Nuevamente, los viejos problemas de las cubiertas de la bella y monumental catedral de Málaga están pasando por serios deterioros que están demandando una urgente intervención, como ya sucedió hace unos años. Entonces, aprovechando que se hablaba de la construcción de esta catedral y, muy especialmente de sus bóvedas, ya hablamos en algún artículo de cómo la piedra de Alhama -y seguro que algún buen maestro del tratamiento de la misma- está muy presente en esta singular construcción. Ahora, dentro de este espacio de “Alhama Comunicación”, creemos oportuno abordar esta cuestión que, sin lugar a dudas, ha de tener su interés y hasta curiosidad para no pocos de nuestros lectores, especialmente, en esta ocasión, para los alhameños y malagueños, en especial.
Hacia mediados del siglo XVI es cuando puede decirse que se inicia, con decisión, la construcción de la Catedral de Málaga, dándose un gran avance en su edificación en la segunda mitad de esa misma centuria. En 1588 se procedió a su dedicación, si bien para entonces el templo solo contaba con la cabecera y crucero, y aún éste sin las portadas exteriores, quedando paralizadas las obras durante ciento cuarenta años, a excepción de la zona del coro que se efectúa en el siglo XVII. | ||
“ALHAMA, HISTÓRICA” Por Andrés García Maldonado
Medina Conde, en su obra "Descripción de la Santa Iglesia Catedral de Málaga", nos relaciona las canteras de donde, en la primera etapa de la construcción, se había sacado la piedra: "Toda la fábrica de la Iglesia es de piedra de cantera si que en toda ella, ni interior, ni exteriormente había entrado pieza alguna de madera, pues ni aun cubiertas de tejados tienen las Bóvedas, que todas están al aire, soladas con hermosos i firmes ladrillos barnizados de colores, pareciendo una espaciosa plaza de armas.
Las canteras de que se sacaron las piedras, jaspes y mármoles son: De el Prado; alta y baja = De Churriana. = Yeseras = Torremolinos = de Dª. Blasia = de Sancho Melendez = Sierra de Mixas. = de los Angeles = S. Antón. = Gibralfaro. = Sierra de Elvira = Filabres = Forcales de Antequera = Y de Cabra."
Ya entrado el siglo XVIII, contándose con fondos para su financiación, se reanuda el interrumpido proyecto renacentista. En 1722, se presenta el proyecto para la fachada principal, siendo la idea la de comenzar por los pies del templo hasta alcanzar el crucero ya construido.
En 1735 estaba prácticamente finalizado el cuerpo bajo de la fachada y de las torres inmediatas. En la década siguiente se encontraban casi completos los flancos del templo y, hacia 1755, se trabajaba en las bóvedas.
La piedra que se había venido empleando hasta 1744 había sido obtenida de las canteras de Antequera, con su célebre piedra colorada, Churriana de Málaga, Las Yeseras del Prado de San Telmo, de la de asperón de los cerros junto al convento de Los Angeles y del Castillo del Marqués junto a Vélez-Málaga - Almayate. Concretamente, el segundo cuerpo de las torres, en 1731, comienza a elevarse con piedra de la cantera de Almayate.
En Julio de 1744, como recoge en su obra "Historia de la construcción de la Catedral de Málaga" el padre Llordén, de la que obtenemos la mayoría de los datos de este artículo, se considera que la piedra de la cantera de Almayate no es la más apropiada, tanto porque su calidad no es la adecuada para la obra que se realiza como por lo costoso que estaba resultando su saca, por lo que se propone como las mejores a tal fin, las que se "Había descubierto junto a Alhama y Churriana, ésta para macizos y aquella para labrar, que una y otra es más ligera que la de Almayate, y como tal la que se requiere para seguir los arcos y correr las bóvedas, conforme a toda arquitectura, y podrá tener mucho menos costa a la obra trayéndola por asiento".
El 17 de Agosto de ese mismo 1744, los encargados de examinar la realidad de las referidas canteras de Alhama y Churriana, informan de la bondad de la de Alhama y ventajas que supone seguir la obra con piedra de esta cantera y de la de Churriana, aunque también se indica al cabildo que se ha descubierto un nuevo banco en Almayate con el que se puede proveer a la obra de piedra para muchos años, no siendo ésta piedra muy diferente a la de Alhama en lo que a peso y calidad se refería, aunque la de Alhama era más blanca y algo más dura lo que no la haría fácil al pico como sucedía con la de Almayate.
