Entrevista a Leopoldo Espínola, ganador del LIII Certamen Literario Ciudad de Alhama



«Este premio viene a decirme que voy por buen camino»
La entrega de premios del certamen literario se hace este viernes, a las ocho y media de la tarde, en el salón de actos del ayuntamiento de Alhama.

 Nació hace 47 años en Alanís, un pueblo enclavado en la Sierra Morena sevillana. Aquí colaboró en su juventud en la explotación de vacas suizas de su padre y guardando cerdos y ovejas. Tras trabajar en la Expo del 92 regresó para hacerlo en el olivar y más tarde en la construcción. Después estudiaría Contabilidad Financiera e Informática al tiempo que comienza a dar forma a sus primeros poemas dedicados al fallecimiento de un paisano o a la 'Madrugá' del Jueves Santo de Sevilla. Desde 2007 ha participado en numerosos certámenes literarios con buenos resultados, el último el 53º de la Biblioteca Municipal de Alhama de Granada en el que se ha alzado con el primer premio de poesía que recogerá el viernes, 10 de julio (20:30 h), junto al resto de galadornados que han sido María Castillo Vidal, premio Tema Alhameño por «Y de casualidad… me encontré contigo», Juan Alfredo Martin Ochoa, premio Comarcal Juvenil por «Donde las sombras tiemblan», Silvia Ochoa Rodríguez, Premio local infantil 'Conde de Tendilla' por «El secreto de Alhama» y Marta Pinos Gallego Premio local infantil 'Cervantes' por el texto «Bruno descubre Alhama»

- ¿Qué supone para usted la consecución de este primer premio?
- Desde hace tres años, coincidiendo con mi participación como jurado en los Premios de Poesía Carmen Merchán Cornello de Cazalla de la Sierra, mi corta travesía por estos mares de la lírica ha dado un vuelco. Haber compartido y conocido a grandes poetas del panorama actual como Rafael Soler, José Luis Morales, Francisco Caro, Antonio Daganzo, Ana Ares, me descubrió un mundo poético distinto, lejano del que yo habitaba, digamos que totalmente desconocido. Ese cambio se ha reflejado en mi manera de entender la poesía y, por supuesto, de escribirla. Creo que este premio viene a decirme que voy por buen camino, que ese cambio ha sido positivo.

- Tanto sus primeros poemas como el ganador 'Nombres para una fiesta', tiene un trasfondo triste (muerte de un amigo, fusilamientos durante la guerra civil) ¿Le inspiran más los temas luctuosos?
- No necesariamente, he escrito incluso una Liras al Gazpacho... Aunque sí me afecta el sufrimiento de las personas ante cualquier circunstancia adversa y me llama a analizarlo, a describirlo, a intentar mitigarlo escribiéndolo... Digamos que puede ser un mecanismo de defensa, de desahogo, no sabría explicarlo. Pero ahí y está, y es algo a lo que no le he intentado poner coto nunca. Me hace sentirme bien.

- ¿Cómo surgió este poema 'Nombres para una fiesta?
- Vaya por delante que nací en el seno de una familia de tradición liberal conservadora: mi abuelo Leopoldo Guzmán Álvarez poeta, sastre y fraile terciario franciscano; mi madre católica practicante, creo que esperaba verme cantar misa alguna vez... Eran otros tiempos. Yo me considero en el centro de izquierdas y derechas, comparto algunas cosas de las dos Españas que Machado tan acertadamente definió, pero no quiero que me hiele el corazón ninguna de las dos. En mi casa, como en otras muchas, la guerra y sus acontecimientos más deleznables eran tabú. No hace mucho, una vecina del pueblo que vivió todo aquello con 16 años, me contó aquellos hechos ocurridos el 8 de septiembre de 1936 y que después he sabido, no ocurrieron solo en mi pueblo, sino que fue una fecha festiva aprovechada para silenciar muchos fusilamientos en muchos lugares. Analizando y colocándome en la piel de aquellos para los que ese 8 de septiembre no es un día festivo, me surgió la necesidad de contarlo, de expresarlo de algún modo.

