Deberá indemnizar con mil euros a una de las jóvenes a la que persiguió mientras se masturbaba Fue «lo suficientemente espeluznante como para ver puesta en peligro su integridad sexual»
Ni fue una anécdota ni una gamberrada. En palabras del juez que vio el caso, los hechos fueron «lo suficientemente espeluznantes» como para que las jóvenes que fueron perseguidas de madrugada por las calles del pueblo de Alhama por un hombre, que las increpaba mientras éste se masturbaba, hayan visto «puesta en peligro su integridad sexual». De ahí que el acusado, guardia civil ahora de baja laboral, haya sido condenado por un delito de abusos sexuales en grado de tentativa y una falta de vejaciones, por el acoso sufrido por otras dos chicas. La pena impuesta por el titular del juzgado de Lo Penal número 1 de Granada no es de prisión, sino de multa. En total, fija una cuantía de 1.095 euros por el delito de abusos sexuales del que lo considera culpable y otra de 200 euros por la falta de vejaciones.
Además, en concepto de responsabilidad civil, deberá indemnizar a la denunciante, una de las víctimas de la situación descrita, con la cantidad de 1.000 euros, por los daños morales causados, «teniendo en cuenta la intensidad con que llevó a cabo el hecho y la situación de angustia causada a la víctima», versa la sentencia a la que ha tenido acceso IDEAL. Para el juez que vio este caso, no existen dudas sobre la veracidad de la denuncia de las víctimas. Por su «contundencia» en las declaraciones y su casi nula alteración de las declaraciones sobre lo sucedido a lo largo de todo el procedimiento. Desde la denuncia el día de los hechos, en octubre de 2005, a la celebración del juicio, en noviembre del presente año 2008.
Los hechos son sucintamente descritos por el juez en la sentencia. Durante la madrugada, Ámala Fernández, la denunciante en este caso, fue perseguida por el acusado desde que salió de un bar antes de llegar a su casa. Le increpó, con frases como «¿Dónde vas guapa?», y cuando la joven se giró para «quitárselo de encima», vio que se estaba masturbando antes de que se abalanzase sobre ella. De igual modo persiguió a otras dos jóvenes que declararon en el juicio durante aquella madrugada, antes de ser localizado y denunciado ante la misma Guardia Civil.
Tristemente cotidiano
El juez no resta importancia a los hechos ni al «miedo» que sintieron las jóvenes. «Es de sentido común concluir que debió ser cierto porque ponerse en el papel de una mujer joven en plena madrugada, perseguida por un señor de mayor corpulencia en calles solitarias, que además exhibe sus órganos sexuales e intenta aproximarse, es lo suficientemente espeluznante como para infundir esos temores y ver puesta en peligro la integridad sexual, mas en los tiempos actuales, donde son tristemente cotidianos los episodios de personas que no tienen la suerte que tuvo Ámala», reflexiona el juez en su sentencia.
Por último, con respecto a la alegación realizada por el acusado sobre su grado de intoxicación etílica, el juez deniega tal extremo como eximente de la culpa. Es cierto que las 6.45 horas de la mañana, los agentes realizaron un atestado en el que apuntaban su borrachera. «Pero los hechos ocurrieron a medianoche, así que no hay dato objetivo sobre el estado de alcoholismo a esas horas».
Por último, a este respecto, el juez incluye una reflexión. Quizá la más destacada del fallo. «Las atenuantes de este tipo deben tener un sustento probatorio consistente, pues de hecho suponen un beneficio en la pena que no admite frivolidad en su concesión».