Cecilio Barroso Ruiz, singular como persona y arqueólogo, fue quien en 1979 descubrió la Cueva del Boquete de Zafarraya, también conocida como Cueva de Zafarraya, iniciando las primeras excavaciones arqueológicas oficiales de 1981 a 1983, ya en estos primeros trabajos del yacimiento localizó restos de Neandertal, entre los que se encuentra la mandíbula humana, con bastante más de más de 35.000 años, como hace unos años se ha apuntado. Entre 1990 y 1994 dirigió los trabajos de un importante equipo hispano-francés constituido para la excavación y estudio de este yacimiento considerado el de mayor número de restos neandertalenses de toda la Península Ibérica.
La cueva de Zafarraya y la mandíbula del neandertal
“Alhama, histórica”
Andrés García Maldonado
El Primer "Cayado de Honor", de los cinco que se entregaron en el pasado mayo por el Ayuntamiento de Zafarraya, en un acto que ha pasado a la Historia de esta población, convertidos en galardones propios de esta villa, simbolizando los que en sotuer figuran en el escudo de armas de Zafarraya, con toda justicia y merecimiento, que nadie se considere con más méritos para que se lo hubiese otorgado –por mucho que no deje de mirarse al ombligo-, fue entregado a Cecilio Barroso Ruiz, quien, hace treinta y dos años, además de descubrir la Cueva del Boquete de Zafarraya, conocida mundialmente, localizó, además de el fémur denominado Zafarraya 1, la mandíbula de Neandertal mejor conservada hasta el momento y que lleva la denominación de “Mandíbula de Zafarraya”, como él decidió “bautizarla” para gloria y renombre de esta parte de nuestra comarca.
Arqueólogo y doctor en Prehistoria, pasando por importantes Departamentos de Prehistoria Universitarios y de prestigio internacional, vinculado igualmente al Museo Nacional de Historia de Paris, fue el director de las excavaciones de la Cueva de Zafarraya, dando a las mismas proyección mundial, haciendo ver que se trata del mejor yacimiento de Europa tanto por la información que se ha obtenido de los restos encontrados como por los proyectos de investigación que se han llevando a cabo desde entonces.
Al hablar de la Cueva del Boquete de Zafarraya, en concreto, y si nos referimos a que ésta nos lleva a la siempre apasionante cuestión de la desaparición de los neandertales en Europa: ¿Qué mejor que acudir al mismo Cecilio Barroso para una breve síntesis en la línea que venimos comentando de carácter meramente divulgativo de la Prehistoria en nuestra tierra? Siempre le agradeceremos, comenzando por la misma Historia de nuestra Comarca, la proyección mundial que ha hecho posible para Zafarraya, pueblos, boquete y llano que llevan este nombre. Y, con ello, al conjunto de nuestra comarca, la de Alhama, nada del Poniente Granadino, pues, de una u otra forma, todo nos sentimos satisfechos y sumamente orgullosos de que la denominación Zafarraya llegue y permanezca, ya para siempre, ocupando un lugar destacado en el estudio de la Prehistoria gracias a de don Cecilio, hombre afable, científico singular y entregado. El que decidió la denominación de Zafarraya para esta cueva, pues la realidad es que el yacimiento se encuentra en término de Alcaucín. Lógicamente, no decidiendo esto de una forma meramente caprichosa, ya que más cerca se encuentra y, si lugar a dudas, con más relación como campamento de caza neandertal, con lo que había de ser el conjunto de todo lo que es y hemos ido conociendo, con el paso de tantos milenios, con la denominación de Dehesa de Zafarraya.
Autor de numerosos trabajos de gran transcendencia en lo que a su especialidad respecta, bastante de ellos dedicados a la cueva y a los hallazgos a los que nos referimos, concretamente, en “Waste Magazine” del diario IDEAL, escribió:
"La cueva del Boquete de Zafarraya está situada en el término municipal de Alcaucín (Málaga), a unos cuatrocientos metros al sudoeste del puerto de montaña del Boquete de Zafarraya, y a unos 450 m. de la localidad de Ventas de Zafarraya, ya en la provincia de Granada.
La cueva se abre al pie de un acantilado calizo, a 1.022 m de altitud. Presenta dimensiones muy reducidas, ya que tan solo penetra en la roca una veintena de metros, mientras que su anchura oscila entre los 0,5 m. y los 2,5 m. Su morfología recuerda más bien una grieta de escaso desarrollo.
Entre los años 1990 y 1995, se desarrollaron en la cueva una serie de actuaciones arqueológicas, incluidas en el programa de actividades arqueológicas de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. En el año 1996, centralizamos el proceso de investigación en el Centre Européen de Recherches Préhistoriques (Centro Europeo de Investigaciones Prehistóricas) de Tautavel (Francia). La complejidad del proyecto ha hecho necesaria la intervención de numerosas entidades tanto nacionales como internacionales, lo que ha permitido profundizar en el conocimiento del yacimiento.
La cueva de Zafarraya presenta un espacio muy reducido y en modo alguno confortable, es la antítesis de lo que se pudiera considerar como un buen hábitat. Afortunadamente su entrada se sitúa mirando al Sur, lo que le permite disfrutar durante gran parte del día de luz solar. Desde la plataforma que se extiende a los pies de la cavidad, se observa un paisaje realmente extraordinario, que abarca el mar Mediterráneo al sur, la imponente sierra de Tejeda al este y la sierra de Alhama al oeste. Se hace difícil pensar que una cavidad tan pequeña e incómoda haya podido servir alguna vez de morada más o menos permanente de grupos humanos. El estudio que hemos efectuado sobre 47 niveles de ocupación antrópica y de carnívoros del yacimiento, nos ha permitido evaluar el carácter de alto de caza u ocupaciones estacionales esporádicas, descartándose campamentos de larga duración.