- Imaginamos que el episodio narrado que sucedió el 8 de septiembre de 1936 ocurrió en su pueblo ¿Es así?
- Alanís tenía por aquellas fechas alrededor de 4500 habitantes. En el día de la patrona, festividad que compartimos con Granada desde los Reyes Católicos y las guerras contra los moriscos, solo allí fueron fusilados 14 vecinos. También tengo conocimiento de casos similares en Llerena, El Saucejo, Montilla...

- En su reseña biográfica admite haber cometido tres grandes errores en su vida? ¿Cuáles son y porqué los considera de esta forma?
- Siempre he sido una persona impulsiva y esta actitud en la vida, pues no siempre me ha llevado por la senda más acertada. Tomar decisiones conlleva riesgos. El primero de todos fue abandonar los estudios con 16 años. El segundo se llamó 'Patio Interior', un libro escrito en mis comienzos, animado por la buena fe de los cercanos, legos como yo del mundo editorial, espoleado por mi propia vanidad, que es el peor enemigo del poeta, o de cualquier artista... Un libro que dio comienzo a una etapa en mi vida poética, por llamarla así, en la que uno, porque ha escrito algunas cosas bellas e interesantes, se cree digno de alabanzas. Una etapa que creo haber cerrado con el tercero de mis errores: la autoedición de otro libro, 'EL Reloj de Letras', lleno de prisas y sin asesoramiento alguno. Para alguien que pretende seguir en este mundillo de la escritura, las prisas son peligrosas.

- ¿Tiene página web o blog personal?
- Lo tuve en solitario cuando necesitaba constantemente publicar mis cosas para el "me gusta, qué bonito, qué maravilloso, qué bien escribes..." Ahora junto con otros miembros de la Asociación Literaria de Alanís y Sierra Norte (ALAS), llevamos otro blog (alasdealanis.blogspot.com) en el que además de algunos poemas y relatos, también colgamos artículos de opinión y nuestras actividades. Además en Facebook también tenemos una página en la que únicamente se comparten temas literarios de interés, en ocasiones algo de otras artes, y a la que invito a visitar a todos los granadinos y alhameños que nos lean.

 

AUTOPRESENTACIÓN

 Soy natural de Alanís, provincia de Sevilla. El más pequeño de cinco hermanos, nací un 28 de agosto, a eso del mediodía en el nº 3 de la calle Juan de Castellanos; exactamente en la misma casa en la que vivo 47 años después. Cuando rellenaba la matrícula para mi colegio de primaria, en la casilla “Profesión del Padre” anotaba “Ganadero” y en la de la Madre: “Sus labores”.

 Alanís es un pequeño pueblo de apenas 1900 habitantes enclavado en la Sierra Morena Sevillana, herido gravemente por el desempleo y la progresiva despoblación, como tantos otros pueblos del Sur de España. Pero no por ello deja de ser un pueblo hermoso, alegre, cordial y acogedor con sus visitantes. Cerca de él estudié Bachiller, a empujones, en la vecina Cazalla de la Sierra. Apenas tuve el título en mis manos decidí que ya era hora de ganar dinero. Dijo en cierta ocasión el ya desaparecido, gran poeta, flamencólogo y guitarrista Félix Grande, que “no hay mayor humildad que la del hombre que al relatar su vida enumera primero las veces en las que se perdió o se equivocó”: dejar de estudiar fue mi primer gran error. Así que con 17 años ayudaba ya a mi padre en su explotación de vacas suizas, guardando cerdos y ovejas... Y a los 19, cansado de las órdenes continuas y de la dureza del trabajo en el campo, las oportunidades que ofrecía la cercana Expo del 92 en Sevilla, me arrancaron del pueblo. Ya no volvería hasta finales 1993; esta vez para empleos en el olivar y, más tarde, para la construcción.

 En 1998 me fui a Canarias, a Tenerife, para vivir con la que hoy es mi mujer. Allí, mientras trabajaba de repartidor en una ferretería, estudié Contabilidad Financiera e Informática. Conseguí empleo como Contable en la Tesorería de algunas Comunidades de Aguas. En 2003 regresamos a Sevilla y nos establecimos en Mairena del Aljarafe. Tras trabajar en la logística de varios almacenes, en 2008, cuando la estabilidad laboral por fin era una realidad en mi vida, la crisis me cortó las alas, como a muchos otros españoles.