Nueve días después se vuelve sobre la cuestión y el cabildo no halla demostrables las ventajas del costo de la piedra de Almayate en relación con el que se ofrece en el asiento por la de Alhama y Churriana, así el 16 de Septiembre siguiente se decide que se traiga piedra de Alhama para la construcción de la Catedral de Málaga.
Tras varias gestiones con distintos asentistas, se acuerda, ya en Marzo de 1745, que "pasen seis hombres de la cantera de Almayate por quince días, para hacer juicio del costo que tiene y pueda servir para el nuevo asiento y no para tomarla de cuanta de la obra, por no serle conveniente en tanta distancia y por otras prudentes consideraciones."
El último día de aquél mismo mes de Marzo, el cabildo restablece en el asiento de la piedra de Alhama a Fernando Fraile y dispone que no se gaste en la obra otra piedra de labor que no sea de Alhama.
Ante la reducción de los medios económicos con los que se venía contando, a mediados de Julio de 1745, se decide que sea aprovechada toda la piedra ya sacada de la cantera de Almayate, quedando en suspenso temporalmente los asientos de Alhama y Torremolinos.
Medio mes después, al observarse que no quedaría proveída la obra de piedra para el primer trimestre de 1746, se acuerda "se traigan seis barcadas de piedra de Alhama, por la dificultad que habrá de conducirla después, y por ahora mandó cesar el saque de asperón, por no ser necesario, quedando solo cuatro hombre en la cantera para desbaratar la piedra sacada y cargarla en los carros, que deberán traerla a la obra antes del invierno, por lo mucho que se descompone en el camino con las aguas".
La piedra de Alhama se transportaba hasta Torre del Mar y, desde allí, en barco, hasta Málaga. Lo de los carros, en lo que aquí podemos entender de Alhama a Torre del Mar, puede ser un error en la redacción o en su transcripción, dado que el camino existente entre Alhama y Vélez-Málaga, lo era de herradura y, a no ser con unas características muy peculiares, difícilmente era apropiado para carros, por lo que se debían utilizar recuas de mulos. No obstante, estamos sobre esta cuestión para resolverla con mayor certeza.
Nuevamente, el 17 de Noviembre de aquél año, se pone en duda cual es la mejor piedra si la de Alhama o la de Almayate, vuelve a suspenderse la saca de la de Alhama "...y que solamente se conduzca la que se halla en la playa, con la cual y con la que falta por traer de Alhama se continuará en la obra hasta finales de Marzo del año que viene", lo que no sería así, pues, tan solo una semana después, se observan que sólo cuentan con piedra para trabajar unas semanas más, por lo que tiene que recurrirse a la cantera de Almayate "considerando no es tiempo de proveer la obra de piedra de la cantera de Alhama."
Otro informe, este de 2 de Diciembre de 1745, concreta que con la piedra existente en el taller y las que hay en las canteras de Alhama y Almayate, se podrían "enrasar la fachada con las torres y seguir el otro costado", proponiéndose que "En costado de la iglesia que se ha de proseguir, tantear y trazar las piedras, de modo que, por la parte de dentro, se siente las que hubiese de Almayate, para que diga conformidad con el otro costado y, por el lado de fuera, la de Alhama."
El asentista de la piedra de Alhama, el 10 de Febrero de 1746, solicita al cabildo que no se le descontasen los ciento cincuenta reales que estaba acordado que se le restarían en cada una de las cuatro barcadas que debía traer para trabajar en la obra hasta el siguiente mes de Abril, a lo que se accedió comprometiéndole a que no perdiese tiempo en las que había de traer después, hasta que reintegrase a la obra la totalidad de la cantidad que recibió al formalizarse el asiento, cien doblones.
Aunque a finales de Julio de aquel mismo año el cantero Juan Raíz ofrece al cabildo treinta barcadas de piedra de labor de la cantera de Almayate, a muy buen precio, a un real y tres cuartos el pie cúbico puesta en el barco, se decide que también se siga trayendo la de Alhama para seguir la uniformidad en los costados, y para que hubiese "igualdad y correspondencia en lo trabajado".
