La Corporación Municipal coloca una placa en el Hogar de San Jerónimo, les entrega la bandera de la ciudad y les dedicará una calle.
03/04/2005.- Tal y como estaba anunciado, poco a poco las cinco Hermanas Mercedarias de Alhama se van dispersando por distintos lugares de Andalucía. En los últimos días ya lo hicieron dos, la próxima semana se marcharán otras dos y a mediados de mes lo tocará el turno a su superiora, Sor Isabel. Por ello, antes de su marcha el pleno de gobierno del Ayuntamiento de Alhama ha querido reconocer la abnegada labor desarrollada en esta ciudad por esta congregación durante más de un siglo y cuarto. Una misa en el templo parroquial en su honor y un acto institucional con el descubrimiento de una placa en el Hogar de San Jerónimo y la entrega de la bandera de Alhama fueron los actos celebrados en su honor que permanecerán vivos en el recuerdo de los participantes. También la Mancomunidad de Municipios quiso sumarse a esta celebración ofreciendo un aperitivo para todos los asistentes no en vano en el Residencia de la Tercera Edad-Hogar San Jerónimo donde estas hermanas han desarrollado su humanitaria y cristiana labor con los más ancianos.
Al mediodía de la soleada mañana dominical se iniciaba en el la iglesia de la Encarnación una concurrida celebración religiosa cooficiada por el párroco de Alhama, Francisco Puerta, y el sacerdote de origen alhameño, José Viciana, en la que las Hermanas Mercedarias fueron las auténticas protagonistas: Así, Inocencia Serrano, reconocía en verso que “Nos enseñaron a leer/ nos enseñaron a bordar/ Y nos enseñaron a amar/ que es lo más principal” en tanto que la mercedaria alhameña, Pilar Villegas e investigadora de esta orden, manifestaba: “Hoy, cuando el tiempo ha cincelado esta común historia entre Alhama y sus mercedarias, todos nosotros venimos aquí porque hemos sido herederos de un pasado que dejó tras de sí la estela imperecedera del amor cotidianamente entregado. Y es que Alhama se ha convertido en una huella para la trayectoria mercedaria, y la Congregación a su vez ha dejado huella en la historia de Alhama. Dos caminos se cruzaron en un permanente abrazo de dimensiones seculares” tras lo que expuso la labor desarrollada a lo largo de este tiempo para terminar pidiendo “por el padre Zegrí y por la congregación mercedaria, nuestro pueblo de Alhama siempre llevará en su historia el recuerdo imborrable de una huella de amor, de paso de Dios, hecho merced y regalo en sus queridas mercedarias”.
Placa conmemorativa y bandera
Minutos antes la superiora fue exponiendo el significado de los distintos objetos ofrendados como signo de entrega diaria de cada hermana a este pueblo. Tras la ceremonia religiosa los asistentes se dirigieron a la sede del Hogar de San Jerónimo donde el alcalde de Alhama leyó íntegro el acuerdo del pleno aprobado el pasado jueves y proceder al descubrimiento de la placa, acción que fue cedida a la superiora y en la que puede leerse “La ciudad de Alhama de Granada en agradecimiento a las Hermanas Mercedarias, por su entrega y amor demostrado en los 120 años que han permanecido entre nosotros. Alhama de Granada, 1884-2005”. A continuación se les entregó la enseña alhameña “como mayor símbolo de nuestra ciudad a quienes todo lo dieron por su ciudadanía”. Así mismo, comunicó la dedicatoria próximamente de una vía pública como recuerdo imperecedero. A continuación la Mancomunidad invitó a mil bocadillos, pasteles y refrescos.
Texto leído por la hermana Mercedaria alhameña, Pilar Villegas Calvo (en la imagen de portada)
HUELLAS EN LA HISTORIA
Hoy, cuando el tiempo ha cincelado esta común historia entre Alhama y sus mercedarias, todos nosotros venimos aquí porque hemos sido herederos de un pasado que dejó tras de sí la estela imperecedera del amor cotidianamente entregado. Y es que Alhama se ha convenido en una huella para la trayectoria mercedaria, y la Congregación a su vez ha dejado huella en la historia de Alhama. Dos caminos se cruzaron en un permanente abrazo de dimensiones seculares.
En aquellos finales del siglo XIX, cuando aún se podía vislumbrar la sencillez de la cotidianidad deambulando por las calles, un hombre de Dios se acercó a nuestro pueblo, un sacerdote enamorado de Jesucristo y su causa, dispuesto a contagiar su pasión por Dios y por el ser humano.
Era el Padre Zegrí, instrumento elegido para inventar nuevas sendas en el amplio paisaje del amor y la donación. Él no intuía la terrible tragedia que acechaba al pueblo alhameño, pues algunos meses después de su venida a nuestra localidad se produjo el terrible y devastador terremoto que asoló nuestras calles. No sospechaba el arriesgado compromiso que esperaba a sus religiosas mercedarias, aquella incipiente comunidad que él habla venido a fundar.
En efecto, la actuación de las hermanas en el terremoto fue admirable. Su generosidad sin limites no cayó en el vacío; con su esfuerzo y sacrificio consiguieron salvar muchas vidas, levantaron de la postración a tantas personas destinadas a yacer entre las ruinas. Renunciaron a si mismas y al paralizador influjo de la comodidad, y se lanzaron intrépidas por las calles de Alhama a luchar en favor de la regeneración y de la vida. Estaban colaborando como nunca por restaurar al hombre caído y librarlo de la muerte. Eran mujeres valientes y decididas que dejaron, entre las minas, el mayor testimonio de entrega y caridad en pro de la salvación.
