Con motivo del reciente homenaje recibido en Alameda (Málaga) donde vivió su juventud.
Por María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora
Filóloga, catedrática y escritora
A Mis entrañables amigas, sobrinas-nietas del poeta,
Marta y Blanca María Vila Hinojosa, con todo mi cariño
que no es sino la memoria del corazón.
José María Hinojosa Lasarte nació en Campillos (Málaga) en 1904 y murió en Málaga, fusilado, junto a otros cincuenta presos (entre los que se encontraba su hermano y su padre) en agosto de 1936 ante las puertas del cementerio de San Rafael de Málaga.
José María Hinojosa Lasarte nació en Campillos (Málaga) en 1904 y murió en Málaga, fusilado, junto a otros cincuenta presos (entre los que se encontraba su hermano y su padre) en agosto de 1936 ante las puertas del cementerio de San Rafael de Málaga.
Fue hijo de Salvador Hinojosa Carvajal y doña Asunción Lasarte Juárez, familias terratenientes de profundas convicciones religiosas. Aunque nació en Campillos, solía pasar los veranos en Alameda (Málaga) donde sus padres poseían importantes propiedades agrícolas, ayudando a su padre en los quehaceres del campo y leyendo cuanto caía en sus manos, tal vez soñando…
Estudió bachillerato en los colegios de San Fernando y el Palo de Málaga, licenciándose en Derecho entre Granada y Madrid, pero sus primeros contactos con los poetas se produjeron en Málaga, cuando entabló amistad con Prados y Altolaguirre, figurando junto a los mismos como director de la revista Litoral en 1929. En Madrid entabló amistad con los poetas de la generación de los veinte: Lorca, Aleixandre, Alberti, Bello, Dámaso Alonso y, naturalmente, con Juan Ramón Jiménez. Hinojosa manifestó su deseo de convivir en la Residencia de Estudiantes de Madrid con los poetas que más tarde constituirían la generación del 27, pero la influencia materna le hizo disuadir de tal propósito.
En 1925 marchó a París, entrando en contacto con el movimiento surrealista y donde se relaciona con pintores como Picasso, Bores, Benjamín Palencia, Manuel Ángeles Ortiz, Viñas, Cossío, entre otros, y donde asiste a las tertulias de la Rotonda de Montparnase y adquiere cuadros surrealistas.
Su primer libro, “Poemas del campo”, escrito en 1924 y publicado en 1925, se encuentra dentro de la línea sencilla y lírica de su mundo infantil, mostrando la influencia inicial de la poesía neopopularista. Ya en su segundo libro, “Poesía de Perfil”, editado en París en 1926 y con dibujos de Manuel Ángeles Ortiz, su poesía gira hacia otros horizontes, donde se puede observar una clara influencia de la estética surrealista, manifestando una evolución hacia la independencia de la imagen. En “La Rosa de los vientos”, publicado en 1927 por la revista Litoral y con dibujos de Bores, es notoria ya la trayectoria que culminará en “La flor de Californía” (1928), obra cumbre de Hinojosa, con prólogo de Moreno Villa. La prosa onírica de este libro constituye una de las muestras más logradas de la asociación automática y provocación ilógica de la poesía surrealista española. En 1927 realizó un viaje a la URSS, junto a José Bergamín, del que volvió algo desencantado, aunque sus inquietudes políticas permanecían siendo fieles a la evolución del movimiento surrealista francés. En “Orillas de la luz”, publicado en 1928 e ilustrado por Benjamín Palencia, se encuentran los poemas más conseguidos de Hinojosa, quien publica su último libro, “La sangre en libertad”, en 1931, dedicado a Aleixandre, Luis Cernuda y Emilio Prados, constituyendo una obra de plenitud de calidades considerables en la imagen y asociaciones poéticas.
Pese a su indiscutible calidad poética, la obra de Hinojosa ha pasado injustamente desapercibida. Es, precisamente, el poeta malagueño Alfonso Canales quien se refiere a las circunstancias que pudieron confluir en el olvido en que durante tantos años se viera condenada tan importante figura del surrealismo español, con estas palabras: “(…) los juicios sobre este poeta han estado tarados frecuentemente por una animadversión que en los felices veinte tuvo una más o menos velada raíz socioeconómica, y en los trágicos treinta (…) alcanzó virulencia política. Algunos miembros y precursores de la constelación del 27 no perdonaron a Hinojosa la terratenencia que disculparon, incluso con sublimaciones míticas, en Fernando Villalón. Quizás por esnobismo, a Villalón se le admitió como a un señor, mientras que a Hinojosa se le rechazó como a un simple señorito…”
Sin embargo, en opinión de diversos críticos, José Mª Hinojosa ha sido reconocido como un verdadero poeta surrealista. Luis Cernuda lo considera como el “primer surrealista español”. Sánchez Cuesta afirma que fue el verdadero introductor del surrealismo en España y Vicente Aleixandre dijo: “Hinojosa fue el poeta de más entusiasmo surrealista que tuvimos”.
