Otro carnaval en el que la desorganización fue notoria y con nuevas denuncias por mor de alguna letrilla de murgas y comparsas.
Aunque el gran protagonismo lo tuvo la lluvia que deslució el Domingo de Piñata, también es verdad que la desorganización es cade vez más evidente por parte de los responsables que ni saben lidiar con lo que tienen entre manos, lo cual está perjudicando una de nuestras fiestas más tradicionales, y cuyo rumbo puede llevar al declive que dejó al Festival en la nada.
Una decadencia en aumento
Varias veces se publicaron programaciones contradictorias, una bases para enfrentar a los participantes, también corregidas y alteradas con las publicadas inicialmente, la falta de publicidad a todos los niveles (que se nos oculte información, o no se nos pase a nosotros ni es nuevo ni relevante, pero el perjuicio es para Alhama), el desconocimiento hasta el último momento del pregonero por falta de previsión, un desastre organizativo en el concurso de máscaras, la conversión casi en otra feria con casetas que en ningún caso se deberían consentir, salvo las sociales locales y centros educativos, algo que también vendría bien a nuestra hostelería, la puñetera música ajena al carnaval que a todo volumen se escucha en algunos sitios, y el remate de un presentador forastero para más humillación de una fiesta eminentemente local y tradicional.
El formato que tiene el Carnaval lo inició un servidor en el año 79/80 del pasado siglo, (año del referéndum de Autonomía de Andalucía: “Pa cuatro días locos que vamos a vivir, por lo menos nosotros votaremos que sí” ¿lo recuerdan? fue el “lequillo” del Carnaval de aquel año), juntando dos remolques de tractor en la plaza del Rey para que sirviera de escenario por el que pasaran las murgas y comparsas de entonces, siendo concejal de Fiestas Baltasar Ramos, que, viendo el éxito alcanzado luego ya se pasó al Paseo del Cisne. Lo presenté por más de treinta años, luego siguió Tete Rivera, y alguno más, me consta que nadie, empezando por mí, jamás cobro nada por ello, y luego ¿nos traen a un tipo de fuera pagado para que diga “Los Gorriones de la Placeta”, entre otras lindezas? no es cuestión de hacer una lista, cosa de no saber ni lo que tiene entre manos, aunque no estaría de más saber cuánto cobran los amigos de los políticos y porque se invierten dinero en según qué cosas. Mucho cuidado, esto no es estar en contra de esta persona o de otra que venga a presentar un festival o cualquier otra cosa de carácter general, pero no la humillación de tomarnos por tontos, o de que aquí no hay personas “capacitadas” para nuestra propia fiesta.
Recuerdo las peleas, en el buen sentido, que tuve con la Murga de La Cueva, porque decían que eso de cantar las murgas o comparsas en un escenario no era propio del Carnaval de Alhama. Horas de conversación con ellos para hacerles ver que era para tener un sitio donde las nuevas generaciones pudieran ver como era nuestro Carnaval, el que escucharan tranquilamente las coplillas y aprendieran, tanto los nuestros como la cantidad de gente que venía de fuera, entre ellos nuestros vecinos y amigos de Loja que quería copiarlo para ellos. Fueron años con esta discusión, de tiras y aflojas y al final accedían, pero no de muy buena gana.
El miedo de la reciente dictadura hacía que la gente no se tapara la cara, cosa que estaba prohibida como el Carnaval en sí mismo, y por supuesto fuera reacia a eso, a taparse la cara, recurrí entonces al “Concurso de máscaras”, ya que era lo que faltaba para una recuperación completa de la tradición, ya que por entonces aún la gente se vestía con la ropa del baúl de la abuela, con la imaginación propia y el ingenio alhameño que siempre ha triunfado, sin recurrir a la compra de un disfraz. Bueno, pues también se fue recuperando la máscara, poco a poco, el miedo se iba pasado y el poder llevarse algún premio también ayudó ¡Que buen concejal fue Balta Ramos para todo esto, el primer concejal de Fiestas de la Democracia! Concurso de máscara que hace años que dejó de tener sentido ¿cómo se valora o se diferencia lo comprado de lo trabajado, o de las máscaras que no se ven por el “sitio oficial” que en muchos casos son muchos mejores e ingeniosas? A estas alturas no tiene sentido tal como está planteado.
