Patrimonio y patriotismo

Hace unos días, alguien de nuestro grupo de Facebook, dijo algo así como que, “es indiscutible que Ventas tiene mucho más patrimonio histórico, cultural y paisajístico que Zafarraya”, y se quedó tan pancho, o pancha, que me suena más que fuera mujer. 

 Esto, que en otros tiempos hubiera revolucionado el gallinero y creado un pequeño y “atrancado” conflicto y acalorado debate entre nuestros dos pueblos y que sin embargo ahora no había levantado el más mínimo comentario, sólo podía significar una de dos: o que hemos superado los malentendidos y estamos aprendiendo a aceptar las propuestas del otro, cosa que dudo, aunque reconozco que hemos mejorado bastante, o que con las redes, nos estamos acostumbrando a ver todos los bulos, “fake news” y noticias falsas sin parpadear ni hacer siquiera un comentario.

 Como soy muy consciente de que patrimonio y patriotismo tienen la misma raíz, (aunque los frutos sean muy diferentes) antes de que uno de los dos conceptos despierte y actúe subjetiva e irreflexivamente contra la reflexión objetiva y ponderada del otro, que ayudaría a acercarnos a la realidad, voy al menos a intentarlo en serio y si no lo consigo, intentaré siquiera no morir en el empeño.

El Llano, con Ayuntamiento en Zafarraya, que perduró hasta la segregación de Ventas de Zafarraya en 1835

 Estás diferencias o matices, que aparecen en los pueblos del Llano y asimismo ya, en la misma idiosincrasia de su gente, se derivan en primer lugar del origen de nuestros pueblos y de su sitio de remanencia: Zafarraya y El Almendral, surgen como núcleos agrícolas y ganaderos, con colonos procedentes de pueblos como Alfarnate y Alfarnatejo y Ventas y Pilas de Algaida, tienen su origen primero en las ventas o ventorros que surgen a lo largo del camino real de herradura que por El Boquete y a través del Llano, une Málaga con Granada, o del “camino milenario” de acceso rodado, que procedente de la zona de la costa, por la Venta Baja, penetra en el Llano, en las proximidades de Pilas de Algaida, que en origen era otra zona de ventas y ventorros con abrevadero, en el “límite del bosque”, que es el verdadero significado de Pilas de Algaida, mientras que Almanzil de Fhas al Rayya, o “Ventas del Campo de Rayya” = Ventas de Zafarraya, sería el origen de Ventas, antes de la llegada de colonos de Periana, Alcaucín o Alhama, después de la pragmática de Carlos III de 1776, autorizando la roturación de las tierras de la antigua dehesa. Casi cien años permanecieron unidos los cuatro núcleos, primero bajo dependencia municipal y eclesiástica de Alfarnate, hasta 1815 y luego formando parte de un único municipio en El Llano, con Ayuntamiento en Zafarraya, que perduró hasta la segregación de Ventas de Zafarraya en 1835, con formación de ayuntamiento propio. Y es precisamente en estos sucesos de segregación y activismo político de don José del Castillo Montaner, primer alcalde del nuevo municipio segregado y administrador real sancionado por la regente María Cristina, que cuento en otro relato, por informaciones del historiador local, Juan Bueno Pérez, cuando tienen ocasión una serie de malentendidos, que llegan a su auge unos años después, por el cambio interesado de nombre de Calar del Rey, por el de Zafarraya, sin que sepamos exista expediente propio ni acta de aprobación plenaria, lo que crea indignación en Ventas, porque creen que puede generar confusión el exterior sobre la dependencia o no de Ventas “de Zafarraya”, del municipio de Zafarraya. Y este malentendido, genera malestar, crispación y rechazo entre las poblaciones de ambos municipios, que llegan a manifestarse en toda su gravedad, cuando se consuma la obligada agregación de Ventas a Alhama, en 1975, y no a Zafarraya, como hubiera sido lo lógico.

