Tras la lectura del artículo publicado recientemente por el doctor García Muñoz y titulado “Andrés García Maldonado: el malagueño de Alhama”, me dispongo a escribir estas líneas, pues no me cabe duda, serán numerosísimas las personas que compartan los halagos dirigidos a mi entrañable y extraordinario amigo Andrés.
Son muchos los lazos que me unen a esa Noble ciudad de Alhama de Granada. Mi madre era alhameña de nacimiento y, mi abuelo, Francisco Ortiz Fernández, ejerció durante treinta y cinco años el cargo de Secretario General de su Ayuntamiento. Y recreando la vivencia machadiana del ayer en el hoy, en mi corazón, aún perviven los recuerdos de aquellos inolvidables veranos, de mi ya lejana infancia, pasados en esa bellísima tierra, de la que siempre que he tenido ocasión he escrito, colmándola de los más hermosos epítetos.
María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora
Gracias a mi querido amigo Andrés, el Ayuntamiento y Patronato, recuperaron para la historia de Alhama a la figura del ilustre alhameño Pedro Ortiz Ramos, eminencia de la Psiquiatría Española del siglo XX, mi queridísimo tío y, ahora, en fechas próximas, igualmente, por iniciativa y propuesta de Andrés, se llevará a cabo la recuperación histórica de la figura de mi abuelo, Francisco Ortiz Fernández, Hijo Adoptivo de Alhama y Secretario Honorario de su Excmo. Ayuntamiento.
Por ello, por su amor a la cultura y a los valores humanos y eternos, por su generosidad y entrega constantes a los demás, y no digamos a su querida Alhama, no me cabe más que manifestarle mi agradecimiento y el honor de tener su incondicional amistad.
Andrés ha dedicado su vida a los demás y, muy en especial, a sus queridas ciudades Alhama y Málaga, donde tanto se le quiere. Eso es incuestionable. La inmensa mayoría de los alhameños reconoce su ingente labor en pro de esa Noble ciudad a la que adora y que un día le viera nacer. Prueba de ello fue el nombramiento de Primer Hijo Predilecto de esa ciudad, recibido el pasado 2010 por parte de su Corporación Municipal. Justo y merecido reconocimiento de un pueblo agradecido que le quiere y admira.
Quisiera, asimismo, manifestar que el sentimiento de Málaga hacia Andrés, y que recoge muy bien el artículo de Francisco García, es algo que brota perenne del corazón de los malagueños desde hace muchos años. Epítetos indiscutibles hacia su egregia persona, tras toda una vida fructífera de entrega, generosidad y hasta de sacrificios, de sabiduría e imaginación constantes. Y esto, queridos lectores, lo digo sin el menor atisbo de exageración. Todo ello no admite discusión, son hechos constatables.
Málaga se enorgullece de tener un hijo adoptivo como Andrés García Maldonado. Miren si es así que unas palabras mías dedicadas a él con ocasión de entregársele el “Premio Piyayo-Málaga 2006”, que se venía otorgando anualmente a personalidades por toda una vida y trayectoria dedicadas a la ciudad, y que lo recibiera de manos del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre Prados, resultan ser coincidentes con las acertadas, claras y oportunas que ha publicado el insigne periodista Francisco García en “Alhama Comunicación”, donde tantos y tan buenos trabajos de carácter histórico y literario de Andrés vienen viendo la luz, especialmente dedicados a sus paisanos y a la Cultura en general.
A continuación reproduzco las palabras que pronuncié el 10 de febrero de 2006, las que se publicaron íntegramente con el justo antetítulo, que ya por sí era toda una nueva promoción de Alhama, de “Alhama volvió a resonar en Málaga”: “Me cabe el gran honor y la gran satisfacción, querido Andrés, de presentarte aquí esta noche con motivo de este premio que te otorga la ciudad de Málaga, por medio de la Fundación de Francisco Repiso, que entiendo no es sino un merecido reconocimiento a tu forma de ser, a tu generosidad y entrega, a todo lo que has hecho y sigues haciendo por Málaga y los malagueños y a tu extraordinaria calidad espiritual y humana.
