Últimas estaciones para la nostalgia. (Imagen tren de cremallera circulando hacia Ventas de Zafarraya)
08/01/2006.- Les preguntaban si como la vía tenían el corazón hecho de pedernal y acero. «Pero los ferroviarios también somos hombres y nos une algo especial con el tren», dice Miguel Aragonés a sus más de setenta años. Los ojos se le anegan en lágrimas al recordar a su padre, el último jefe de estación de Periana. A él sólo lo vio llorar el fatídico día de agosto de 1957. Se suspendió el servicio ferroviario que unía Vélez-Málaga con Ventas de Zafarraya.
Un telefonema desde la Compañía de Ferrocarriles Suburbanos S.A., propietaria de la línea, partió por la mitad su corazón. Instaban a Miguel Aragonés padre a que diera el último banderazo de salida al vapor. Doscientos vecinos lo despidieron. «'¿Le voy a dar la salida al tren y nunca más veremos subir esa máquina por la ladera!', dijo. No tuvo ni fuerzas para tocar el silbato», cuenta el hijo. Ese tramo desapareció cuando los 35 kilómetros entre Málaga y Vélez-Málaga empezaron a ser enlazados con nuevos automotores diesel, la 'cochinita', que sustituyó al vapor.
Sinuosas carreteras serpentean de Vélez-Málaga a Ventas de Zafarraya, ya en Granada. Unen Trapiche, La Viñuela, La Matanza, Periana..., núcleos que algún día el tren enlazó. «Ahora, el asfalto anda sobre tramos por los que la plataforma ferroviaria discurría», explica Cristóbal Rojas, secretario de la Plataforma Malagueña en Defensa del Ferrocarril, una asociación que agrupa a unas 200 personas.
Este jubilado de RENFE, dibuja de memoria el trazado de aquel tramo de cremallera que empezó a funcionar en octubre de 1921. «Fue de los primeros de España -matiza-. Arrancaba en esta estación de La Viñuela y, en tres tramos, con tres descansos y pendientes de entre el siete y el 27%, paraba en La Matanza, Periana, Marchamona y Ventas de Zafarraya». Una lección que imparte por un sueño. Lo desvela mientras clava sus ojos en La Cuna de Zafarraya: «Queremos recuperar el tren de cremallera».
El carbón y el vapor se llevan en la sangre. Como su padre, Miguel Aragonés estuvo trabajando en el tren, aunque como interventor. «Sí, ese es el que te pica el billete, el revisor -aclara-; aunque luego también estuve haciendo muchos relevos de jefes de estación». Recorrió casi todas las paradas desde Ventas de Zafarraya -que sube a 945 metros por encima del nivel del mar- hasta la estación central, donde está la Autoridad Portuaria
Como los 500 trabajadores de la compañía de suburbanos -que además tenía las líneas a Coín y Fuengirola- se echó a temblar cuando aparecieron las carreteras, los coches y, sobre todo, los autobuses de Alsina Graells. «En el 60 me fui al Banco de Jerez y me olvidé del ferrocarril», suspira.
Un cruce de vías, la del antiguo tren con la carretera a Periana, le devolvió la ilusión. Allí está el apeadero de La Matanza. «Aquí estaba cuando yo me jubilé. Abandonado: lleno de sacos, de chatarra, de abonos...», explica. Lo compró al Estado por tres millones de pesetas. No vive allí, pero sí su sueño. «¿Me la alquilan para que se convierta en discoteca, 500 personas caben!». No es venderse, hay una clausula 'sine qua non': «La decoración la pongo yo: la antigua campana del apeadero, el farol, mis fotos del tren... Y el nombre, se llamará Estación de Matanza».
Utopías posibles
Presente y futuro enfrentan a Miguel Aragonés y Cristóbal Rojas, que discuten bajo la campana del apeadero. «¿Quién crees que va a recuperar un tren así? ¿No es rentable!», escupe Aragonés. A Rojas le vienen a la mente imágenes del valle de Nuria y Montserrat, en Barcelona, donde se han recuperado líneas similares con fin turístico.
Cristóbal Rojas sube al coche inquieto. Preferiría caminar por la antigua vía o montar en su tren, «la vieja cremallera, que iba como gateando», sueña. Mira por la ventanilla. «Este último tramo de vía, desde Periana hasta Ventas de Zafarraya, se puede hacer todavía a pie, en bicicleta o en coche», señala. Son once kilómetros que ni siquiera se han molestado en convertir en vía verde. Antes, las tres antiguas máquinas belgas SLM 030T mixtas, de adherencia y cremallera, subían desde La Viñuela en dos horas y 25 minutos. «¿Lo que se tarda ahora!». Desde Málaga, invertían cuatro horas y 25 minutos.
Fuente: Terra Actualidad
Foto antigua: Archivo histórico de la Fundación de Ferrocarriles Españoles
Foto antigua: Archivo histórico de la Fundación de Ferrocarriles Españoles
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