 Desde su nacimiento, antes de mediar el siglo XIX, el nuevo municipio de Ventas, comienza su andadura con una endémica debilidad económica, debido a su bajo número de habitantes, que lo llevaría a varios intentos frustrados de nueva fusión con Zafarraya y es esta debilidad, o dificultad de supervivencia autónoma, la que en definitiva, provoca la obligada fusión de 1975, en una polémica y quizás injusta, decisión del último franquismo y que quizás, debido a esos tradicionales malentendidos, impidieron que las corporaciones de los dos ayuntamientos del Llano, valoren la oportunidad de unir en un sólo municipio, con un sólo Ayuntamiento, a todos los pueblos del Llano, aunque hay que decir en honor a la verdad, que la corporación de Ventas, con Antonio Castillo a la cabeza, al menos lo intentó, recibiendo el rechazo unánime de la corporación de Zafarraya, provocando esta decisión, la aberrante fusión obligada con Alhama, cuya corporación captó inmediatamente los beneficios económicos y de “caché” municipal que la agregación comportaba para el ayuntamiento de Alhama. La situación se repite con premeditación y alevosía, cuando treinta años después y conseguida ya la E.L.A. por Ventas, la Junta de Andalucía niega la segregación, en clara discriminación con la concedida a Játar o Fornes, en similar situación.

Aprovechando la altura del Llano y la benéfica influencia de los aires del Boquete

 Volviendo a la historia, la influencia exterior, que como zona de paso y contacto había ido elaborando en el tiempo las pequeñas peculiaridades diferenciadores con las otras poblaciones del Llano, se potencia exponencialmente en el primer cuarto del siglo veinte, con un doble motivo: la llegada del tren a Las Ventas, con el asiento de numerosos profesionales de RENFE, en la vida sociolaboral del pueblo y la determinante influencia que el ferrocarril supondría en los hábitos y costumbres de su gente, a la que se suma el del auge que toman las terapias de salud contra las enfermedades del pulmón, aprovechando la altura del Llano y la benéfica influencia de los aires del Boquete, denominada “la toma de los buenos aires” o la terapia sanitaria de “ los buenos aires”, que atrae al pueblo de Ventas a decenas de potenciales beneficiarios de esos bondadosos “buenos aires”, cada año, sobre todo en verano, donde el pueblo se convierte en un destino vacacional muy revalorizado. 

 Como he sostenido en otros escritos, es esta relación con el mundo exterior, la que va imprimiendo lentamente su influencia sutil pero cierta, en la población de estos dos núcleos de población, Ventas y Las Pilas, dándole a su población un leve matiz más cosmopolita y refinado que al resto del Llano.

 La gente de Zafarraya y El Almendral, se mantuvieron en un ambiente más rústico y aislado del mundo exterior al Llano, con nulo o mínimo contacto con la gente de paso, como ocurría en Ventas. Por el contrario, mantienen mucho menos corruptas las costumbres, palabras, dichos y maneras más ancestrales y características de las zonas agrícolas del interior. Estás influencias externas, como he dicho, crecen exponencialmente con la llegada a Las Ventas del ferrocarril o de la intensa actividad de las terapias de “tomar los buenos aires”, que obligan a un permanente trasiego y relación constante durante las 24 horas del día, con gente, culturas, modos y maneras diferentes, que iban dejando en su gente una marca leve y sutil, pero indeleble, de un cierto cosmopolitismo y maneras del mundo urbanita, que el resto del Llano no tendría posibilidades de compartir hasta la llegada masiva del coche, los viajes a la ciudad y definitivamente, con la llegada de la televisión, en la década de los sesenta. Estás variantes, apenas perceptibles en la relación diaria, se han puesto manifiestamente en evidencia en la elaboración desde el grupo de Facebook de los tres pueblos, “Los Zainos del Llano de Zafarraya y Arrimaos”, de un diccionario del léxico típico del Llano, con dos parámetros o contrastes a evaluar: por un lado, de los cinco mil vocablos genuinos de la zona (y también de otras zonas), que hemos podido validar en el diccionario, las cuatro quintas partes (⅘) de estas palabras, las han aportado miembros del grupo pertenecientes a Zafarraya y Almendral y un quinta parte (⅕) de las mismas, por gente de Las Ventas y zona de Pilas de Algaida. Quizás la asunción por la gente de la parte Este del Llano, de ese plus de cierta modernidad, refinamiento y cosmopolitismo por el contacto con gente del exterior, les hace perder parte de los usos, valores, costumbres y palabras de nuestros usos culturales ancestrales y propios del campesinado del interior. Y el otro parámetro o contraste que viene a corroborar y complementar la quizás acertada interpretación del primero, ha sido el distinto criterio para validar innumerables palabras propias del Llano, conteniendo la “d” o la “j”, donde los miembros del grupo de la zona Oeste del Llano, abogábamos por un uso típico más cerrado, sin esas letras de mayor corrección de dicción del vocablo y los de Las Ventas- Pilas, por un uso un poco más moderno y menos cerrado, con el uso de dichas letras, llegándose al acuerdo tácito de combinar la “h” aspirada en sustitución de la “j”.