Se podría decir, escribir mucho de ti y todo bueno, muy bueno.
Jamás olvidaré aquel día en que nos conocimos en tu habitual lugar de trabajo, el Palacio de Villalcázar y hablamos de mi familia, de mi abuelo y de mi tío, Pedro Ortiz Ramos, también un alhameño-malagueño como tú y nos “caímos bien”. No sé, tal vez se produjo esa “empatía”, esa capacidad para sentir desde dentro, para sentir con los demás y compartir sus emociones de alegría o de dolor ante las cosas bellas de la vida o ante el dolor que, a veces, nos abruma.
Gracias a tu generosidad-querido Andrés-, aquella tarde de julio de 2003, en tu afán de recuperar la memoria de alhameños que alcanzaron relevancia en los distintos campos del saber, te acordaste de mi querido tío, Pedro Ortiz Ramos, y, a iniciativa tuya, el Ayuntamiento de Alhama de Granada acordó ponerle una placa conmemorativa, con motivo del centenario de su nacimiento, en el Paseo de Montes Jovellar. Desde entonces, Andrés, hemos tenido muchos encuentros. Hemos compartido vivencias y hemos pasado, tanto Pepe como yo, ratos muy agradables en compañía de Mari Carmen y tuya.
Andrés García Maldonado es un hombre amante de su familia, leal y fiel con los amigos, un espíritu creativo lleno de insuperable imaginación y capaz de llevar adelante cuanto se propone. Destacado periodista y gran abogado, profesor vocacional de Derechos Humanos, con una larga serie de presidencias y cargos en entidades de toda Andalucía, reconocido y distinguido por más de cien Corporaciones, instituciones y entidades de varias provincias, querido y respetado en todos los estamentos malagueños; pero, por encima de todo, eres tú, Andrés, el amigo malagueño nacido en Alhama de Granada, pueblo al que también te has entregado como bien lo han demostrado tus constantes esfuerzos durante décadas.
Sabemos que te sientes muy malagueño, tu corazón es grande y permite repartir afectos y entregas para todos, así como para distintas ciudades y tierras y, aunque encuentres dificultades, nunca te abate el desaliento, sigues adelante en la grandeza de tus esfuerzos, sin exigir nada a cambio.
No sé si mis palabras podrán dar alcance a todo lo que ha realizado en su vida, en “pro” de nuestra querida Málaga, Andrés García Maldonado. Una vida fecunda, llena de inquietudes permanentes por la cultura de “sus pueblos”, digo, Alhama de Granada y Málaga a la que, en especial, me voy a referir.
Trabajador incansable, artífice e impulsor de todo tipo de acontecimientos culturales, llegó a Málaga desde Granada un 3 de mayo de 1967, día de la Cruz, fecha especialmente señalada en la ciudad de los cármenes. Con apenas 18 años, venía como redactor del diario Sol de España, para un mes. Y el 14 de mayo, once días después, decidió quedarse aquí para siempre. Tal vez “el mar…”, tal vez quedaste prendido en su azul infinito y comprendiste con Juan Ramón que el mar es la universalidad, la grandeza, el horizonte abierto a la eternidad…, que supiste plasmar, años después, en unos exquisitos versos publicados en “Miramar” en 1988: “Mirad al mar,/desde la llanura y desde la montaña./ Siempre mirad al mar,/ al eterno horizonte,/a los límites, /a la esperanza y a los sueños…”
En Málaga también se encontró con “el amor”, con Mari Carmen, esa mujer que siempre estuvo ahí con su sonrisa, con su ternura, con su comprensión, con su apoyo…Dos orillas unidas por un agua común, siempre distintas y siempre idénticas del amor compartido. Ese amor en que quizá consiste el más bello regalo de los dioses.