 No sin esfuerzo y aguantando varios años de separaciones por las interinidades, mi mujer, Licenciada en Filología Hispánica, aprobó las oposiciones y consiguió su plaza cerquita de Alanís, en Guadalcanal. Aquí convivimos con nuestra hija de 5 años. Ahora cuando en el colegio me piden rellenar la solicitud de matrícula de la pequeña, en la casilla Profesión del Padre anoto: “Sus labores”.

 Durante todo este tiempo la poesía me fue lanzando pequeñas señales a las que yo apenas respondía. Creo que la primera vez fue, cumplidos los 18 años, en febrero de 1987. Entonces, inesperadamente, falleció un joven de 24 años y conocido mecánico vecino de Alanís. La noticia estremeció a la población. Creo recordar que fue cuando sentí necesidad de escribir por primera vez. Aún me quedaban rescoldos teóricos de las clases de Lengua en la segunda etapa de primaria, las nociones de métrica y rimas necesarias para construir aquellos octosílabos elegíacos que apenas recuerdo, y que creo le regalé a la madre del malogrado muchacho.

 No volví a escribir, que yo recuerde, hasta que, meses después, tras volver de la “Madrugá” del Jueves Santo en Sevilla, mientras almorzaba después del ordeño, recordando el paso por la Plaza del Duque de La Macarena, construí un romancillo que, años después, planchado y agrietado por llevarlo guardado en la cartera, regalé a un amigo hermano de esta cofradía. Por supuesto, nunca volví a saber de este poema.

 Ya no escribí más hasta que conocí a mi mujer en el 98. Pero será en 2002, estando yo en Canarias, tras fallecer mi madre, cuando comienzo a asimilar que mi verdadera vocación es la escritura.

 Hilvano sonetos, a veces sin mucho control; y en 2007, animado por una antigua compañera de BUP y bibliotecaria, participo y gano el Premio Local del V Certamen de Poesía Carmen Merchán Cornello de Cazalla de la Sierra con cinco sonetos llamados El Manantial (2007). Meses después quedé finalista en el primer (y último) Certamen para Andalucía de Poesía Ecológica “Educa Verde” con el poemario El Arancel. Ese mismo año, el Ateneo de Sevilla selecciona para el Pliego Literario de su Curso sobre Temas Sevillanos mi “Romance del Costalero”.

 Fue entonces cuando la asociación Raíces de Andalucía de Viladecans, una asociación de emigrantes extremeños y andaluces en Cataluña, me ofreció editar un libro de poemas. Accedí ilusionado, pero sin conocer nada del mundo editorial, y escasamente del de la poesía nacional, sin asesoramiento alguno ni yo, ni mis mecenas. Nació Patio Interior en 2008, con la Tierra Hoy Ediciones. Fue el segundo error de mi vida.



 Estos pequeños reconocimientos me hicieron perder el rumbo. Quería ganar más certámenes. Buscaba en otros autores lo que me faltaba a mi. Leía con obsesión a Juan Carlos Mestre; no entendía a Girondo, ni a Pizarnik… Me quedé atónito ante los Nueve Novísimos de Castellet, que con el tiempo resultaron ser “grandes poetas” a los que sigo. Poco a poco iba descubriendo otros poetas, otros estilos de poesía, y a la vez, mis propias limitaciones. Mientras quemaba mis horas asistiendo a talleres de escritura creativa, me ofrecen ser pregonero de la Semana Santa de Alanís 2009. Pregón que autoedito ese mismo año.

 Poco después, en un taller de narrativa compruebo que no se me da mal. Gano el premio de Relato Corto Castillo de Cortegana 2009. Paradójicamente, el de poesía lo ganó un prosista habitual, Juan Carlos Pérez López. Allí conozco a Hipólito G. Navarro, que me muestra su Pez Volador y a Julio Cortázar, desconocido para mi. Dejo al margen la poesía para comenzar a forzar relatos.