El 12 de Septiembre de 1746, el diputado de la obra Barbán informa que para levantar los pilastrones, sobre los que habían de arrancar los arcos para correr las bóvedas, no era adecuada la piedra de Alhama ni la de Almayate.
Días después, el asentista de Alhama, que aún debía de los cien doblones que recibió mil trescientos reales, vuelve a solicitar dinero, "doscientos reales para aderezar los carriles con los cuales deberá mil quinientos reales, que satisfacerá a setenta y cinco en cada barcada, desde marzo del año próximo." Aquí, volviendo al tema de los carros, podemos pensar sobre la posibilidad de los mismos.
Durante los años siguientes, se sigue suministrando piedra de la cantera de Alhama y, sobre todo, de la de Almayate, hasta que en Marzo de 1753 se informa sobre la falta de piedra en esta última, por lo que se busca nueva cantera en este mismo lugar y se consigue en Noviembre del año siguiente.
En marzo de 1755, los diputados de la obra informan que no se puede llevar con la agilidad deseada los trabajos a consecuencia de la falta de piedra franca para el seguimiento de las bóvedas y cubos, no dando la calidad deseada al respecto la piedra de la cantera de Almayate, por lo que se hacía necesario recurrir a la piedra de Alhama para el seguimiento de las bóvedas, "...El cabildo determinó que no había inconveniente hacer nuevos descubrimientos y acordó se surta la obra en la necesidad presente de la piedra de Alhama, siendo de la aprobación de los maestros y diputados, procediendo para ello las diligencias practicadas antecedentemente."
Exactamente un mes después, se da noticia de como en virtud de los edictos en relación a la piedra de la cantera de Alhama, aparecen Pedro de Aguirre, asentista de la de Almayate, y Fernando Fraile, haciendo posturas, obligándose a dar sesenta mil pies de piedra, en no mucho tiempo, arrimar esta al muelle nuevo de la ciudad, a cinco reales y medio, el primero, y a cinco, el segundo, aunque con diferentes condiciones que fueron ampliamente debatidas por el cabildo catedralicio, llegándose a la conclusión de que era mucho más ventajosa la oferta de Fraile, la que admitió no moderarla a cincuenta mil pies como ésta pedía y con la exclusión de la condición de ser de cuenta de la obra la pérdida de la barcada por naufragio o hundimiento del mismo barco.
Días después, ya en Mayo de 1755, se informa sobre la buena calidad para las bóvedas de la piedra de la nueva cantera de la costa, la del Cerro del Platero, también en el partido de Almayate, la que se ofrecía a cuatro reales y medio el pide cúbico puesto en el muelle, y, a pesar del buen precio, se seguía recomendando la de Almayate y Alhama.
También en este mes de Mayo se recomienda piedra de una nueva cantera, la de Dalias, para las cuatro bóvedas principales, por su calidad y menos peso que la de Alhama, la que también se ofrecía a cuatro reales y medio el pie aunque con ciertas condiciones. Pero, ya el 30 de Junio de 1755, se informa al cabildo que no se trabaja en las bóvedas principales por no cumplirse el asiento de la cantera de Dalias, volviendo a ponerse de relieve que la adecuada era la de Alhama y la de Almayate, especialmente la primera para las bóvedas, por lo que se acuerda que se trajese la de Alhama.
En Noviembre, el lectoral diputado de la obra propone que, al ser costosa la saca de piedra de Alhama y su conducción al muelle, que Pedro de Aguirre, asentista de la de Almayate haga también asiento de la de Alhama, con proposiciones que sean ventajosas a la obra, para que así las admita el cabildo. El cabildo aprueba una nueva propuesta por la que Aguirre se obliga a la saca y conducción de la piedra de Alhama para el cerramiento de las bóvedas principales, "dando en este primer año ocho mil pies y diez mil en los siguientes, hasta la conclusión de dichas bóvedas a satisfacción del maestro y aparejador, arrimada al muelle, como la de Almayate, al precio de cuatro reales y medio el pie cúbico."
Ya en Septiembre de 1756, Pedro Aguirre es asentista de las canteras de Almayate, Alhama y Nerja y pide que cuando el barco se halle cargado en Torre del Mar y no pudiese arribar al puerto de Málaga por vientos contrarios, se le socorra con mil quinientos reales por cada barcada en estas circunstancias.