Mi reflexión daría para mucho más, son muchos años tratando y metido en muchos temas alhameños, pero tampoco es cuestión ahora. Dejaremos para otra ocasión otros temas, pero que están recogido en enlaces de esta misma página, al margen si lo ves con el ordenador u abajo si es con tablet o móvil.
- Guía para comprender el Carnaval de Alhama (PDF)
- El Carnaval de Alhama, lo que los alhameños quieran.
Cuando la crítica no se encauza o no se encaja
El Carnaval, con su explosión de creatividad y su espíritu irreverente, siempre ha sido un espejo de la sociedad, una forma de canalizar la crítica con humor, ingenio y, a veces, con cierta mordacidad. Las coplas de murgas y comparsas han servido históricamente como altavoces de denuncia social, sátira política y retrato de la realidad cotidiana. Sin embargo, en cada edición, hay quienes se sienten reflejados en estas letras de manera incómoda y consideran que su nombre, o el de su empresa, o el de la familia han sido utilizados de forma que daña su imagen.
Este año no ha sido la excepción, y alguna de estas coplillas han generado denuncias. Los afectados sienten que la exposición pública ha cruzado un límite que, para ellos, supone un agravio. En este punto surge una reflexión necesaria: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión y en qué momento comienza el perjuicio personal?
Es innegable que el Carnaval es un espacio de crítica y que la sátira es uno de sus ingredientes esenciales. También es cierto que, a veces, la sensibilidad de quienes se ven mencionados o aludidos puede ser mayor de lo que la intención de la coplilla pretendía. En estos casos, la percepción del daño es subjetiva y depende de cada individuo. No obstante, es importante que las murgas y comparsas sean conscientes de que sus letras pueden tener un impacto real en las personas mencionadas, y una buena dosis de empatía nunca está de más.
Al mismo tiempo, quienes se sienten aludidos deben recordar que el Carnaval es, por naturaleza, un escenario de exageración y teatralidad. Las letras no siempre buscan dañar, sino más bien provocar la reflexión o incluso el debate social sobre ciertos temas, aunque aquí no incluyo los estrictamente personales. En muchas ocasiones, la controversia viene más por la interpretación que por la intención real de quienes las cantan.
Quizás la clave esté en el equilibrio: en seguir disfrutando del Carnaval como un espacio de expresión libre, pero también en fomentar una sensibilidad que permita hacer humor. No se trata de censurar, sino de encontrar formas de crítica que sigan siendo mordaces y divertidas sin llegar al ataque personal, como así puede ser entendido por algún afectado. Y, del otro lado, se trata de entender el contexto festivo y satírico en el que estas coplas nacen.
El Carnaval no deja de ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Si cada edición genera este tipo de debates, quizás es porque sigue cumpliendo su función: hacernos pensar, incluso entre risas.
Invitados por la Universidad de Sevilla
Alhama Comunicación, estará este viernes en la Universidad de Sevilla, en la Pablo Olavide, atendiendo la invitación de la Asociación Andaluza de Antropología y Facultad de Ciencias Sociales, que, junto a otros ponentes nos ha invitado a hablar de nuestro Carnaval, ya que es de los poquitos que quedan con raíces auténticas, respetando los días auténticos del Carnaval y la tradición rural más enraizada.
Hasta la Universidad de Sevilla han llegado nuestras entrevistas, promociones y vídeos de la web y de la radio, de ahí la invitación, además de que no ha sido la primera vez, pero hasta la Carrera Francisco de Toledo al parecer no llegan.
Ya os contaremos más cosas al respecto.
¡Urge una asociación que gestione el Carnaval!
Decálogo para el Carnaval de Alhama
1.- El carnaval de Alhama lo hacen los alhameños. Nadie de fuera nos va a decir cómo tenemos que hacerlo. Las comparaciones son odiosas e intentar parecemos a otros carnavales, además de presuntuoso, puede ser contraproducente. El carnaval no es otra feria.
