La cruz de piedra, que data de 1690, ha sido nuevamente objeto de un acto vandálico.
Ayer, 5 de agosto de 2016, nos llegaban las imágenes y las informaciones, con la normal indignación de las personas que pasaron por el lugar, al ver la cruz que hay al empezar la recta de la carretera de Játar, nuevamente destrozada.
No es la primera vez que ocurre, también algo parecido ocurrió el 7 de diciembre de 2008, cuando también nos hicimos eco de la noticia, a la que pueden acceder desde aquí, y prácticamente el hecho ha sido igual al anterior.
Sentimos vergüenza antes estos acontecimientos tan lamentables, el hacer daño por hacer daño, el destruir nuestro patrimonio y nuestra historia con total impunidad sin reparar en el sentido de las cosas, en la cultura recibida, en el patrimonio heredado, en lo que es de todos y lejos de dañar debemos proteger.
Esto no es cuestión ni de credos ni de ser religioso o no, es cuestión del sentido más elemental del respeto, porque también lamentamos los destrozos que los talibanes han causado a todo el patrimonio histórico de Siria, Irak, Afganistán, etc., en definitiva, allá por donde pasan, como este/estos vándalos inconscientes de actitudes violentas que en nada se diferencian de aquellos otros salvajes que se supone de creencias diferentes, pero como decimos esto tampoco es cuestión de religión.
En aquella ocasión la cruz se reparó, y quedó como estaba hasta ahora.
La cruz en su estado original
Noticia del 7 de diciembre de 2008
La cruz de piedra situada al principio de la denominada carrera de Játar, justo enfrente de la casilla de camineros, presentaba en la mañana del domingo, 7 de diciembre, este desolador aspecto.
Junto al pedestal aparede partida en dos partes este símbolo que por la inscripción sabemos que data de finales del siglo XVII, concretamente del año 1690. Ignoramos si se trata de un acto vandálico o por si el contrario se trata de un accidente fortuito. Este tipo de cruces era habitual colocarlas juntos a los caminos bien como protección a los caminantes o como recuerdo de las personas asesinadas o muertas en extrañas circunstancias.