El acta del cabildo catedralicio del 21 de Enero de 1757, recogiendo los problemas que se van dando en relación al transporte de la piedra de Alhama, dice textualmente: "El señor lectoral, diputado de la obra, hizo presente estar informado por el aparejador que pasó a reconocer las canteras, tener sacada mucha piedra el asentista Pedro de Aguirre, que no puede conducirse a la obra por los continuos malos temporales y ser ciertos los utensilios que constan de su papel, con cuyo valor y el de la piedra, en cualquier contingencia, no puede padecer quebranto la obra, mayormente estando existente la fianza de los dos mil pies de piedra que dio en su primer asiento, añadiéndose muy conocido el beneficio que hace a la obra la piedra de Alhama, y que sin socorrerle semanalmente y en las baradas no le es posible seguir en sus asientos, en cuyo caso podrá padecer más la obra."
El cabildo delibera ampliamente sobre esta situación y acuerda que los diputados que están nombrados para tratar estos asuntos con el obispo, trasladen el mismo a éste, y mientras tanto se continúe dando al asentista los socorros semanales de ayuda económica que hasta aquel momento se le venían proporcionando.
En Julio de 1757 se trata sobre el aumento que pide el asentista de la piedra de Alhama, se dice que ésta es mejor que la de Almayate para los trabajos que se realizan, pero que la de la nueva cantera de Nerja es aún más adecuada, al final se acuerda aumentar en medio real el pie cúbico de la piedra de Alhama que se entregase aquel año para las pechinas.
La última referencia que nos transcribe el padre Andrés Llordén de las actas del cabildo catedralicio en relación a la piedra de Alhama, la correspondiente al 23 de Junio de 1757, dice textualmente: "Los diputados de la obra propusieron que Pedro de Aguirre, asentista de las canteras de la obra, no puede conducir la piedra de la de Alhama por el precio que tiene hecha la obligación y para cumplirla y que surta con brevedad la obra de los seis mil pies de piedra que necesita de esta cantera, fuera conveniente aumentar medio real en cada pie, porque, de otra forma, además de no poder costearlo, tardará mucho hacer el surtimiento de esta piedra en la obra, y se mando dar llamamiento para resolver".
Esta es, en síntesis, la aportación de piedra de las canteras de Alhama para la construcción de la magnífica catedral de Málaga. De este modo, al igual que sucede con tantos y tantos importantes monumentos repartidos por toda la geografía andaluza, la piedra de Alhama, como ha sucedido también con los históricos maestros picapedreros de esta ciudad, a lo largo de los siglos y hasta nuestros mismos días han contribuido en gran medida a la mejor realización y culminación de importantes construcciones histórico-artísticas. Maestros canteros alhameños tan magníficamente representados en nuestro tiempo por el inolvidable, como tal y como persona, Antonio Escobedo y, en la actualidad, por su alumno más aventajado que se ha convertido igualmente en reconocido maestro del arte de labrar la piedra, Jose Andrés Ciruela, ya con importante obras y realizaciones en esta materia, repartidas por toda Andalucía comenzando por Alhama, en su haber.
Las canteras de que se sacaron las piedras, jaspes y mármoles son: De el Prado; alta y baja = De Churriana. = Yeseras = Torremolinos = de Dª. Blasia = de Sancho Melendez = Sierra de Mixas. = de los Angeles = S. Antón. = Gibralfaro. = Sierra de Elvira = Filabres = Forcales de Antequera = Y de Cabra."
Ya entrado el siglo XVIII, contándose con fondos para su financiación, se reanuda el interrumpido proyecto renacentista. En 1722, se presenta el proyecto para la fachada principal, siendo la idea la de comenzar por los pies del templo hasta alcanzar el crucero ya construido.
En 1735 estaba prácticamente finalizado el cuerpo bajo de la fachada y de las torres inmediatas. En la década siguiente se encontraban casi completos los flancos del templo y, hacia 1755, se trabajaba en las bóvedas.
La piedra que se había venido empleando hasta 1744 había sido obtenida de las canteras de Antequera, con su célebre piedra colorada, Churriana de Málaga, Las Yeseras del Prado de San Telmo, de la de asperón de los cerros junto al convento de Los Angeles y del Castillo del Marqués junto a Vélez-Málaga - Almayate. Concretamente, el segundo cuerpo de las torres, en 1731, comienza a elevarse con piedra de la cantera de Almayate.