2.- La improvisación es mala consejera. Aunque se viene haciendo con resultados aceptables, lo cierto es que las coplas, indumentaria y disfraces se resienten cuando no se ha dedicado el tiempo suficiente a su elaboración. Cuando se acaba un carnaval se debe ver lo que ha funcionado y analizar los fallos para, con meses de antelación, preparar el siguiente.
3.- Todas las calles y plazas deben vivir el carnaval. El Carnaval no tiene que hacerse exclusivamente en el Paseo, Calle Fuerte o La Joya. Toda Alhama debe ser una fiesta. Los grupos de murgas, comparsas, máscaras y mascarones deben recorrer todo el pueblo y la gente debe hacer acto de presencia en la calle.
4.- El carnaval es la más democrática de nuestras fiestas. Ricos, pobres, hombres, mujeres, maestros, albañiles, chicos y grandes pueden pasar unas estupendas horas de diversión. Ahora bien, la elaboración no está reñida con la austeridad y preparar un traje no tiene por qué ser caro. Cada uno, de acuerdo con sus posibilidades económicas deberá preparar su disfraz que en cualquier caso siempre tendrá que ser original y ocultar la identidad de la persona.
5.- La grosería hace gracia pero se debe evitar, pues está reñida con el buen gusto. Las coplas de murgas y comparsas podrán estar dotadas de humor pero no a base de pa1abras malsonantes. Se está dando un ejemplo erróneo a los más jóvenes que terminarán por confundir el carnaval con chabacanería. En las letras tampoco es necesario identificar con pelos y señales a las personas a las que les ha ocurrido algo. Alhama es un pueblo pequeño y todo se sabe y el que no lo sepa que pregunte. Se deben contar las cosas pero respetando el derecho a la intimidad.
6.- No podemos supeditar el carnaval a las subvenciones oficiales. El Ayuntamiento, como otros organismos, tiene que colaborar en la organización de las fiestas, pero la fiesta “es del pueblo y para el pueblo”. Se debe potenciar la recuperación de una fiesta, pero una vez ésta echa a andar debe valerse por sí misma. Los organismos públicos velarán por su continuidad y coordinación.
7.- La evolución es normal en cualquier quehacer humano. Mantener una tradición no significa anquilosarse en el pasado. Al igual que no vivimos como a principios de siglo tenemos que saber adaptar nuestra fiesta sin perder un ápice de su originalidad. Hay tres días y medio para vivir el carnaval en la calle, y media jornada del domingo de Piñata se puede dedicar a la actuación en un escenario, aunque sólo sea por deferencia a nuestros numerosos visitantes.
8.- La mejor manera de vivir la fiesta es desde dentro. Hay que transmitir a niños y jóvenes el disfrute por la participación activa. Muchos espectadores hacen muchedumbre, muchos grupos de murgas, comparsas, máscaras y mascarones hacen el carnaval. Verlo no es vivirlo.
9.- El último y único fin de los grupos de murgas y comparsas no debe ser la recaudación de dinero. Se está dando un pragmatismo al carnaval que puede ser la causa de su desvirtuación, e incluso, desaparición, ya que si un grupo no recauda el dinero esperado no saldrá al año siguiente.
10.- La identidad del carnaval alhameño estará salvaguardada siempre y cuando grupos (ojalá se recuperara la Asociación de Amigos del Carnaval) y particulares amantes de esta fiesta tradicional velen por los anteriores recomendaciones y participen cada año en la organización de actividades paralelas al carnaval: publicaciones, proyecciones, exposiciones, etc., que potencien y difundan nuestra ancestral fiesta de invierno.
Este decálogo se cierra en dos: Hay que divertirse que la vida son dos días y hay que preservar para las nuevas generaciones lo que hemos heredado de nuestros antepasados, incluido nuestras fiestas, si queremos que nuestro pueblo conserve su verdadera idiosincrasia.
ASÍ PUES, EL CARNAVAL DE ALHAMA ES CREATIVIDAD, ORIGINALIDAD, INTEGRACIÓN, SOLIDARIDAD, PROMOCIÓN TURÍSTICA, CRÓNCIA SOCIAL, HISTORIA Y CRÍTICA CONSTRUCTIVA. POR TODO ELLO LARGA VIDA AL CARNAVAL DE ALHAMA.
Decálogo por Antonio Arenas.