Tengo un soldadito vestido de azul

Digo de azul por ser el color de la bandera de la Unión Europea.

 Pero tratándose de soldados combatientes, henchidos de ardor guerrero y dispuestos a sacarle las “asauras” a quien se ponga por delante, yo sugeriría que ese futuro Ejército Europeo que pide, no sé si a gritos, o hincado de rodillas y con los ojos arrasados en lágrimas el señor Zelenski, gastase uniforme verde oliva, para distinguirse del verde OTAN que es, creo el de reglamento en la actualidad. Pero un toquecito azul cielo en las hombreras y las galletas iría estupendamente. Para quienes ignoren a que me refiero con las “galletas”, favor de preguntar a sus padres o consultar el diccionario. Que siempre viene bien.

 Tal vez esté frivolizando sobre un tema serio, pero esa es la ventaja de la edad provecta y la casi carencia de lectores, que me puedo permitir frivolizar sobre la petición del presidente ucraniano o sobre las declaraciones del ministro de economía español Carlos Cuerpo de que España aun tiene margen para endeudarse en gasto militar. Y este ministro, al que llamó “casi mala persona” Yolanda Díaz, es el mismo que se oponía a la subida del salario mínimo. Y se da la circunstancia de que es el ministro mejor valorado por la ciudadanía, precisamente después de los dimes y diretes con Yolanda.

 Pues nada, vamos a recortar en sanidad, en educación, en investigación científica y en todas esa “pollaicas” inútiles y vamos a crear un Ejército Europeo armado con lo mejorcito que haya en el mercado. Nos va a costar una pasta, pero eso son naderías comparado con la satisfacción de sacarle las castañas del fuego al eximio jefe del ejecutivo ucraniano.

se presentaron a las elecciones y las ganaron para resolver los problemas de Alhama o, por lo menos, para intentarlo, para trabajar por ello

 Y es que Europa, que no ve los ríos de sangre en Gaza, ni en tantos otros sitios, está que bebe los vientos por Ucrania. Y ya lo digo, para que quede claro: Para mí un señor que se abraza a Netanyahu y Milei con mucho cariño no es de fiar.

 Al final tendremos que financiar al Euroejército, a la OTAN, a dos reyes con mucha familia y que, como disparan con pólvora de rey, no reparan en gastos. Y aquí en Alhama, la Iglesia de la Encarnación, ¿qué tal? Los trabajadores del Centro de Salud, saturados de trabajo, el Consistorio polleando con las bases del Carnaval, la tranquilidad y seguridad de la ciudadanía en peligro, del inicio de las obras de la A-402 hasta Ventas de Zafarraya y su continuación en la provincia de Málaga, no se sabe nada. Y a todo esto los responsables no saben, no contestan o se han olvidado de que se presentaron a las elecciones y las ganaron para resolver los problemas de Alhama o, por lo menos, para intentarlo, para trabajar por ello. Aquello tan bonito de “nos vamos a dejar la piel”. Y se la están dejando, pero la de las partes innombrables, de tanto tocárselas a dos manos.

 Puede que esta mirada este un poco fuera de del tono habitual, pero, como dejó escrito Patrick Rothfuss, una de las tres cosas que debe temer un hombre sabio es la ira de un hombre amable.