Su espíritu inquieto le lleva a relacionarse con la Peña Malaguista, entidad que en aquella época desarrollaba importantes actividades culturales, y la que acoge a la Asociación de Amigos de la Universidad, ya en 1968, de la que pasa a formar parte de su Junta de Gobierno, siendo el más joven durante toda la historia de esta entidad que aceleró la llegada de la Universidad a Málaga.
Ya en 1969, es director de la entonces popular revista “Atalaya”, órgano oral de Málaga, lo que hoy podría ser “un ameno e instructivo programa de televisión”.
Mientras existe el diario Sol de España es redactor del mismo, siendo el más joven que consiguió el Premio Internacional de Periodismo, con un trabajo sobre la Concepción, titulado “Siete hectáreas de paraíso. Desde la Concepción a Bilbao para cubrir la tumba de un Echeverría”.
En 1974, es elegido presidente de la Peña Malaguista, el más joven de su historia, y el que alcanzara el mayor número de socios, 1200, y más de 400 actos culturales por año. Convirtiéndose en mayo de 1975, y bajo la presidencia de Andrés García Maldonado, en Liceo de Málaga.
A sus 27 años, Andrés se daba cuenta de que “el saber” es la única propiedad que no puede perderse.
Sin olvidar la Alhama de su infancia y también de la mía, en aquellos veranos gozosos…, se hace definitivamente malagueño, cuando se casa un día de septiembre de 1975 con Mari Carmen, casi una chiquilla, hija de ese hombre entrañable que fuera José Sánchez Pacheco, amigo inseparable de Andrés y malagueño de pura cepa (valga también para él, aquí esta noche, nuestro cariñoso recuerdo).
En 1979, concurre como candidato de UCD a la alcaldía de Málaga, el más joven a una alcaldía de capital. Sale de teniente–alcalde y, en aquellos años, se encarga de la Comisaría del Homenaje a Picasso en su centenario. Había poco dinero, pero muchas ideas que contribuyeron a que el resultado fuera un éxito. Fue el primer retorno de Picasso a Málaga.
Pedro Aparicio, alcalde de Málaga, pese a ser adversario político de Andrés en el Ayuntamiento, le confía continuamente en su ausencia la alcaldía-accidental. Y es que por encima de la rivalidad oficial, mera circunstancia, estaba la calidad humana, la moralidad y el buen hacer de Andrés García Maldonado. En palabras de Pedro Aparicio, Andrés es “la dignidad-la voluntad-la moderación-la modestia”. Voy a añadir algunas mías…”la sencillez-la generosidad-la entrega-la verdadera amistad…”
No sé si existe algún campo o actividad cultural en que Andrés no haya intervenido, porque lo ha tocado todo.
Se dedica más tarde al ejercicio de la abogacía, a la enseñanza y en la Cámara de Comercio entra como Jefe de Prensa, desempeñando en la actualidad la Secretaría General.
Es presidente de la Asociación de la Prensa de Málaga y Vicepresidente de la de Andalucía.
Otros cargos dignos de mención por su especial cariño y vinculación con Málaga son la Secretaría General del Consejo Social de su Universidad, la Presidencia de los Festivales de Andalucía-con más de treinta años-y el Asilo de los Ángeles durante más de veinte.
Está en posesión de numerosas medallas, placas, reconocimientos y nombramientos honoríficos. Cuenta con cien distinciones de oro de otras tantas instituciones, organismos y entidades; siendo el único concejal aplaudido en el acto de despedida de la corporación de 1983, y el único que recibió un homenaje por parte de los ciudadanos. Y es que el talante humano de Andrés García Maldonado, su generosidad y entrega en todo lo que hizo por Málaga, le valió el respeto y el cariño de todos.
Ha publicado diversos libros sobre Málaga, cientos de artículos, ha pronunciado numerosas conferencias, unos cincuenta pregones, etc., etc.