Don Santiago Terán y Pujol, gran benefactor de Ventas por la reconstrucción de Ventas tras el terremoto de 1884

 Estás mismas relaciones exteriores o ausencia de ellas, también van a determinar parte del patrimonio histórico y cultural de los pueblos del Llano: en Ventas, la mayor parte de su patrimonio se genera a partir de de esa relación exterior ( ferrocarril y destino vacacional), y hoy forma parte de su patrimonio histórico, la antigua estación de ferrocarril, cerrada a su actividad propia desde 1962, el Hotel, construido como complemento de las instalaciones de la estación del ferrocarril, pero sobre todo, aprovechando el auge en la demanda de la terapias de “los buenos aires”. El puente del ferrocarril, en el maravilloso enclave del Boquete, que se conserva como una joya de identificación de la historia venteña, con la iluminación artística de los tajos que conforman la “U”, y el espectacular paraje del Boquete. Y las casas señoriales o solariegas, palacetes y chalés construidos en aquella época por dirigentes del ferrocarril, como la Casa Azul, de director de la estación del tren, la Finca de la Corregidora, o las ricas familias que las construyeron para las temporadas de esta estancia en Ventas para las terapias de tomar “los buenos aires”, como la Casita del capitán o la casona de Kuchner y creando zonas tan evocadoras como “Las Delicias”, además del complejo del Cortijo de los Buenos, propiedad de don Santiago Terán y Pujol, gran benefactor de Ventas por la reconstrucción de Ventas tras el terremoto de 1884, y casonas solariegas con portón independiente, como la del Quinto, Las Amelias, las Molineras, Antonio Luque, José Colás, Vitoriano y otras, que componen el resto del patrimonio arquitectónico de Ventas, que completaría su patrimonio cultural y paisajístico, con los dos “miradores del Boquete, el superior, situado en la misma “Cueva Oreá, con espectaculares vistas de la Axarquía, hasta el mar; la parte del “camino milenario”, que por el paraje de “Los Colmenares”, discurre por su término; el museo de aperos y utensilios antiguos, del bar de La Estación, que espera una repotenciación pública de contenido y ubicación, y a las trincheras de la Guerra Civil, excavadas en sus sierras durante el conflicto, por su situación estratégica de paso entre Málaga y Granada y que están pidiendo una conservación y puesta en valor por la administración local. 

 Sé que lo expuesto hasta aquí, va a levantar más de una roncha en algún espíritu chovinista de Zafarraya, al que le costará asumir que la gente de Ventas, por el factor de contacto ancestral con el exterior y muy potenciado en el primer cuarto del siglo XX, recibió una ración de refinamiento anterior a la época de “globalización de la cultura y los usos”, que supuso la televisión y los otros medios visuales y de comunicación, como el coche, el cine y la radio. 

