“Confieso cierta emoción al tenerlo en mi tierra de la que salió como los viejos exiliados y emigrantes".
Este texto entrecomillado son palabras del periodista Fernando Ónega, referidas a Juan Carlos de Borbón. Forman parte de unas reflexiones en un programa de la radio Onda Cero (acceder).
El señor Ónega es muy libre de emocionarse con lo que considere oportuno y admirar a las personas que le plazca, por supuesto. Pero comparar la salida de España del anterior jefe de estado rumbo a Emiratos Árabes Unidos, donde disfruta de una lujosísima mansión propiedad de la familia real de Abu Dabi, con el exilio por sus ideas políticas o la emigración huyendo de la miseria de tantos y tantos compatriotas es una burla cruel hacia todos ellos y hacia los que tienen el suficiente sentido humanista de la vida para conmoverse con las peripecias vitales de quien sale de su país con una maleta de cartón o un hatillo por todo equipaje y posesión.
Personas que huían con miedo e incertidumbre, sin saber en absoluto la suerte que les esperaba
Como los que aparecen, por ejemplo, en la imagen que ilustra esta mirada. Gente cruzando los Pirineos tras la caída de Barcelona en poder de los insurrectos en enero de 1939. Personas que huían con miedo e incertidumbre, sin saber en absoluto la suerte que les esperaba. Muchos de ellos acabaron en el terrible campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Cien mil personas en quinientos mil metros cuadrados. Estaría por decir, a lo mejor peco de sensacionalista, exagerado o demagógico, que el aficionado a las regatas está un poco más ancho en su residencia.
Siempre he tenido a Fernando Ónega por persona sensata y periodista moderado y ecuánime, pero esa comparación no lo es en absoluto.
No solo es una burla y una falta de respeto a los que dejaban España. Una España mucho mas suya y por la que sentían mucho más respeto que todos esos de rojigualda en el reloj y bandera de paraíso fiscal en sus dineros.
“Somoza es un hijo de puta, pero es NUESTRO hijo de puta”
Es también una falta de respeto a todos los que dejan sus países y se arriesgan a la travesía en una patera, que siempre lo pasan mucho peor que los que navegan a vela por deporte. A los emigrantes filipinos o pakistaníes que realizan los trabajos más duros en las monarquías árabes sin apenas derechos, pero claro, esos países no son “dictaduras comunistas” y hay que dejarlos que vayan introduciendo avances a su ritmo, hay que respetar su idiosincrasia y alegrarse, como hacía recientemente un dirigente del fútbol español de que hayan puesto baños de mujeres en los estadios de Arabia Saudí. Ante ese gran avance, ¿para qué quieren la democracia tan pronto? Ya llegará cuando tenga que llegar si es que tiene que llegar.
El dinero y los negocios no lo justifica ni lo permite todo. Por lo menos podrían dejarse de hipocresías y al igual que un presidente de los Estados Unidos dijo más o menos: “Somoza es un hijo de puta, pero es NUESTRO hijo de puta” podrían decir “sí, se pasan los derechos humanos por el turbante, pero la pela es la pela”.
Así que personas como Ónega, ese directivo al que me he referido y tantos otros, serviles con los poderosos y faltones y prepotentes con los humildes son, en mi opinión, unos lambones, palabra del hermoso español de Colombia que significa adulón, es decir, persona muy aduladora. En España solemos usar expresiones menos elegantes, pero ya digo, el español de Colombia es más bello.
Firma invitada: Prudencio Gordo Villarraso.