Y Andrés va a Alhama, sí, pero vive en Málaga por ella y ellos, Mari Carmen y Carmen Elena y Félix Luis, y tantos y tantos amigos, entre los que me honra encontrarme.
Muchísimas felicidades, Andrés, y muchas gracias a todos.”
Andrés, un abrazo enorme, tan enorme como la torre de la iglesia
Es innegable que, toda persona es cúmulo de aciertos o equivocaciones a lo largo de su vida. Que el ser humano se puede equivocar o acertar según el momento, situación o circunstancia es una realidad aplastante que forma parte del bagaje humano. Esta reflexión como punto de partida, es el inicio de una opinión y un sentimiento hacia alguien al que quiero, respeto y admiro por cómo es, y por su recorrido. Quiero desde aquí dar mi apoyo a un amigo de los de verdad, amigo con mayúsculas. Dada mi edad y, dados ya mis años; he conocido, y conozco, a muchas personas. Personas de muchos lugares y de diferentes maneras, o de diferentes dedicaciones y oficios. Y si tuviera que destacar a alguna de esas personas no dudaría en decir un nombre: Andrés García Maldonado.
Por Pepe Maya
Mi amigo Andrés es de los hombres con convicciones de verdad. De los hombres que creen en algo y lo luchan defendiéndolo. Son innumerables todos los logros luchados y conseguidos por Andrés para bienes comunes con una entrega encomiable. Mucha la ayuda y la mano que ha tendido, y tiende a sus paisanos en otros sitios y, en muchas parcelas a cambio de nada. No puedo entender a qué es debida esta campaña de descrédito hacia una persona que atesora en su poder numerosos títulos, sí, proyectos conseguidos, sí, saberes varios, sí; pero atesora un título cumbre y enorme que es motivo de orgullo para él; el título de ser alhameño. Metafóricamente podría decirse que Alhama para su persona es como una madre a la que mima y protege con el pensamiento siempre de querer verla bonita y feliz.¿ Acaso es algo malo querer mimar y consentir a una madre? No lo creo. Yo sólo sé una cosa: que a Andrés se le llena la boca cuando dice Alhama por donde quiera que va, y todo lo que pueda hacer para beneficiar a su pueblo le parece poco.
Así que es cierto, sí, todos nos podemos equivocar o dar en la diana acertando en lo que sea. Eso está clarísimo. Pero tengo algo más claro aún. Tengo claro que todas las personas no pueden decir que se han equivocado o acertado luchando por lo que creen y quieren, y Andrés quiere a su pueblo creyendo en él. Dicen que no hay peor gestión que la que no se hace cuando se cree en algo, y precisamente con Andrés no va esto. Y, ¿dónde está el problema, o qué es eso tan horroroso que tiene querer al pueblo de uno? Sigo sin entenderlo.
Como amigo suyo desde niños, conociendo su trayectoria, y sabiendo tal y cómo es de verdad, me siento con el derecho como su amigo, y en la obligación como alhameño de darle todo mi apoyo a alguien que ha hecho tanto y bueno por nuestro pueblo.
Andrés, dijo Séneca que un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella. Amigo, esto no va nada contigo. Eres un hombre lleno de virtudes y pasiones, y entre tus pasiones una que te quita el sueño, tu Alhama.
Nunca, nunca camines sin seguir por donde vas. Ya sabemos que en la viña del señor hay de todo como en botica, ¿o no? No cambies el rumbo, que por el camino que te trazaste, forjaste esa maravillosa personalidad.
Un abrazo enorme, tan enorme como la torre de la iglesia.
Tu amigo, Pepe Maya.