 Espero que lo que expongo ahora, se intérprete correctamente por la gente de Ventas y podamos seguir avanzando. De lo contrario, podría darse la paradoja, de que hubiera unanimidad en el rechazo, cada uno por un aspecto de esta reflexión. 

El mismo franquismo, superado en Zafarraya, mucho antes de su liquidación histórica

 Zafarraya y El Almendral, fieles a sus orígenes agrícolas y ganaderos, vivieron doscientos años de terruño rústico y pastoril, aislados del exterior, con escasísimos contactos con gente de afuera y permanentes luchas y contenciosos, alguno que aún perdura, con los alhameños, como antiguos beneficiarios de la dehesa. Y este aislamiento prácticamente se mantiene hasta la revolución de la locomoción, con los coches y sobre todo, con la llegada de la llegada de la televisión y los medios audio visuales, como dije anteriormente. Parece que en aquellos casi doscientos años, los contactos predilectos y casi únicos, eran con nuestros propios ancestros, de Alfarnate y Alfarnatejo, lo que nos reafirmaba en nuestra identidad e idiosincrasia, pero, no facilitaba la posibilidad de refinamiento de nuestros rústicos hábitos y maneras, como en la parte Este del Llano. Aunque está resistencia en conservar modos y maneras de nuestra propia identidad, esté presente en la toma de conciencia política de estos pueblos, y la lucha contra el caciquismo irredento, la opresión histórica o el mismo franquismo, superado en Zafarraya, mucho antes de su liquidación histórica. Está identidad de resistencia arranca con la lucha permanente de ganaderos y agricultores, contra las agresiones permanentes de los “Jameños” y se continúa con la participación de un contingente de voluntarios del Llano, a las órdenes de su alcalde, Antonio Moreno, en la batalla de “La Venta Baja”, contra las tropas de Napoleón, en auxilio del coronel Antonio Sóla, que comandaba las tropas españolas y que le valió la recomendación del militar ante el rey, para obtener la autonomía municipal de Alfarnate y constituyéndose como un sólo y nuevo municipio con todos los pueblos del Llano en 1815. Este mismo espíritu rebelde, impelió a nuestros pueblos a la lucha contra el caciquismo decimonónico, con cualificados contactos del sector liberal del pueblo, con el movimiento insurreccional de Pérez del Álamo, con líderes reconocidos como José Trinidad, que mantenía correspondencia con el líder liberal italiano, general Giuseppe Garibaldi, o el conocido como “El Manco de Cai”, D. Francisco Pascual Navarro, que llegó a ostentar la presidencia de la audiencia provincial de Cádiz en los tiempos de la revolución liberal de 1840, o Pedro Moreno Navarro, líder liberal que sustituyó en la alcaldía al conservador Antonio Moreno, después de la Revolución de 1868. En los duros años de la República y de la Guerra Civil, fue muy superior la politización de las masas y la toma de conciencia obrera, por parte de los trabajadores en la zona Oeste del Llano, Zafarraya y El Almendral, que en la zona Este, Las Ventas y Pilas de Algaida. Correspondiendo consecuentemente a los primeros, una mayor y enconada represión de parte y parte, como nefasta contrapartida de aquella politización. Sin embargo, sería en Ventas de nuevo, por su mejor situación estratégica, donde se instalaría la Comandancia Militar, durante el tiempo de presencia Republicana en la zona, desde Julio del 36 hasta febrero del 37. Luego, en los casi cuarenta años de dictadura franquista, en ambas partes del Llano, asistimos a la demolición de cualquier atisbo de organización o reivindicación de cualquier tipo, agobiados por la represión del régimen, pero fue un hecho comprobable, que mucho antes de la llegada de la democracia, en Zafarraya ya era hegemónica la izquierda, como lo corroboran las movilizaciones llevadas a cabo en aquellos años y la plasmación en las urnas en los sucesivos compromisos electorales de esa correlación de fuerzas, y que culmina con la gran movilización conjunta de de todo El Llano, conocida como “la Guerra de las Lechugas”. 

