
José Jiménez fue uno de los pioneros en cambiar cereal por pistacho en Alhama de Granada y el balance es muy positivo.
Hace siete años que el agricultor José Jiménez Valladares apostó por sembrar de pistacho once hectáreas de su finca de Alhama de Granada donde tenía tierra calma y cereal. Fue uno de los pioneros en introducir en su municipio un cultivo que le está dando alegrías y rentabilidad. Además de agricultor profesional, Jiménez Valladares es técnico agrícola con más de 25 años de experiencia y siempre le gusta ir por delante en su sector por lo que hizo sus cursos de formación en el IFAPA y se especializó en pistacho compartiendo experiencias con agricultores de La Mancha «que nos llevan 25 años de ventaja en este cultivo». «Me lo he trabajado mucho», admite. «Es un cultivo que me llama la atención y quería tener alternativas, para no cargar todo olivar y almendro. Tenemos el factor limitante del agua, ahora mismo ya tengo las aceitunas estresadas y el pistacho en cambio soporta bien la sequía».

Muchos de sus vecinos, animados por sus buenos resultados, están siguiendo sus pasos. «Alhama era ceralista en un 70%… y ahora se está sembrando mucho pistacho en estos terrenos. Por el olivar, sin embargo, yo no lo cambiaría, con sus años malos y buenos, sigue siendo un cultivo conocido y rentable», esgrime Jiménez.
Como buen conocedor del mundo del pistacho, cree que Granada tiene un gran potencial y posibilidad de crecimiento en este campo. «Necesita mil horas de frío en invierno y a la vez un mínimo de horas de calor en verano por lo que va muy bien en zonas de interior, con altitudes mínimas de 700 metros», especifica. La poda es más especial que la del común de los frutales y también es un árbol especialmente sensible a los hongos. «Hay que estudiar muy bien la zona y sobre todo tiene un punto crítico en la recolección y la limpieza porque el fruto está abierto en el árbol. Como lo recojas y esté más de 24 horas atrojado (amontonado) coge temperatura y empieza a fermentar», relata.

La gran ventaja es que las cosechas se venden cada vez mejor. «Todo lo que se produce se vende. Europa está tirando más del pistacho Mediterráneo porque tiene más calidad», incide. Y sobre todo, no necesita personal para la recogida como el olivar tradicional, donde la falta de manos se ha convertido en un lastre para las campañas.
«Un pequeño árbol de pistacho vale unos diez euros y un olivo dos, la inversión inicial para cambiar una finca es, por tanto, mucho mayor pero a la larga en poda y recogida ahorras», subraya. En resumen, está contento. «Es una alternativa viable y rentable, pero hay que conocer muy bien el cultivo antes de lanzarse», advierte.


Mercedes Navarrete, IDEAL
Domingo, 26 de octubre 2025