Andrés García Maldonado, un alhameño universal
María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora
Escrito en el 2010 con motivo de su nombramiento de Hijo Predilecto de Alhama
Se acerca el atardecer. El calor enturbia todavía los perfiles. Todo duerme al sol del incipiente verano alhameño. Y allí está Andrés con su amplia sonrisa y sus gestos sinceros de amor y generosidad nunca aprendidos, que parecía contagiarle la naturaleza, el olor de sus calles, la tranquila luminosidad que se reflejaba con plenitud en los árboles, en las flores... Tú eras aquel niño que correteabas por ese “Paseo” de mágicas fragancias aquellas largas y soñolientas tardes de verano. La habitaste mientras todo parecía incesantemente feliz y nadie se había muerto todavía.... Por eso la amas con frenesí. Ese pasado entumecido por una niebla así como de llanto se evapora al reencontrarte con tus seres queridos ausentes que siempre habitarán en la memoria del corazón. Allí permanecerá para siempre tu infancia sonriente, el olor de sus mágicos veranos, tu corretear inquieto e inocente por aquel remolino de cuestas y calles estrechas de resonancias orientales. Bajabas atropelladamente-no querías que te riñeran-envuelto en el aire que baja de la sierra llevándose las eternas sinfonías de la iglesia, de tu querida iglesia de la Encarnación. Así se enriqueció tu retina, sutilezas para unos ojos que se abrían a la vida, ávidos de encuentro, y sutilezas para el alma. Ahora, vuelves y vuelves a tu verdad, a la verdad del que regresa a resucitar lo único que no ha muerto, a ese Paraíso que un día descubriera Teófilo Gautier hasta hacerlo rotundamente suyo. Se dice que, para conocer hasta el fondo una ciudad, si ello es posible, hay que haber sido niño en ella, es decir, haberla visto con la mirada imparcial del niño, con su mirada sorprendida e insaciable. Siempre se sentirá atado a eslabones del corazón...De un corazón que late con todo tipo de arritmias y fibrilaciones al contemplar el retrato en sepia de la primera novia de blanco alhameña, María de las Mercedes Maldonado Velasco, su madre amantísima; mujer de singular belleza y dulzura. Es el recuerdo machadiano del “hoy es siempre todavía...” Eslabones del corazón...
Amor por esa tierra, herencia de su padre, ese gran hombre, recio castellano enamorado de Alhama, Inocente García Carrillo. Siempre movido por el amor, fue tu progenitor, querido Andrés, quien dedicó tres décadas de su vida al desarrollo de la de la historia y de la cultura alhameñas. Fue tu progenitor, “quien resucitó la historia de Alhama”. Tú fuiste su egregio heredero y continuador. Te inculcó su amor por la historia, por la historia de los pueblos, donde le tocó vivir, Yuncler de la Sagra, donde naciera y, muchos años después, en esa Alhama de sus amores donde viera la luz su bellísima obra “Alhama vista por un extranjero”, toda una muestra de la grandeza histórica de tan Noble Ciudad.
Heredaste de tu padre su admiración por los Reyes Católicos y en especial por la Reina Isabel, de ahí tu pertinaz interés por su innegable y egregia personalidad, tan vinculada a su historia, que se vio plasmada en tu magnífico libro “Isabel la Católica y Alhama”, donde dejaste “clara constancia de gratitud histórica hacia Isabel I de Castilla y España”, y que el Excmo. Ayuntamiento de esa Noble Ciudad llevó a cabo su edición con motivo del V centenario de su muerte.
Has dado, querido Andrés, con la grandeza de tu espíritu, altos ejemplos de generosidad y entrega y has puesto tu inteligencia y vasta cultura al servicio-casi obsesivo-de esa ciudad, también del Paraíso, en que tuviste el alto privilegio de nacer. Raíces. Melancolía...Has promocionado los valores históricos y artísticos de Alhama, denunciando negligencias y errores que pudieran cometerse con su patrimonio consiguiendo importantísimos frutos para su historia.
Uno de los esenciales caminos- esos que se hacen al andar-, para conseguir el respeto y grandeza espiritual de los pueblos, es reconocer a quienes se entregaron a los mismos, generosa y altruistamente, como tú has sabido hacerlo durante cuarenta años de tu vida, por encima de intereses o apetencias personales.