 Es posible que la pérdida del ayuntamiento por parte de Ventas, en los albores de la democracia, fuera determinante para una mayor toma de conciencia política y reivindicativa de los trabajadores de ese municipio, tradicionalmente más controlados por los caciques locales que en Zafarraya, y que tardaron más tiempo en desprenderse de miedos ancestrales y recelos para militar en las recién legalizadas organizaciones de izquierdas. Y es que, en definitiva, podemos decir que, en Las Ventas, “los ricos fueron siempre más ricos y los pobres, más pobres” y esta extremada correlación, mediatizó siempre a las organizaciones populares. No es casual, que si hacemos un balance de actividad municipal, logros ciudadanos y proyectos importantes ejecutados, el resultado creo que es muy favorable a los sucesivos ayuntamientos de Zafarraya, así como qué fuerzas políticas se han ido conformando como hegemónicas en los dos pueblos: en Zafarraya, definitivamente las fuerzas progresistas y en Ventas, han ido reculando desde fuerzas de aglutinación municipal, por un ayuntamiento propio, obligadamente neutras, a progresistas moderadas y definitivamente, a conservadoras hegemónicas en la E.L.A. ante una izquierdas desorganizadas y permanentemente frustradas, por la injusta decisión de la administración, de negar la segregación municipal de Ventas del Ayuntamiento de Alhama.

El Ayuntamiento de Zafarraya que, ha sabido aprovechar mejor las numerosas ofertas de la administración

 En cuanto al patrimonio histórico, cultural y paisajístico acumulado, coincido con la visión anónima expuesta en el inicio de este relato, de qué es mayor, quizás por las circunstancias expuestas, el de Ventas, y que el de Zafarraya se resume en las ruinas de la Iglesia Vieja, el rehabilitado edificio del viejo cine del pueblo, la fuente pública de “El Pilar” y el Paraje de Las Parideras, como patrimonio paisajístico, además de la zona del Concejo y como patrimonio cultural, de todos los pueblos del Llano, disfrutamos el del honor compartido, de que los restos descubiertos en la Cueva del Boquete de Zafarraya, como los del último Neandertal de Europa, haya sido bautizado, para toda la posteridad y para toda la ciencia del planeta, como “El Hombre de Zafarraya”, justificado en que su coto de caza era El Llano de Zafarraya y en el apoyo recibido de todos los pueblos del Llano, a los investigadores, en su trabajo. 

 Pero quede claro, que patrimonio no sólo es el que se hereda del pasado, sino, sobre todo, el que se cuida para el futuro. Y en ese aspecto, es también cierto que ha sido más dinámico y fructífero el Ayuntamiento de Zafarraya que, ha sabido aprovechar mejor las numerosas ofertas de la administración (Diputación Provincial y Junta de Andalucía), para conservar y rehabilitar patrimonio y así, cada uno de los objetivos patrimoniales a conservar o transformar, ha contado con el correspondiente estudio - proyecto y fondos públicos, para su conservación y puesta en valor: así, la fuente y entorno del Pilar, la Iglesia Vieja, convertida en escenario natural de música y danza, el viejo edificio del cine, convertido en el moderno Centro Cultural Enrique Morente, el Paraje de las Parideras, convertido en confortable merendero y con atractivos de deporte de montaña, o la zona y accesos del Pozo del Concejo de la Reina, con moderno puente iluminado sobre su laguna permanente. La E.L.A. de Ventas, ha intervenido poco sobre su patrimonio, si exceptuamos las realizadas sobre el patrimonio paisajístico de los miradores del Boquete y la zona del Charcón.

 Decía al comienzo de este relato, que patrimonio y patriotismo tienen la misma raíz y a veces, uno interfiere con el otro. Aquí hemos intentado aplicar la objetividad, que no es incompatible con otra visión, pero que nunca puede impedir, “dar al César lo que es del César”, en cada caso. Esperemos que los dos términos estén suficientemente equilibrados y objetivados, para aceptar la realidad de un análisis. 

Juanmiguel, Zafarraya.