El fallecimiento del papa Francisco ha generado, lógicamente, millones de mensajes de condolencia.
Francisco, crítico contra el neoliberalismo salvaje, contra la política antiinmigración que con la nueva presidencia de Trump está adquiriendo caracteres cada día más bestiales, o contra el crecimiento a ultranza a costa del medio ambiente, ha sido despedido con diferentes grados de calidez o de frialdad según las opiniones sobre estos asuntos de quien escribiera el mensaje de pésame.
Yo lamento sinceramente su muerte y creo que fue valiente, sin llegar a temerario. No sólo por pronunciarse sobre estos asuntos, sino por su postura de intentar investigar y sacar a la luz los asuntos turbios, que no son pocos, de la Iglesia Católica. Los escándalos económicos y los numerosos casos de pederastia y abusos contra menores que siempre habían sido escondidos por los papas que le precedieron.
Es sabido que los cambios, cuando son a favor de los desposeídos, de los vulnerables, de las víctimas de crímenes y abusos, tienen que vencer resistencias titánicas de quienes se niegan a perder ni un ápice de sus privilegios. Hace falta mucho, mucho tiempo para conseguir introducirlos y a Francisco, por ley de vida, se le ha acabado.
Condenó las guerras en tantos lugares del mundo y los ataques de Israel a Palestina, que no dudó en calificar de masacre y terrorismo: “Eso también es terrorismo. La guerra que mata a civiles indefensos y desarmados, incluso a voluntarios de Cáritas que distribuyen ayuda humanitaria, que atormenta sin tregua a los civiles, que reduce al hambre a la población, produce el mismo terror insensato”.
En España los partidos y las gentes de izquierda han expresado más empatía en sus mensajes que los de derechas
También se pronunciaba sobre otros temas. En varias entrevistas e intervenciones criticó a los medios de comunicación poco o nada éticos. Hablaba de cuatro “pecados” o defectos. Decía que la prensa debía contar la verdad, pero toda la verdad. Publicar algo cierto, pero omitir la parte del asunto que no cuadraba con tus prejuicio e ideas preconcebidas es desinformar. También se refería a la calumnia, contar cosas no contrastadas o directamente falsas. A la difamación: sacar asuntos del pasado ya superados o muy antiguos, errores pretéritos. Y por último, al sensacionalismo, al cual calificaba de “coprofilia”.
En España los partidos y las gentes de izquierda han expresado más empatía en sus mensajes que los de derechas. El periódico El País titulaba al respecto: “El Partido Comunista despide al Papa con más calidez que Vox” y en la entradilla de la noticia destacaba: “El adiós a Francisco consolida la paradoja de su relación con España: al frente de una institución conservadora, cosechó simpatías en la izquierda y recelos en la derecha”.
Sobre Francisco y su relación con la política española: VER AQUÍ.
El artículo trataba, entre otras cosas, sobre una reunión que mantuvo el Papa con la ministra de trabajo, Yolanda Díaz. A las palabras de Yolanda de que seguía peleadora le dijo ” Que Dios la bendiga. Siga adelante y no afloje”.
Pues ese es mi deseo sobre el sucesor de Francisco. Que sea elegido alguien que siga adelante con las reformas para modernizar la Iglesia. Que no afloje. Enfrentando las dificultades con cautela, pero con firmeza.
Porque si en el cónclave eligen a alguien del sector conservador, alguien tan tenebroso y reaccionario como lo fueron Juan Pablo II y Benedicto XVI, despiadado contra la teología de la liberación y contra cualquier atisbo progresista el polaco; centrado en dogmas teológicos, liturgias, boato y olvidando al ser humano el alemán, poco tardará el elegido en derribar de un manotazo el espíritu modernizador que Francisco quería para el catolicismo.
Firma invitada: Prudencio Gordo Villarraso.
Foto generada por IA por Land Palestine.