Y así, de entre sus propias cenizas, surgió un nuevo pueblo, una nueva Alhama renacida y encumbrada para siempre. La fuerza inextinguible de corazones audaces y entregados supieron infundir una nueva vitalidad en este pueblo, en el que quedaron grabados para siempre los gestos humanizadores de aquella comunidad mercedaria. Eran mujeres marcadas por el sello de un carisma, y estimuladas por el impulso del amor y la energía que nace de una experiencia fuerte de Dios, el Dios siempre amigo del hombre y de la vida.
El hoy conocido beato Padre Zegri quiso elegir Alhama como lugar privilegiado donde esparcir la semilla de un carisma, el carisma mercedario. Cuántos acontecimientos asoman en el marco del recuerdo de todos los aquí presentes: personas que ya se fueron, gestos de servicio desinteresado, regalos y detalles de cercanía y fraternidad que han marcado toda una vida. Cuántos alhameños, hoy agradecidos, recordamos las primeras letras aprendidas en la inigualable escuela mercedaria; recordamos nuestros primeros encuentros con la persona de Cristo en aquella capilla del colegio. Cuántos ancianos han recibido la ternura y el cariño de las hermanas, que, superando el cansancio y la dificultad diaria, han sabido entregar lo mejor de si mismas. Quién puede olvidar, si es verdadero alhameño, el paso inigualable de sor Josefina por Alhama. Mujer valiente y entregada, mujer de Dios, que a través de la oración y el sacrificio, supo escribir páginas inolvidables en los anales de nuestro pueblo. Ella sentía con nosotros, gozaba con nosotros, compartía con nosotros. Era una de los nuestros.
Y con ellas, también nosotras, las mercedarias alhameñas, nos hacemos eco del sentir del pueblo y del sentir de la Congregación. Somos parte integrante de ambas realidades. Nos cabe el honor y la alegría de representar el nexo de unión entre Alhama y la familia mercedaria. Somos hijas del pueblo e hijas de la Congregación. Por eso, hoy es un día especial para nosotras, y deseamos expresar nuestro más profundo sentimiento de nostalgia y agradecimiento a la vez La Congregación se va de Alhama, pero en el mareo vital de su trayectoria permanecerá siempre la huella imborrable del amor y el servicio generosamente entregados. La Congregación se va, pero una ardiente llama de esperanza ha dejado brillar en el corazón alhameño. Y es que el carisma mercedario un día plantó su tienda entre nosotros y dejó prendida en nuestra historia la fuerza siempre viva del Evangelio. Cada vez que en el corazón de Alhama se vislumbre un resquicio de amor, la llama mercedaria late en nosotros, porque el paso de la Congregación por este pueblo ha sido merced de Dios, regalo de Dios para todo alhameño.
En nombre de las mercedarias que se van, gracias, Alhama, por habernos acogido y acompañado a lo largo de todo este tiempo, gracias por haber abierto las puertas a nuestro proyecto mercedario, ofrecido al pueblo de manos del Padre Zegrí. En nombre de las mercedarias alhameñas, gracias, querida Congregación, tú viniste a nuestra tierra en tiempos difíciles, extendiste tu mano a la necesidad más urgente del momento, y después, con el paso de los años, anduviste nuestros mismos caminos y supiste acariciar nuestros más deseados sueños.
Texto leído por Inocencia Serrano
Después de toda la vida
Las Mercedarias aquí en Alhama
Con tanto bien como han hecho
Que pena da que se vayan
Cuando yo era una niña
En el viejo Hospital
Ya tenían a los mayores
Sin apenas tener nada.
A fuerza de sacrificios
Y de tener que pedir
En aquellos tiempos
Era difícil vivir
Iban con la borriquilla
Por los cortijos
Todas les daban algo
Tenían muy buenos amigos
Y tantas como hemos pasado
Por sus colegios
Y junto a ellas
Fuimos creciendo
Lo que aprendes de niña
Es una cosa importante
Porque nunca jamás
Podrás olvidarte
Nos enseñaron a leer
Nos enseñaron a bordar
Y nos enseñaron a amar
Que es lo más principal
Fueron tantas cosas buenas
Y con tanto cariño
Que como algo nuestro
Las hemos tenido
Recuerdo cuando cantábamos
Con aquellos amores
Esta casa es un jardín
Las hermanas son las flores
Yo cuando hay una fiesta
Siempre tengo que terminar
Cantando aquella coplilla
Que todas recordaran
Bendita sea esta casa
Y el albañil que la hizo
Que por dentro esta la gloria
Y por fuera el paraíso
Habéis sido un pararrayos
De nuestro pueblo
Que donde quiera que estéis
Lo sigáis siendo
No tendría tiempo
Ni tampoco papel
Para poder escribir
Tanto como de vosotras se
Solo os digo una cosa
Ya no puedo escribir más
Pero mis pobres oraciones
Nunca os fallarán
Madre mía de las Mercedes
Redentora de Cautivos
Vela siempre por tus hijas
Que vayan por buen camino.
(Nota de la Redacción: Lamentablemente se han perdido las imágenes de este acto, a excepción de la de portada)