En Julio de 1744, como recoge en su obra "Historia de la construcción de la Catedral de Málaga" el padre Llordén, de la que obtenemos la mayoría de los datos de este artículo, se considera que la piedra de la cantera de Almayate no es la más apropiada, tanto porque su calidad no es la adecuada para la obra que se realiza como por lo costoso que estaba resultando su saca, por lo que se propone como las mejores a tal fin, las que se "Había descubierto junto a Alhama y Churriana, ésta para macizos y aquella para labrar, que una y otra es más ligera que la de Almayate, y como tal la que se requiere para seguir los arcos y correr las bóvedas, conforme a toda arquitectura, y podrá tener mucho menos costa a la obra trayéndola por asiento".
El 17 de Agosto de ese mismo 1744, los encargados de examinar la realidad de las referidas canteras de Alhama y Churriana, informan de la bondad de la de Alhama y ventajas que supone seguir la obra con piedra de esta cantera y de la de Churriana, aunque también se indica al cabildo que se ha descubierto un nuevo banco en Almayate con el que se puede proveer a la obra de piedra para muchos años, no siendo ésta piedra muy diferente a la de Alhama en lo que a peso y calidad se refería, aunque la de Alhama era más blanca y algo más dura lo que no la haría fácil al pico como sucedía con la de Almayate.
Nueve días después se vuelve sobre la cuestión y el cabildo no halla demostrables las ventajas del costo de la piedra de Almayate en relación con el que se ofrece en el asiento por la de Alhama y Churriana, así el 16 de Septiembre siguiente se decide que se traiga piedra de Alhama para la construcción de la Catedral de Málaga.
Tras varias gestiones con distintos asentistas, se acuerda, ya en Marzo de 1745, que "pasen seis hombres de la cantera de Almayate por quince días, para hacer juicio del costo que tiene y pueda servir para el nuevo asiento y no para tomarla de cuanta de la obra, por no serle conveniente en tanta distancia y por otras prudentes consideraciones."
El último día de aquél mismo mes de Marzo, el cabildo restablece en el asiento de la piedra de Alhama a Fernando Fraile y dispone que no se gaste en la obra otra piedra de labor que no sea de Alhama.
Ante la reducción de los medios económicos con los que se venía contando, a mediados de Julio de 1745, se decide que sea aprovechada toda la piedra ya sacada de la cantera de Almayate, quedando en suspenso temporalmente los asientos de Alhama y Torremolinos.
Medio mes después, al observarse que no quedaría proveída la obra de piedra para el primer trimestre de 1746, se acuerda "se traigan seis barcadas de piedra de Alhama, por la dificultad que habrá de conducirla después, y por ahora mandó cesar el saque de asperón, por no ser necesario, quedando solo cuatro hombre en la cantera para desbaratar la piedra sacada y cargarla en los carros, que deberán traerla a la obra antes del invierno, por lo mucho que se descompone en el camino con las aguas".
La piedra de Alhama se transportaba hasta Torre del Mar y, desde allí, en barco, hasta Málaga. Lo de los carros, en lo que aquí podemos entender de Alhama a Torre del Mar, puede ser un error en la redacción o en su transcripción, dado que el camino existente entre Alhama y Vélez-Málaga, lo era de herradura y, a no ser con unas características muy peculiares, difícilmente era apropiado para carros, por lo que se debían utilizar recuas de mulos. No obstante, estamos sobre esta cuestión para resolverla con mayor certeza.
Nuevamente, el 17 de Noviembre de aquél año, se pone en duda cual es la mejor piedra si la de Alhama o la de Almayate, vuelve a suspenderse la saca de la de Alhama "...y que solamente se conduzca la que se halla en la playa, con la cual y con la que falta por traer de Alhama se continuará en la obra hasta finales de Marzo del año que viene", lo que no sería así, pues, tan solo una semana después, se observan que sólo cuentan con piedra para trabajar unas semanas más, por lo que tiene que recurrirse a la cantera de Almayate "considerando no es tiempo de proveer la obra de piedra de la cantera de Alhama."