Alhama, hoy, se siente satisfecha por contar en su historia con tan ilustre personalidad como la de Andrés García Maldonado que, con sus palabras y su obra ha venido dando lecciones inolvidables de amor por todo lo alhameño. Amas la historia por herencia y vocación como realidad capaz de conservar y comenzar a hacer eternos en ese mundo los sentimientos de los que nos antecedieron en su paso por la Tierra.
“La historia –citamos a Cicerón-es el testimonio de los tiempos, vida de la memoria, anunciadora de lo porvenir”. Andrés es el primer historiador español que ha indagado y analizado hasta la saciedad en la tradición romancística alhameña y de las gestas que narran. Y lo ha hecho con el rigor del estudioso y la sensibilidad del sabio. Impulsor de la Velada Artístico-Poética “Alhama, ciudad de los romances” como homenaje a esas “joyas incomparables de la poesía castellana”, tan ligadas a la historia de Alhama durante más de cinco siglos. Una plaza elegida: la emblemática “Plaza de los Presos”, tal vez entonces “Plaza Real de Alhama” y vía más importante de la ciudad.
No debemos olvidar que estos romances fueron también parte del camino y la relación existente entre Granada y Málaga por medio del camino real nazarí que, con Alhama como centro, unió durante tantos siglos a las dos ciudades más importantes de aquel reino de Granada. Sones ancestrales de poesía y música fundidas en confraternal abrazo con la historia.
Puente geográfico tendido entre Alhama y Málaga, sucesos trágicos comunes, refulgentes alegrías, sucesos de toda una vida de pueblos y comunidades unidas por vínculos de paisanajes históricos. La geografía hace a las personas, modela su espíritu, y une vínculos de amor y fraternidad entre los pueblos, los universalizan, como ocurrió entre Málaga y Alhama, que configuraron y moldearon la idiosincrasia de ese ser excepcional que es Andrés García Maldonado, ya que, quien da amor a unas tierras-en este caso Alhama y Málaga-se ve para siempre inmerso en ellas.
Prestigioso historiador, muy reconocido, sobre todo, en lo referido al Reino de Granada. Sobre Alhama, desde más de cuarenta años no deja de efectuar trascendentales aportaciones a su historia. Una amplísima bibliografía lo avala: “Alhama de Granada, donde se hermana la historia con el paisaje”; “Alhama de Granada, Tierra de Belleza e historia”; “El empeño de las joyas de Isabel la Católica y Alhama”; “El reino nazarí, Alhama y la guerra de Granada”,”Isabel la católica y Alhama”, “La mujer en los romances fronterizos. María de Alhama”; “Los baños y la mujer a finales de la Edad Media, contraste de dos culturas”; “Un reino para nuestra historia”; la interesantísima monografía “Los terremotos de 1884, Arenas del Rey y Seco de Lucena”...y, así, un larguísimo etcétera que haría muy prolija su enumeración. Todo un esquema ético y estético de su ciudad. La faz moral de un pueblo.“Escribe historia sabiendo combinar rigor con amenidad, llegando a hacer la historia más humana y acercando la realidad a la mejor de las comprensiones”. Buena muestra de sus valores intelectuales, literarios y humanos.
“El Patronato de Estudios Alhameños” que preside Andrés García Maldonado, convoca y otorga anualmente los galardones que, en su conjunto, se denominan “Premios Alhama”, instituidos con el propósito de reconocer y destacar tanto a los alhameños sobresalientes, como a las personas y entidades que se esfuerzan y prestan una especial dedicación a la ciudad. El pueblo de Alhama está lleno de gratitud.
Sólo a partir de este fundamental conocimiento del secreto mágico de Alhama, con su esencial aspiración a lo universal, se puede entender que de su tierra germinara como las plantas, esa pléyade de hombres ilustres como Andrés García Maldonado que, con el inestimable favor de una entrega y generosidad constantes, ha contribuido a que el nombre de “Alhama de Granada” sea un referente universal para la cultura y para la Historia de la Humanidad.
