Cada pueblo tiene sus propios dichos, refranes, latiguillos y formas de decir las cosas, muy especial y particular.
Y si bien es cierto que estás formas pueden usarse de forma parecida en distintos pueblos vecinos con los que asimismo compartiríamos costumbres, tradiciones y usos, también lo es que, cada pueblo tiene su forma única y especial, con matices de tono, deje, intencionalidad, apócopes, contracciones o alocuciones verbales diferentes, que la hacen propia y autóctona de la zona.
En el Llano de Zafarraya, existe una sola palabra absolutamente incunable de la zona en su significado: “los motores”, como denominación local de “las huertas” (de esto hablaremos otro día), pero hay otro vocablo, que sin ser incunable en su acepción, porque literalmente se refiere a “,los atributos masculinos, pero que tiene tantos y múltiples, contenidos, significados y “constrúctors”, que la hacen muy especial y significativa en el vocabulario del Llano, yo diría que casi hegemónica comparada con cualquier otro vocablo, para expresar de forma indubitativa, sentimientos, sensaciones, deseos, sorpresa, frustraciones, miedos, recelos o resignación, porque sólo o compuesto con otras palabras y a veces alocuciones verbales, tiene una gama de matices y significados casi infinitos.
Este vocablo o “palabro tan versátil es: “cojones” y no sólo como atributo masculino, como podremos ver a continuación:
- Como sorpresa, corto y seco: “!cojones!”.
- Como barbaridad, largo y arrastrando la “e”: “¡cojoneeees!”
- Con un matiz de duda, repetido: “cojones, cojones,!”
- Como mandato: “¡por cojones”!
- Con energía y valor: “¡con dos cojones!”
- Cobardía: “¡sin cojones!”
- Miedo: ¡acojonao!
- Cansado o negro de risa: “¡está descojonao!”
- El color puede denotar frío: “tiene los cojones morados”.
- Cierta edad: “ya tiene los cojones negros”.
- La forma, cansancio o desidia: “tiene los cojones cuadrados”.
- Es importante el tamaño, número y posición: “¡tiene dos cojones, gordos y bien puestos!”.
- Aunque la posición puede también tener sus consecuencias, denotando apuro y miedo: “se le pusieron los cojones en la garganta”. Habla grosera: “todo el día tiene los cojones en la boca”.
- El tamaño puede ser máximo: “tiene los cojones como el caballo de Espartero”.
- O por comparación: “tiene más cojones que Zanacario”, o “tiene menos cojones que una pava”.
- Sin pasarse de tamaño, que entonces es negativo, denotando desidia o flojera: “tiene unos cojones que se los pisa”, “que le arrastran por el suelo”, o “que tiene que llenarlos en una carretilla”.
- Como apellido, que califica al nombre: “es un Juan Cojones…”.
- Expresando perplejidad: “¡manda cojones!”.
- Echando un reto: “¡vamos a echarle cojones”.
- Señalando la sede de la voluntad: “¡porque me sale de los cojones!”.
- Santificando está voluntad: “¡por mis santos cojones, que lo hago!”.
- O criticando nuestra actitud: “mira que este hombre, todo el día con los cojones a cuestas”.
- Por un apuro grande: “¡se le pusieron los cojones en el gaznate!”.
- Según el número, importan más o menos. Uno, vale mucho: “esto vale un cojón”. Dos es valentía: con dos cojones. Tres, indica desprecio: “me importa tres cojones”.
- Un número alto y par, significa mucha dificultad: “me costó mil pares de cojones”.
- Simplemente tenerlos, valentía y carácter: “tiene dos cojones”.
- Sorpresa: “¡Tiene cojones!”
- Poner expresa reto: “puso los cojones encima de la mesa”.
- Apuesta: “me corto los cojones”.
- Amenaza: “te corto los cojones”.
- Prudencia: “se guardó los cojones”.
- Dificultades: “con los cojones en la boca”.
- Tocar en presente, hartera o hastío: “me toca los cojones”.
- En pasado, vagancia: “se tocaba los cojones”.
- En imperativo, sorpresa: “¡tócate los cojones!”. 0 revancha: “¡tócame los cojones!”.
- Terminado en “udo”, significa perfección: “es cojonudo”.
- En “ato”, desidia: “cojonato”.
- En “azo”, abulia e indolencia: “es un cojonazos”.
- Con preposición, puede ser de perfección: “me salió de cojones”.
- De cantidad: “¡hace un frío de cojones!”.
- Con la preposición “por”, significa obligación: “¡por cojones!”.
- Con “hasta”, hartura y aguante: “estoy hasta los mismos cojones”.
Yo sé que aunque esto sea típico y clásico de nuestro Llano y de parte de la Alta Axarquía, como Alfarnate, lo podemos entender y compartir perfectamente todos los andaluces, con sus variantes, pero ahora entiendo mejor a los pobres “guiris”, cuando vienen por nuestra tierra después de varios cursos acelerados de español o castellano antes de venir y luego en Andalucía se encuentran con esto, ¿y cómo lo arreglan ellos? Y es que, de verdad, “¡es para descojonarse!
Juanmiguel, Zafarraya.