Otro informe, este de 2 de Diciembre de 1745, concreta que con la piedra existente en el taller y las que hay en las canteras de Alhama y Almayate, se podrían "enrasar la fachada con las torres y seguir el otro costado", proponiéndose que "En costado de la iglesia que se ha de proseguir, tantear y trazar las piedras, de modo que, por la parte de dentro, se siente las que hubiese de Almayate, para que diga conformidad con el otro costado y, por el lado de fuera, la de Alhama."
El asentista de la piedra de Alhama, el 10 de Febrero de 1746, solicita al cabildo que no se le descontasen los ciento cincuenta reales que estaba acordado que se le restarían en cada una de las cuatro barcadas que debía traer para trabajar en la obra hasta el siguiente mes de Abril, a lo que se accedió comprometiéndole a que no perdiese tiempo en las que había de traer después, hasta que reintegrase a la obra la totalidad de la cantidad que recibió al formalizarse el asiento, cien doblones.
Aunque a finales de Julio de aquel mismo año el cantero Juan Raíz ofrece al cabildo treinta barcadas de piedra de labor de la cantera de Almayate, a muy buen precio, a un real y tres cuartos el pie cúbico puesta en el barco, se decide que también se siga trayendo la de Alhama para seguir la uniformidad en los costados, y para que hubiese "igualdad y correspondencia en lo trabajado".
El 12 de Septiembre de 1746, el diputado de la obra Barbán informa que para levantar los pilastrones, sobre los que habían de arrancar los arcos para correr las bóvedas, no era adecuada la piedra de Alhama ni la de Almayate.
Días después, el asentista de Alhama, que aún debía de los cien doblones que recibió mil trescientos reales, vuelve a solicitar dinero, "doscientos reales para aderezar los carriles con los cuales deberá mil quinientos reales, que satisfacerá a setenta y cinco en cada barcada, desde marzo del año próximo." Aquí, volviendo al tema de los carros, podemos pensar sobre la posibilidad de los mismos.
Durante los años siguientes, se sigue suministrando piedra de la cantera de Alhama y, sobre todo, de la de Almayate, hasta que en Marzo de 1753 se informa sobre la falta de piedra en esta última, por lo que se busca nueva cantera en este mismo lugar y se consigue en Noviembre del año siguiente.
En marzo de 1755, los diputados de la obra informan que no se puede llevar con la agilidad deseada los trabajos a consecuencia de la falta de piedra franca para el seguimiento de las bóvedas y cubos, no dando la calidad deseada al respecto la piedra de la cantera de Almayate, por lo que se hacía necesario recurrir a la piedra de Alhama para el seguimiento de las bóvedas, "...El cabildo determinó que no había inconveniente hacer nuevos descubrimientos y acordó se surta la obra en la necesidad presente de la piedra de Alhama, siendo de la aprobación de los maestros y diputados, procediendo para ello las diligencias practicadas antecedentemente."
Exactamente un mes después, se da noticia de como en virtud de los edictos en relación a la piedra de la cantera de Alhama, aparecen Pedro de Aguirre, asentista de la de Almayate, y Fernando Fraile, haciendo posturas, obligándose a dar sesenta mil pies de piedra, en no mucho tiempo, arrimar esta al muelle nuevo de la ciudad, a cinco reales y medio, el primero, y a cinco, el segundo, aunque con diferentes condiciones que fueron ampliamente debatidas por el cabildo catedralicio, llegándose a la conclusión de que era mucho más ventajosa la oferta de Fraile, la que admitió no moderarla a cincuenta mil pies como ésta pedía y con la exclusión de la condición de ser de cuenta de la obra la pérdida de la barcada por naufragio o hundimiento del mismo barco.
Días después, ya en Mayo de 1755, se informa sobre la buena calidad para las bóvedas de la piedra de la nueva cantera de la costa, la del Cerro del Platero, también en el partido de Almayate, la que se ofrecía a cuatro reales y medio el pide cúbico puesto en el muelle, y, a pesar del buen precio, se seguía recomendando la de Almayate y Alhama.
También en este mes de Mayo se recomienda piedra de una nueva cantera, la de Dalias, para las cuatro bóvedas principales, por su calidad y menos peso que la de Alhama, la que también se ofrecía a cuatro reales y medio el pie aunque con ciertas condiciones. Pero, ya el 30 de Junio de 1755, se informa al cabildo que no se trabaja en las bóvedas principales por no cumplirse el asiento de la cantera de Dalias, volviendo a ponerse de relieve que la adecuada era la de Alhama y la de Almayate, especialmente la primera para las bóvedas, por lo que se acuerda que se trajese la de Alhama.
