Es conocida, y comúnmente aceptada, la explicación de que la palabra Zafarraya tiene como soporte etimológico un sintagma árabe que traducido al castellano vendría a significar ‘campo de pastores’.
Esta mañana me he levantado, como de costumbre, a las siete. Lo primero que he hecho ha sido sacar a mis perrillos Dílar y Dina a dar su paseo. Normalmente vamos al parque de las Alquerías, en Granada, pero hoy estábamos en las Ventas y hemos tomado la vía del antiguo ferrocarril hacia el túnel. Al llegar al Boquete, he mirado en dirección al mar azul y claro de una mañana sin niebla. No hace falta que intente describir la asombrosa belleza de un paisaje completo, que va desde las alturas de la Tejeda, pasando por las verdes ondulaciones de las tierras de la Axarquía, hasta la pulida extensión de zafiro de un Mediterráneo que comienza en Torre del Mar y se adentra en el infinito.
Hay varias propuestas sobre el significado y origen (étimo) de la palabra Zafarraya. Todas ellas vienen a enriquecer el concepto global al que hace referencia el nombre propio que individualiza y da señas de identidad a nuestro Llano.
Es conocida, y comúnmente aceptada, la explicación de que la palabra Zafarraya tiene como soporte etimológico un sintagma árabe que traducido al castellano vendría a significar ‘campo de pastores’. Esta solución es perfectamente loable y útil, pero, cuando se trata de establecer la etimología de un nombre actual castellano, las cosas no siempre son categóricamente concluyentes.
La mayoría de las palabras de nuestra lengua procede, como todos sabemos, del latín. Aun en este caso, no siempre resulta fácil establecer la procedencia exacta. Pensemos en una palabra como harnero, tan usada hace unas décadas como caída en desuso en la actualidad. Se trata de una criba, más fina que la normal, que se usaba para cribar la paja o para separar la paja del grano. Veamos, a modo de ejemplo, el proceso de cambio que ha sufrido este término desde el latín hasta el español contemporáneo: FARINARIUS > harinario > harinairo > harinero > harnero > arnero “harnero”. La forma actual, que conserva la “h”, pero ya sin aspirarse, proviene del nombre de un instrumento que, en un principio, se usaba para cernir la harina.
Mucho más complicado resulta buscar la palabra matriz de un término que procede de lenguas no grecolatinas, como el árabe o el hebreo, que no escriben con exactitud los sonidos correspondientes a las vocales. Ese es el caso de Zafarraya.
Estando yo empeñado, en mis tiempos de participación en la política local, en la recuperación del antiguo tren Ventas–Málaga, idea que se tomó a pitorreo aquí, pero que se consideró seriamente en otros pueblos del recorrido, principalmente en Vélez-Málaga, escuché otra explicación sobre el significado de Zafarraya, que desde entonces a mí me ha parecido la más atinada.
Dos funcionarios del área de Cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga me dijeron que el origen del nombre propio de nuestro Llano estaba muy claro para ellos: Zafarraya procedería de dos étimos distintos “Zafara” = ‘ruta, camino o acceso” y “Raya” = ‘Raya’, nombre de la demarcación territorial musulmana medieval que coincidiría, aproximadamente, con la actual provincia de Málaga.
Así que, según este planteamiento, Zafarraya significaría ‘camino de acceso a Málaga’, más concretamente, el tramo que, pasando por el Boquete, atraviesa la barrera montañosa que separa Granada de Málaga.
Como apoyo a esta tesis, que defienden aquellos que consideran que el Boquete, o el Llano de Zafarraya en su conjunto, es la "puerta de la Axarquía", podemos consultar el mapa de la distribución del Emirato de Córdoba en "coras" (provincias). Aquí se observa cómo la "cora" de Ilbira (Granada) se sitúa junto a la "cora" de Rayya (Málaga), ocupando, aproximadamente, un territorio semejante al de las actuales dos provincias andaluzas.