 Ya de vuelta en Alanís, con otros artistas, en noviembre de 2009 fundo la Asociación Literaria de Alanís y Sierra Norte “ALAS”. En ella organizamos dos certámenes de Poesía: uno, en principio para colegios, ahora para adultos también, el Juan de Castellanos, que llegó este año a su VI edición; y otro solo para adultos de Poemas de Navidad: Leopoldo Guzmán Álvarez, que lleva ya IV años y del que se ha editado una I Antología.

 Impaciente por publicar, maqueto un compendio de todos los “poemas” que tenía y los mando a decenas de editores, sin recibir respuesta. Pero la vanidad, que tiene prisas por exhibirse, es el peor enemigo del poeta. Meses después lo autoedito cometiendo el tercer y más grande de mis errores: se llamó El reloj de letras, Bubok 2011.

 He publicado algunos relatos en antologías de cuentos y, este año 2015, han seleccionado para la Antología Poética “El vuelo de la palabra” que edita el Ayuntamiento de Badajoz, un poema dedicado a mi abuelo “El sastre de Alanís”.

 En cuanto a colaboraciones, todos los años participo en las Revistas de Ferias y Fiestas de la comarca y trimestralmente en la revista Aldaba de la Asociación Itimad de Sevilla.

 Sin embargo lo que más me ha ayudado en mi evolución como poeta, como persona, es que la Asociación Carmen Merchán Cornello, a cuyo frente se encuentra el poeta, librero y amigo personal, Eduardo Merino, me llame cada año desde 2012 para el Jurado de los Premios de Poesía que entregan los meses de agosto, y desde hace trece, en Cazalla de la Sierra. Ahí entro en contacto con grandes poetas del panorama madrileño actual. He conocido a Rafael Soler, a Antonio Daganzo, al joven Alejandro Martín Navarro, a José Luis Morales, a Antonio Parrón… Y a Francisco Caro, crítico y gran poeta manchego, redactor y administrador de un blog, Mientras la Luz, en el que, a veces a modo de taller, se toma la molestia y la valentía de abrir los ojos y el corazón a los que, como yo, comienzan en la poesía. De sus consejos he aprendido el camino a seguir, buscar mi voz propia en las palabras, en la poesía. De esta cura de humildad voy despertando, naciendo como poeta renovado… En estos tres años descubro que ser poeta no es un oficio que se pueda aprender en manuales. Ser poeta es una forma de vida, de vida en libertad, de subsistencia, es una necesidad, una respuesta humilde y sincera ante un estímulo, un recuerdo, un vacío…, para el que el mundo no tiene, o no quiere explicación. Es entonces cuando envío al LIII Certamen de Poesía Ciudad de Alhama Nombres para una fiesta. Espero que esta vez no haya vuelto a equivocarme.

 El ambiente del pueblo, muchas veces de espaldas a la cultura, a la lectura, al arte…, y el oficio de “padre”, son difíciles de combinar con la vida de poeta. Pero es lo que me gusta hacer y no tengo prisas. Últimamente, aunque mi pequeña no me deja mucho tiempo, leo mucho más que escribo. Siempre están por mi escritorio, además de los poetas citados anteriormente: el colombiano William Ospina, Joan Margarit, Eladio Cabañero, Elvira Daudet… El hecho de vivir en mi pueblo natal, me hace descubrirme escudriñando en el pasado, en el de mi pueblo, en el mío, en el de mis padres y abuelos, intento dar explicación a los hechos, a los episodios sobre los que se construye la vida de esta gente, andaluces casi extremeños; buscando también en el origen de las tensiones político-sociales que nos llevaron a la guerra en el 36, y que, aunque queramos negarlo, siguen ahí, como siguen muchos desaparecidos desde aquella terrible fecha; como una enfermedad crónica de nuestro país. Enfermedad que tiene sus días, sus períodos de calma y de crisis; y que no debemos olvidar nunca. Ya nos costó muchas vidas y tragedias como para que vuelva a repetirse. Es en este ambiente donde se fragua Nombres para una fiesta. El poema que hoy me lleva lleno de honor y gratitud, cargado de ilusiones y de esperanzas hasta Alhama de Granada. 

 

(NOTA: ALHAMA COMUNICACIÓN publicará el texto premiado junto con la noticia de la entrega de premios)

Redacción gráfica: Luis Narbona.