Precisamente este jueves, 31 de julio, presentará su libro "Caminos y gentes" a las 8 de la tarde en el salón de actos del ayuntamiento de Alhama, a las 8 de la tarde.
Jueves 31 de julio, 8 de la tarde 1- Bienvenida institucional. 2- Intervención del Patronato de Estudios Alhameños. 3- Introducción a la obra “Caminos y Gentes”. 4- Presentación de libro “Caminos y Gentes”. 5- Desarrollo y exposición “Caminos y Gentes”. 6- Coloquio con el público. |
Entrevistada por el grupo Joly
Mariló V. Oyonarte: “Muchos pueblos pequeños están aumentando su población”
Mariló V. Oyonarte dice que es granadina de nacimiento y por vocación. Fue profesora de piano pero lo dejó porque creyó que no tenía dotes para la enseñanza. Tenaz montañera y ávida lectora, recientemente ha sido nombrada presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural de Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Durante varios años ha recorrido este paraje buscando gente que le cuente historias sobre el lugar. Esas historias que han sido publicadas en plataformas digitales como Alhama Comunicación y Axarquía Plus, ahora han sido recogidas en un libro en el que narra los encuentros con los habitantes de dicho parque.
Pregunta.– A muchos andaluces les preguntas dónde está el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama y no saben decir en donde está.
Respuesta.– El Parque Natural se sitúa en el límite provincial entre Granada y Málaga, en concreto entre la Comarca de Alhama de Granada y la Axarquía malagueña. En Málaga es bastante popular y, de hecho, muy transitado por locales y foráneos, debido a su cercanía a puntos tan emblemáticos de la Costa del Sol como la Cueva de Nerja, Torre del Mar, etc. En Granada es menos visitado al ubicarse lejos de la capital (a unos 50 kilómetros). El montañero granadino ha preferido tradicionalmente Sierra Nevada, aunque esa tendencia está cambiando poco a poco.
P.– Usted la ha recorrido muchas veces y ha hablado con mucha gente para plasmar sus impresiones en un libro.
R.– Al principio fue mera curiosidad, saber más sobre ese espacio tan bello y singular; además, la existencia de abundantes ruinas de cortijos y ventas por todo su territorio es llamativa. Luego de conocer las sorprendentes historias que guarda –algunas dignas de un guión de cine–, fue imperativo ponerlas por escrito para que no se perdiesen con el paso del tiempo.
P.– Anteriormente, sus historias se han publicado en periódicos, a través de internet y por lo visto son muy seguidas por los vecinos de los pueblos.
R.– El primer artículo –publicado en junio de 2015– y los siguientes tuvieron eco en las provincias de Málaga y Granada, al ser historias referidas a esos territorios. Al poco su lectura se fue expandiendo: mi artículo más reciente –de hace dos semanas– acumula miles de visitas desde distintos lugares de España, Europa y Latinoamérica. Internet y el boca a boca han facilitado su expansión, afortunadamente.
P.– Usted ve belleza en los cortijos abandonados.
R.– Me encantan desde siempre, por la memoria que guardan de épocas pasadas –ya de muy joven me gustaba curiosear por las casas y huertas de la Vega de Granada, cuando salíamos a pasear–. Todo lugar, incluso la ruina más desolada, está deseando contar sus recuerdos a quien se para un momento a observar primero y a escuchar después.
P.– Es una pena que las cortijadas hayan tenido tanta vida y ahora tan poca.
R.– Se trata un proceso inevitable; los tiempos avanzan y los modos de vida cambian con ellos. Casi nadie aguantaría hoy la dureza de una existencia campesina perdida entre montañas, idílica en apariencia para muchos, pero en realidad precaria e incierta.
P.– ¿Cree que habrá un momento en que la gente vuelva a tener en cuenta las ventajas de vivir en pequeñas comunidades?
R.– Estoy convencida. De hecho, está ocurriendo ya. Muchos pueblos pequeños están viendo aumentar su población con gentes de fuera, deseosas de una vida más auténtica y acorde con los ritmos de la naturaleza. Internet y mejores comunicaciones lo permiten ya… Es un proceso lento, que no llegará a todas partes, pero que está ahí.
P.– ¿No cree que el despoblamiento de las cortijadas es porque los cortijeros no quieren que sus hijos vivan como ellos?
R.– Es así, desde luego. Los mayores de la sierra que he entrevistado a lo largo de estos años aseguran que animaron a sus hijos a salir de los cortijos y emigrar a las ciudades para redimirse de la esclavitud de la vida en el campo. Se marcharon, en la inmensa mayoría de los casos, voluntariamente.
P.– En su libro recopila muchas historias de personajes que han habitado esas sierras. ¿Cómo las han acogido en los pueblos?
R.– Desde el primer artículo la acogida fue inmejorable: son relatos que sienten cercanos, que van sobre su tierra, su gente, sus tradiciones y costumbres, su forma de pensar, de entender su época y el mundo. Una historia lleva a la siguiente, porque los pueblos de la sierra estuvieron muy ligados entre sí. Las montañas no los separaban sino que, al contrario, los unían a través de arrieros, pastores trashumantes e incontables viajeros que las recorrían a pie, porque entonces se viajaba así. Las sierras de Tejeda y Almijara y sus pueblos constituían una comunidad.
P.– Usted ha sido profesora de música y lo dejó. ¿Encontró más sinfonías en el silencio de la sierra?
R.– Siempre seré pianista de corazón, pero para ser profesor hay que tener una vocación que a mí me faltaba. Creo que, efectivamente, encontré mi lugar en el mundo recorriendo las montañas y recuperando sus aconteceres.
P.- Usted es una aventajada montañera. ¿Le gusta más caminar por las montañas o escribir sobre ellas?
R.- Ambas cosas por igual. Subir y bajar montañas, respirar su silencio atronador, dejar vagar la vista hasta más allá del horizonte y, a la vez, conocer qué pasó en cada punto que se recorre. Cambia mucho la visión de un lugar cuando se conoce la historia que hay tras él. Hasta diría que se transfigura y, de alguna forma, vuelve a cobrar vida.