Es evidente que la elección de esta cueva por los Neandertales, estuvo motivada por la presencia en el entorno más inmediato de abundantes herbívoros de gran talla, ya fuesen cabras montesas o rebecos en la sierra, ya fuesen ciervos, caballos o uros en las llanuras del polje de Zafarraya. Igualmente la presencia de agua abundante, junto a los afloramientos de sílex en el mismo entorno del yacimiento, debieron de constituir argumentos de peso para dicha ocupación.
Igualmente el análisis espacial que se ha llevado a cabo de todos los elementos existentes en el relleno sedimentario -huesos, industria, piedras, carbones-, reflejan que el espacio doméstico no fue alterado ni acondicionado por los grupos humanos. Tan sólo la presencia de un pequeño hogar situado junto a la boca de entrada, nos manifiesta una pequeña adecuación a una estructura artificial.
Los análisis efectuados sobre muestras fósiles de polen, carbones, micromamíferos, aves, reptiles, anfibios, etc., así como los estudios sedimentológicos y micromorfológicos, permiten encuadrar el paleoclima del entorno de Zafarraya, en un dominio mediterráneo, con fases frescas, a veces húmeda y en otras ocasiones secas. En el entorno de la cueva existía un paisaje donde dominaban los pinos, junto a amplias formaciones de hierbas y de árboles caducifolios.
Cueva del Boquete de Zafarraya
Fauna
Respecto a la fauna de mamíferos de gran talla, cabe destacar la presencia mayoritaria de la cabra montés, seguida a gran distancia de ciervos, caballos, rebecos, bóvidos, caballos, asnos y jabalíes. Los carnívoros presentes en el yacimiento son la pantera, el cuón, los linces, los gatos silvestres, osos pardos e hienas.
Las cabras montesas fueron generalmente abatidas en el momento en que aún eran jóvenes. Esta circunstancia nos permite definir el periodo de ocupación de la cueva. La mayoría de los individuos muy jóvenes han muerto a finales de primavera o en verano. Dicha circunstancia permite comprender mejor el comportamiento de los hombres que se instalaron regularmente en la cueva, dedicados a una caza selectiva y especializada de la cabra. Ocasionalmente, el grupo humano aportaba a la cavidad algún resto de ciervo, caballo o asno, aunque era de modo oportunista.
Los artefactos que los Neandertales fabricaban, casi exclusivamente estaban tallados en sílex, y su instrumental, muy básico estaba formado por raederas, denticulados, muescas, algunas puntas musterienses y lascas. Los análisis efectuados al microscopio electrónico han permitido constatar que tanto las raederas como los denticulados fueron utilizados en el trabajo de la madera, en tanto que las lascas no retocadas se utilizaron en labores de carnicería.
Los análisis petrológicos efectuados sobre la industria de Zafarraya y su comparación con los sílex proporcionados por los afloramientos de dicha roca en diversos lugares del entorno, ha permitido establecer un territorio de aprovisionamiento de materia prima lítica en un radio de unos 12 kilómetros. Es interesante señalar que a escasos metros de la cueva existen afloramientos de sílex, de calidad muy mediocre, escasamente utilizados por los Neandertales, ya que estos prefieren utilizar una materia prima de muy buena calidad, presentes en Alcolea (Periana) y en Alfarnate, es decir entre siete y doce kilómetros de distancia. Esta selección de la materia prima parece reflejar al menos un profundo conocimiento del medio y de sus recursos.
Es probable que estos Neandertales consumieran vegetales, aunque es muy difícil de probar. Lo que si es evidente es su actividad cinegética, dirigida en todo momento a animales herbívoros de gran talla. La presencia en el yacimiento, tanto de miles de restos de conejos así como de aves, no parecen estar en modo alguno relacionados con el consumo humano, sino que más bien son el producto de la actividad de pequeños carnívoros o de rapaces nocturnas. El acceso al agua de consumo por parte de estos grupos humanos, no debió de plantear problema alguno, ya que se encontraban en un medio cárstico, proclive a la captación y filtración del agua de lluvia, que emergerían a la superficie a partir de fuentes y manantiales.
Una mandíbula
Los restos humanos neandertalenses localizados en la cueva son numerosos, aunque en gran parte se encuentran fragmentados, solo la mandíbula localizada en 1983, se encuentra completa, siendo la mejor conservada de las existentes hasta la actualidad. Entre los huesos fósiles de Neandertales de la cueva de Zafarraya, hay que destacar los exhumados del interior del hogar, compuestos por dos fémures, una tibia, y una mandíbula. El análisis de sus superficies a partir de un binocular, ha permitido observar numerosas estrías de descarnamiento, habiendo que destacar la presencia de trazas de ablación de las mejillas y de la lengua en la mandíbula. La evidencia de los huesos humanos quemados, a la vez que las evidencias irrefutables de cortes producidos sobre el hueso con un objeto lítico, producto del descarnamiento, nos hacen pensar, que más que una actividad de carácter simbólico, nos encontramos simplemente ante una actividad antropofágica”.