En Noviembre, el lectoral diputado de la obra propone que, al ser costosa la saca de piedra de Alhama y su conducción al muelle, que Pedro de Aguirre, asentista de la de Almayate haga también asiento de la de Alhama, con proposiciones que sean ventajosas a la obra, para que así las admita el cabildo. El cabildo aprueba una nueva propuesta por la que Aguirre se obliga a la saca y conducción de la piedra de Alhama para el cerramiento de las bóvedas principales, "dando en este primer año ocho mil pies y diez mil en los siguientes, hasta la conclusión de dichas bóvedas a satisfacción del maestro y aparejador, arrimada al muelle, como la de Almayate, al precio de cuatro reales y medio el pie cúbico."
Ya en Septiembre de 1756, Pedro Aguirre es asentista de las canteras de Almayate, Alhama y Nerja y pide que cuando el barco se halle cargado en Torre del Mar y no pudiese arribar al puerto de Málaga por vientos contrarios, se le socorra con mil quinientos reales por cada barcada en estas circunstancias.
El acta del cabildo catedralicio del 21 de Enero de 1757, recogiendo los problemas que se van dando en relación al transporte de la piedra de Alhama, dice textualmente: "El señor lectoral, diputado de la obra, hizo presente estar informado por el aparejador que pasó a reconocer las canteras, tener sacada mucha piedra el asentista Pedro de Aguirre, que no puede conducirse a la obra por los continuos malos temporales y ser ciertos los utensilios que constan de su papel, con cuyo valor y el de la piedra, en cualquier contingencia, no puede padecer quebranto la obra, mayormente estando existente la fianza de los dos mil pies de piedra que dio en su primer asiento, añadiéndose muy conocido el beneficio que hace a la obra la piedra de Alhama, y que sin socorrerle semanalmente y en las baradas no le es posible seguir en sus asientos, en cuyo caso podrá padecer más la obra."
El cabildo delibera ampliamente sobre esta situación y acuerda que los diputados que están nombrados para tratar estos asuntos con el obispo, trasladen el mismo a éste, y mientras tanto se continúe dando al asentista los socorros semanales de ayuda económica que hasta aquel momento se le venían proporcionando.
En Julio de 1757 se trata sobre el aumento que pide el asentista de la piedra de Alhama, se dice que ésta es mejor que la de Almayate para los trabajos que se realizan, pero que la de la nueva cantera de Nerja es aún más adecuada, al final se acuerda aumentar en medio real el pie cúbico de la piedra de Alhama que se entregase aquel año para las pechinas.
La última referencia que nos transcribe el padre Andrés Llordén de las actas del cabildo catedralicio en relación a la piedra de Alhama, la correspondiente al 23 de Junio de 1757, dice textualmente: "Los diputados de la obra propusieron que Pedro de Aguirre, asentista de las canteras de la obra, no puede conducir la piedra de la de Alhama por el precio que tiene hecha la obligación y para cumplirla y que surta con brevedad la obra de los seis mil pies de piedra que necesita de esta cantera, fuera conveniente aumentar medio real en cada pie, porque, de otra forma, además de no poder costearlo, tardará mucho hacer el surtimiento de esta piedra en la obra, y se mando dar llamamiento para resolver".
Esta es, en síntesis, la aportación de piedra de las canteras de Alhama para la construcción de la magnífica catedral de Málaga. De este modo, al igual que sucede con tantos y tantos importantes monumentos repartidos por toda la geografía andaluza, la piedra de Alhama, como ha sucedido también con los históricos maestros picapedreros de esta ciudad, a lo largo de los siglos y hasta nuestros mismos días han contribuido en gran medida a la mejor realización y culminación de importantes construcciones histórico-artísticas. Maestros canteros alhameños tan magníficamente representados en nuestro tiempo por el inolvidable, como tal y como persona, Antonio Escobedo y, en la actualidad, por su alumno más aventajado que se ha convertido igualmente en reconocido maestro del arte de labrar la piedra, Jose Andrés Ciruela, ya con importante obras y realizaciones en esta materia, repartidas por toda Andalucía comenzando por Alhama, en su haber.