Marcado por el Covid-19, la organización aprovechó para hacer una edición lowcost y ofrecer un concurso de nuevos talentos.
En un año tan atípico como el que estamos viviendo, el hecho de que el festival más antiguo de Andalucía abra sus alas ya es buena noticia, ahora bien, mantiene su mala salud de hierro. Bien acondicionado con medidas anticovid, con el público central sentado, plateas laterales y los cuerpos de seguridad activos, se garantizó el protocolo.
Esta edición no pasará a la historia como el punto de inflexión que estamos esperando, ni siquiera como continuación de la última edición, donde la electrónica había provocado una esperanza para el futuro, es decir, un soplo de aire fresco. Con la justificación del contexto que estamos viviendo, el festival se vistió de servicios mínimos para salir del paso, sin pena ni gloria el Ayuntamiento organizó un escueto y digno concurso, eso sí, y el escaso público, algo que no es ni mucho menos noticia, disfrutó de tres grupos que se vaciaron. Este año no está el horno para muchos bollos ni para demasiadas exigencias.
Los grupos participantes fueron la banda de pop malagueña Aeroplano 21, Grupeta que abrió el festival, formada por Juan Moreno como cantante, Marín el bajo, Diego Gómez a la guitarra y David Arroyo en la percusión. De Jaén son los D´Ordago, grupo de corte roquero y que dejaron buenas sensaciones, mientras que el Flavia, banda malagueña liderada por Alba Triguero, de voz auténtica, y que destacó en la noche estival jameña con su fusión y mestizaje de estilos para terminar alzándose con el concurso. Un premio de mil euros entregado por Álvaro Molina, concejal de Fiestas.
La clausura la puso el artista invitado, el roteño Antoñito Molina, integrante y fundador del grupo “El tren de los sueños”, quién supo amenizar el cierre de este atípico festival. Antoñito ofreció un espectáculo de buena calidad y corte andaluz, con gracia, autenticidad y acompañado en ocasiones de su buen amigo el piano.
Foto: Paco Naveros.
Esta edición no pasará a la historia como el punto de inflexión que estamos esperando, ni siquiera como continuación de la última edición, donde la electrónica había provocado una esperanza para el futuro, es decir, un soplo de aire fresco. Con la justificación del contexto que estamos viviendo, el festival se vistió de servicios mínimos para salir del paso, sin pena ni gloria el Ayuntamiento organizó un escueto y digno concurso, eso sí, y el escaso público, algo que no es ni mucho menos noticia, disfrutó de tres grupos que se vaciaron. Este año no está el horno para muchos bollos ni para demasiadas exigencias.
Los grupos participantes fueron la banda de pop malagueña Aeroplano 21, Grupeta que abrió el festival, formada por Juan Moreno como cantante, Marín el bajo, Diego Gómez a la guitarra y David Arroyo en la percusión. De Jaén son los D´Ordago, grupo de corte roquero y que dejaron buenas sensaciones, mientras que el Flavia, banda malagueña liderada por Alba Triguero, de voz auténtica, y que destacó en la noche estival jameña con su fusión y mestizaje de estilos para terminar alzándose con el concurso. Un premio de mil euros entregado por Álvaro Molina, concejal de Fiestas.
La clausura la puso el artista invitado, el roteño Antoñito Molina, integrante y fundador del grupo “El tren de los sueños”, quién supo amenizar el cierre de este atípico festival. Antoñito ofreció un espectáculo de buena calidad y corte andaluz, con gracia, autenticidad y acompañado en ocasiones de su buen amigo el piano.
Foto: Paco Naveros.