¿Tenemos los españoles derecho a decidir sobre la forma de la organización del Estado?. Es el tema de estos días sobre la legitimidad que se le puede dar o no al deseo de Franco de la instauración monárquica. O quizás la democracia no se completará hasta que esto lo decidan los ciudadanos.
Como muestra hemos cogido dos opiniones que nos puede resultar cercanas, una realizada por presidente de los periodistas malagueños, nuestro paisano Andrés García Maldonado (desde una óptica malagueña, donde reside), y otra porque la reflexión simula el ¡Ay de mi Alhama!.
Andrés García Maldonado
´España le debe al menos la democracia´
Andrés García Maldonado reconoce que sin la figura de don Juan Carlos la Transición hubiera sido más difícil. Cree que el Príncipe es adecuado para los tiempos que corren.
El presidente de los periodistas malagueños lleva en primera línea décadas. Prueba de ellos son sus libros de historia de Málaga y también su buena memoria. Andrés García Maldonado se ha encontrado con don Juan Carlos en varias ocasiones, además de haber seguido su trayectoria pública desde el franquismo. «Recuerdo el desprecio con el que le trataban y cómo fue cambiando después. Contó con una excelente campaña de promoción», recuerda. Echando la vista atrás se traslada hasta 1972, cuando estuvo en una audiencia en el Gobierno Civil a la que acudió como periodista de la Asociación de Amigos de la Universidad. «Se le expuso el deseo de que Málaga tuviera una universidad», recuerda. La muerte de Franco cambió poco después el curso de la vida educativa en Málaga.
El presidente de la Asociación de la Prensa y del Colegio de Periodistas de Málaga recuerda la valentía de Pedro Aparicio en la primera visita a la ciudad como Rey en 1989. «Le contó la falta de comunicaciones y de saneamientos de Málaga y mostró su interés y talante de resolver la situación», indica. Lo vio en varias ocasiones más, aunque sin duda de la que mejor recuerdo guarda es de la de la inauguración de los cursos de periodismo de Estepona, a la que acudió como representante de los periodistas de Málaga. «Cuando me lo presentaron me dijo: ´Buen gremio tienes que presidir, ¿cómo se portan contigo?´ Yo le dije ´como con su Majestad, estupendamente´ y nos reímos».
García Maldonado, que se confiesa republicano, asegura tener la percepción de que se trata de un hombre bueno, campechano y que siempre ha querido lo mejor. «Es verdad que hizo posible una transición y que sin él no hubiese sido así. España le debe al menos que se haya posibilitado la democracia, con sus posibles errores, pero como ser humano le tengo respeto, aprecio y en muchas cosas admiración».
Sobre la abdicación, el periodista reconoce que el momento iba a llegar antes o después. «No sé si se adaptará al tiempo que estamos viviendo tras las últimas elecciones», señala, mientras reconoce que el Príncipe está muy preparado. «Tiene la cabeza bien amueblada. Es más adecuado para el tiempo en el que vivimos que su padre», dice, por lo que señala que la medida es «inteligente». Y es que para García Maldonado esta viene de la mano del tiempo convulso del país y de la propia Casa Real. «Creo que las elecciones no han influido, al menos decisivamente. La corrupción de la Infanta y Undargarin y la situación del país lo ponían muy difícil».
Publicado por la Opinión de Málaga.
La isla de la sed
¡Ay de mi Alhama!
Yo también quiero sumarme a la turba de los aduladores, por qué no. La adulación es un género de ficción grotesca y quien adula a un rey, no hace más que genuflexionarse, aceptar su condición de vasallo. Como no es mi costumbre flexionar las rodillas antes que mi cabeza, mi adulación tenderá a una cierta tibieza. Vamos, unas líneas de ciudadano a ciudadano.
Ay de mi Alhama.
El rey de los elefantes se va. El rey de las monterías. El rey de aquel misterioso 23 de febrero. El rey que vino con lo puesto y que ha sabido, perra a perra, hacerse con un pastizal, el coleguita de sus coleguitas, el euroamigacho de esos sátrapas alauitas y saudíes de exquisitos turbantes, el que acabó vendiendo el Sahara Español a un dictadorzuelo, el amigacho con fisuras de Suárez, al que puso puente de plata. Ese rey que un día nos impuso el generalote, el rey de las campechanías, el de nariz plateada y bragueta fácil, hace el petate y se va.
Ay de mi Alhama.
Viendo la que se avecina con Catalunya, Podemos y demás, ha decidido abdicar, porque unos meses después puede que sea demasiado tarde para este circo donde cada día le crecen más y más los enanos. Sin un comodín como el del 23 F, ante las amenazas secesionistas de las periferias, ante los juzgados, sabiendo que cada día que pasa su figura resulta más anacrónica, patética y enfadosa, lo más sensato es pasar el testigo a un hijo que anda rumiando por las esquinas y a quienes las grandes familias reclaman un poco de oxígeno, viendo que entre el 25M y el 9N se pinta un mapa del futuro bastante imprevisible.
Ay de mi Alhama.
Observando lo creciditos que vienen los ríos de la plebe, aceptando la desconexión existente entre la ciudadanía y las instituciones, sabiendo que dentro de poco no va a quedar de los viejos tiempos ni el apuntador, parecería sensato interpelar al nuevo personal por el modelo de la Jefatura del Estado, pues recordemos que el monarca que se va es herencia directa del generalí, y sustrayendo la libre y democrática opinión de la gente, lo que se sustrae no es otra cosa que la legalidad y la fortaleza de un nuevo modelo que debiera nacer con garantías y fortaleza para afrontar el nuevo mundo que se avecina. No sería insensato exigir que si al todavía actual mandamás lo eligió a dedo un tirano, al próximo lo elija el pueblo en libre sufragio. Pero como no será así, la corona seguirá su lento pero inexorable derrumbadero hacia el descrédito.
Ay de mi Alhama.
Que la gaviota quiera seguir volando sobre las napias borboneras se comprende, pero que los de la rosa se agarren al cetro como si en ello les fuese la vida, se comprende bastante menos, y más teniendo en cuenta que sus bases y su historia son republicanas, pero ya sabemos que los caballeretes y nuncios de la rosa están por una autoinmolación ordenada, de perfil bajo, como se dice ahora, cada vez más enajenados de sí mismos y de su base ideológica, y eso que con la abdicación del borbón se les ha presentado la virgen, es decir la última oportunidad de tirar de ideología y reengancharse a sus siglas y a sus bases; si no lo hacen es porque los jerifaltes del partido de la rosa se han instalado ya en la pulsión de Tánatos y porque, huérfanos de ideología como están, han abdicado de sí mismos y caído -acaso gustosamente- en la celada que otros más audaces y conspicuos le han tendido para que su destrucción sea quizás definitiva.
Ay de mi Alhama.
Del blog La isla de la sed.