Lo cierto es que Hinojosa fue un auténtico surrealista que volvió muy orgulloso de sus relaciones con la nueva estética francesa, tal vez, alardeando demasiado, lo que según Alfonso Canales, podría haber contribuido a acentuar el rechazo de que fue objeto por parte de los ambientes literarios madrileños. Quizás este hecho le hiciera apartarse de la literatura y refugiarse en su pequeño mundo agrario, puede que llegando a pensar, desencantado, que hacer versos careciera de sentido.
Pese a la riqueza de sus imágenes poéticas y sus singulares asociaciones, tras la muerte del poeta su obra cayó muy injustamente en el olvido. Incluso Gerardo Diego, compañero de generación, olvida incluir su nombre en su famosa “Antología” de 1934. Al parecer no le perdonaron el que fuera un terrateniente, ni menos aún que, adhiriéndose a los movimientos derechistas, se presentara a diputado por Málaga, moviéndose en las campañas agrarias, en las elecciones de febrero de 1936.
El profesor C.C. Morris, con su obra “Surrealism and Spain”, en 1972, fue el primero en rescatar a Hinojosa del olvido. También la Diputación Provincial de Málaga contribuyó a ello con la edición de sus Obras Completas en 1974. Asimismo nos es grato comprobar los trabajos de investigación que se han llevado a cabo sobre la vida y la obra del poeta como el realizado por Julio Neira en su tesis doctoral. Sin olvidar las numerosas investigaciones y ediciones de la obra de Hinojosa llevadas a cabo por el profesor Alfonso Sánchez, uno de los más reconocidos hinojosistas españoles.
En el 2004, con motivo del centenario de su nacimiento, en el Centro Cultural del 27 de la Diputación Provincial de Málaga se celebró un extraordinario Congreso en torno a la vida y a la obra del poeta, donde participaron destacados especialistas españoles y extranjeros, y donde colaboraron con diversas aportaciones distintas ramas familiares del poeta de Campillos, destacando, en especial, la entusiasta y desinteresada colaboración de una excepcional mujer, fallecida poco antes, su sobrina carnal Asunción Hinojosa Nagel que, por esa adversidad del destino, no pudo comprobar, como hubiera sido su deseo, el justo reconocimiento de la figura de su querido tío, José Mª Hinojosa Lasarte.
Es hora ya de que los aficionados a la literatura y, más concretamente a la poesía lleguemos a leer sus obras con celo, todo un goce lírico, sacando del injusto olvido a la figura de un gran poeta, de un auténtico creador, víctima de adversas circunstancias que oscurecieron su vida y su obra.
Lo cierto es que Hinojosa fue un auténtico surrealista que volvió muy orgulloso de sus relaciones con la nueva estética francesa, tal vez, alardeando demasiado, lo que según Alfonso Canales, podría haber contribuido a acentuar el rechazo de que fue objeto por parte de los ambientes literarios madrileños. Quizás este hecho le hiciera apartarse de la literatura y refugiarse en su pequeño mundo agrario, puede que llegando a pensar, desencantado, que hacer versos careciera de sentido.
Pese a la riqueza de sus imágenes poéticas y sus singulares asociaciones, tras la muerte del poeta su obra cayó muy injustamente en el olvido. Incluso Gerardo Diego, compañero de generación, olvida incluir su nombre en su famosa “Antología” de 1934. Al parecer no le perdonaron el que fuera un terrateniente, ni menos aún que, adhiriéndose a los movimientos derechistas, se presentara a diputado por Málaga, moviéndose en las campañas agrarias, en las elecciones de febrero de 1936.
El profesor C.C. Morris, con su obra “Surrealism and Spain”, en 1972, fue el primero en rescatar a Hinojosa del olvido. También la Diputación Provincial de Málaga contribuyó a ello con la edición de sus Obras Completas en 1974. Asimismo nos es grato comprobar los trabajos de investigación que se han llevado a cabo sobre la vida y la obra del poeta como el realizado por Julio Neira en su tesis doctoral. Sin olvidar las numerosas investigaciones y ediciones de la obra de Hinojosa llevadas a cabo por el profesor Alfonso Sánchez, uno de los más reconocidos hinojosistas españoles.
En el 2004, con motivo del centenario de su nacimiento, en el Centro Cultural del 27 de la Diputación Provincial de Málaga se celebró un extraordinario Congreso en torno a la vida y a la obra del poeta, donde participaron destacados especialistas españoles y extranjeros, y donde colaboraron con diversas aportaciones distintas ramas familiares del poeta de Campillos, destacando, en especial, la entusiasta y desinteresada colaboración de una excepcional mujer, fallecida poco antes, su sobrina carnal Asunción Hinojosa Nagel que, por esa adversidad del destino, no pudo comprobar, como hubiera sido su deseo, el justo reconocimiento de la figura de su querido tío, José Mª Hinojosa Lasarte.
Es hora ya de que los aficionados a la literatura y, más concretamente a la poesía lleguemos a leer sus obras con celo, todo un goce lírico, sacando del injusto olvido a la figura de un gran poeta, de un auténtico creador, víctima de adversas circunstancias que oscurecieron su vida y su obra.