Si en Granada el exotismo moruno ha llegado a convertir la ciudad de la Alhambra en un parque de atracciones exclusivo para el turista, donde la evolución de los tiempos sólo se considera políticamente correcto en extramuros, en Alhama no podía ser de otra manera.
La llave de la conquista cristiana de Granada cae en el esnobismo y la frivolidad sin plantear un lugar crítico y de debate sobre su espacio público.
La improvisación ciega a nuestros representantes públicos que ejercen su autoridad construyendo el "muro de Trump" alrededor del patrimonio, sin dar lugar a la reflexión y el debate. Se malgasta el dinero público para rescatar diseños nostálgicos del pasado como estrategia de éxito popular, sin tener en cuenta que este trasplante al presente se produce de una manera ineficaz y contradictoria.
El llamado ´poyo de los boyaos' en 1957, al fondo el paseo sin la fuente, que propondría su construcción el entonces alcalde, Jerónimo Castillo, el 30 de junio de 1958.
Un Paseo con trazado lineal barroco para una burguesía acaudalada inexistente que ahora viste con ropa de Zara y carece de riquezas para mostrar porque no llega a fin de mes. Es absurdo imaginar "el poyo de los boyaos", ahora el de los turistas "forraos", observando con sonrisa este Paseo de los Amish. Un fondo de escena que apunta como hito al tapial de un Castillo que nunca lo fue y que es tan ficticio como la misma Disneylandia.
Una fuente que ha recibido tanta admiración y protección al extremo de ser el peor estorbo funcional de este espacio y nadie se ha atrevido a emplazarla por miedo a atentar contra su decoro tratado con el cariño de la pintura "azul" piscina. Se pretende rescatar un decorado tan muerto como la época en la que nació, sin fundamento, sin atención a los problemas reales, patinando en el presente por su extemporaneidad.
Pero no se rescata quizá la valentía, aquella con la que se decidió reemplazar con una mínima lógica la pila de la carrera y que una canción de carnaval alababa. Eran tiempos donde los miedos se superaban con la mirada hacia adelante, con determinación, creando patrimonio acorde a los tiempos y superando la enfermedad del pasado.
Juan Moya. Arquitecto.
El Paseo del Cisne en los años 70.