluarte del poder musulmán en España dejó en la mayor consternación a los habitantes de Granada”, después, erróneamente, -quizá porque se basó en uno de los transcritos por Pérez de Hita-, en vez de citar a Muley Hacen, cita a Boabdil que pierde una de sus más importantes fortalezas. Siguiendo equivocado al indicar que “uno de sus súbditos expresó el dolor general componiendo el dolorido romance que después tradujo Lord Byron, y que tiene por estribo “¡Ay de mi Alhama!”, a continuación combina la composición del romance en prosa y verso, concluyendo con una alusión que nuevamente, que seguía en este tema a Pérez de Hita, “…este romance era tan triste y tan dolorido –dijo un antiguo autor español, que se vieron obligados a prohibirlo cantar, pues, en cuanto se cantaba, provocaba el dolor y las lágrimas”.
Sin lugar a dudas, la intervención de Manuel Juan García-Calvo Ruiz, como Invitado de Honor de esta XXVII edición será singular e inolvidable.