Y todo ello a lo largo de una dilatada y fructífera carrera profesional desarrollada en Málaga, esa hermosa “Ciudad del Paraíso” como la bautizara Vicente Aleixandre, y de la que voy a omitir su larga y fecunda trayectoria, por demás conocida. Ya Abundé en este aspecto el día en que tuve el honor de pronunciar unas palabras de presentación, con motivo de la concesión del malagueñísimo “Premio Piyayo”, en febrero del 2006, y publicadas más tarde. Quisiera terminar con unas emotivas palabras, que pertenecen al terreno de lo personal, y por ello tal vez menos conocido.
El azul es el color de Andrés. Azules celestes, azules marinos. Azules del alma que funden en un abrazo infinito-azul cielo, azul mar-esos dos paraísos- Alhama y Málaga- puente de la historia y del alma. Ambos abrieron senderos de luz y de eternidad en el ancho azul de tu vida. Un día escribiste: “El azul es el color de Mª Jesús (...) . Y por ese Azul, además de buenos amigos, somos en cierto modo hermanos (...) . Algún día te lo contaré...” Yo te lo cuento hoy-querido Andrés-es el Azul de la vida y de la verdadera amistad. Armonía de celestes, de azules más cercanos y entrañables del árbol tu vida, plasmados en versos de exquisita belleza dedicados a esos infinitos ojos azules de tu mujer malagueña que un día -al mirarlos-disiparon tu tristeza y fueron fuente de renovadora esperanza... Y ese azul inconfundible de unos ojos que se abrían al azul infinito del cielo y del mar-belleza de azules- de tu pequeña Carmen Elena: “Azules,/ azules profundos,/luminosos puros.// Azules, azules penetrantes/ que rompen en la madrugada /amargas tinieblas. // Azules,/ entrañables/ que dan a mi existir nueva alborada.// Azules, azules de mi niña, azules para toda mi vida.” Escritos en una madrugada de balbuceos; ojos azules de Vida y de Esperanza como un festón de sábanas blancas para separar el mar de las estrellas. Ese instante, único e irrepetible te hizo sentir la ETERNIDAD. ¡Cuántos azules...!, Andrés, ¡cuántos azules...!, “aquellos que enamoraron a tu abuelo...”. Una vez escribiste Azul Paraíso..., no podría ser otro que ese “hermoso río que fecundaba una alargada y estrecha vega. Reducido valle defendido por gigantescos tajos (...)” , que acogían con su grandeza unos “ojos azules”, ojos de una muchacha que tú bautizaste de “Azul Paraíso”..., tan ligados al río..., “visita de unos ojos azules al río...”, belleza inaccesible, de amor, de encuentro. Conjunción de azules los tuyos y los míos-querido Andrés-, ahora lo entiendo;¡tanto le canté a mi mar pequeño, a mi mar de Málaga...!
Y es que Andrés está dotado de una profunda capacidad creadora y de una singular sensibilidad para captar la belleza...Cuando llegó a Málaga en el ya lejano 1967, quedó prendido en su azul infinito y, comprendió con Juan Ramón que el mar es símbolo de Belleza Mayor, de Universalidad, de Grandeza, el horizonte abierto a la eternidad que plasma en unos exquisitos versos publicados en “Miramar” en 1988: “Mirad al mar,/ desde la llanura y desde la montaña./ Siempre mirad al mar,/ al eterno horizonte,/ a los límites,/ a la esperanza y a los sueños...”
Un día expresaste unas conmovedoras palabras que reproduzco: ...”Los verdaderos sentimientos, cuando son de amor y cariño incondicional, no hay que titubear en manifestarlos, aunque sean personales, deben pregonarse, a los cuatro vientos, cuando se presente la primera ocasión, aunque puede haber alguien que esto, para su desgracia, no lo entienda por la sencilla y elemental razón de que no ha tenido jamás la dicha de sentirlo”. ¡Qué hermosa y gran verdad...!, querido amigo.