Cerca de 300 personas disfrutaron de la XVI Velada “Alhama, Ciudad de los romances”

Este acto contó con Mariló V. Oyonarte como invitada de honor y la actuación del grupo de música sefardí, Hagadá.

 Tras dos ediciones, la Velada 'Alhama, Ciudad de los romances', dirigida, coordinada y presentada por Ignacio F. Benítez, Raúl Gálvez y Sabina Ciruela, miembros de la junta directiva del Patronato de Estudios Alhameños, retornó a la Plaza de los Presos, el escenario donde esta actividad poético musical, arrancó hace 26 años a propuesta del impulsor de la misma, Andrés García Maldonado que no quiso perderse esta edición en su escenario original.

 Un acto que contó con una protagonista muy especial, la profesora de Música, montañera y actual presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural de las Sierras Tejeda, Alhama y Almijara, Mariló V. Oyonarte, en tanto que la parte musical estuvo a cargo del grupo de música sefardí, Hagadá que ofreció un precioso concierto que iniciaron con el '¡Ay de mi Alhama!'. 



 Las 205 sillas colocadas por empleados del Ayuntamiento resultaron insuficientes por lo que un buen número de asistentes aprovechó los bancos de piedra y pretiles de la plaza como asientos. Todo pese a que la frescura de la noche alhameña brilló por su ausencia y contrariamente a lo sucedido en otras ediciones anteriores en las que los asistentes tuvieron que buscar alguna rebeca. 

 El primero en intervenir fue el presidente de la entidad organizadora, Ignacio F. Benítez, quien comenzó celebrando la vuelta «a la emblemática plaza de los Presos, cruce de culturas, tras dos años de exilio en el Paseo del Cisne, donde tuvo que celebrarse con mascarillas y más o menos distanciamiento». Así mismo, dirigiéndose al alcalde, habló de la pena que siente al ver que la iglesia parroquial, al pie de cuya torre se encontraba el escenario, sigue cerrada para pasar a exigir que «este monumento debe volver a estar abierto».

 A continuación, sería el turno de la invitada de honor de la velada titulada 'Un excelso legado musical', que centró en su vinculación con estas Sierras, el «papel crucial» de la música en la misma y en la figura del «reputadísimo vihuelista y talentoso compositor, Luys de Nárvaez». 

 Tras la excelente actuación del grupo Hagadá, integrado en esta ocasión por Bela Hinojosa, Mario Loi y Juan de Sisa, que fueron presentados por Sabina Ciruela y que interpretaron los temas 'Una hija tiene el rey', ¡Por qué llorax, blanca niña?, 'Khun Karavan', 'Por la tu puerta', 'Yo t'admiro' y 'Mistika po s'agapo'.

 Cerró al acto el alcalde de Alhama, Jesús Ubiña, quien felicitó a organizadores y músicos, tuvo palabras para los emigrantes, especialmente para los que se encontraban en la plaza. Seguidamente se refirió a las obras que mantienen cerrada la parroquia, «un tema que viene enconado desde 2006 cuando se hizo la restauración, de la estabilización realizada por la Junta hace un par años, «pero falta el último paso que es bastante caro para estabilizar definitivamente. El ayuntamiento está intentando unir a la Junta y a la Curia para que se pongan de acuerdo».

 

Intervención de la invitada de honor
Mariló Víchez Oyonarte

UN EXCELSO LEGADO MUSICAL

 Señor alcalde, presidente del Patronato de Estudios Alhameños, autoridades, representaciones, señoras y señores, muy buenas noches. 

 Por dónde comenzar mi intervención de esta noche en la que compartimos todos, aquí reunidos un año más, la Velada de los Romances Ciudad de Alhama, que regresa por fin a su emplazamiento habitual de la Plaza de los Presos. Cómo transmitir, porque a menudo las palabras se quedan demasiado cortas, el honor inmenso que supone para mí participar en esta celebración no ya como espectadora, como en años atrás, sino esta vez como la invitada de honor. ¡Pero si el honor es mío…! Y no solo porque volver a Alhama es siempre un placer, ya sea a la propia ciudad o a la cercana Sierra Tejeda, donde sabéis que vengo muy a menudo; volver, decía, a esta parte de la provincia de Granada tan espléndida humana, histórica, cultural y paisajísticamente; a este rincón tan querido por mí, y donde además tengo tantos amigos. Y más aún, volver hoy por un motivo tan especial como es formar parte de un evento que está considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de Andalucía: la Velada de los Romances, que puso en pie, hace ya veintiséis años, el insigne y reconocido don Andrés García Maldonado; mi maestro, compañero y amigo Andrés. 

 Muchos de los aquí presentes me conocéis desde hace tiempo y sabéis que, aunque nací en Granada, a todos los efectos me considero una vecina más de esta ciudad, que tanto me ha dado. Y sabéis también de mi devoción incondicional por Alhama y su Comarca y, desde luego, por sus montañas, las que conforman hoy uno de nuestros principales atractivos: el Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Me conocéis, decía antes, porque llevo años recorriendo estas “sierras de Dios”, como decían los antiguos, en pos de sus cumbres, pueblos, cortijos, historias, paisajes y memorias de las gentes que los habitaron, y publicando esos relatos, que muchos de vosotros habéis leído, en Alhama Comunicación y Axarquía Plus, para que, cuando sus protagonistas hayan desaparecido, sus historias continúen viviendo por ellos. Pero hoy, en esta ocasión tan especial, no voy a hablaros del Parque Natural. 

 Esta noche, como afirma el título de esta Velada, “Un excelso legado musical”, quiero hablaros de música. Y no de una música cualquiera, sino de la que acompaña, desde hace casi quinientos años, al protagonista real e indiscutible de esta y de todas las Veladas: el “Romance de la pérdida de Alhama”. Se trata efectivamente de un legado, es decir, de una herencia cultural de valor incalculable. Una partitura delicada, exquisita, de una sutileza tal que realza como nada más podría hacerlo el conmovedor poema que escribió una mano anónima hace casi medio milenio. ¿Y por qué hablar de su música, en concreto? Pues porque ella, como todas las músicas, es el puntal que permite elevar esos versos a su máximo nivel de expresividad, hasta convertirlos en una obra de arte imperecedera. Y es que la Música es la más excelsa, valga la repetición, de las Artes, el único idioma verdaderamente universal, que a todos llega y todos comprendemos a la perfección, ya que su naturaleza y su esencia son eso, comunicar del mejor modo posible. El lenguaje musical expresa todo lo que no cabe en el lenguaje hablado, con frecuencia tan limitado, y, a través de los músicos, nos revela la secreta armonía del mundo y acierta, siempre, en la más íntima de las dianas: la del corazón. Aquel que escucha música siente que su soledad se desvanece, se hace sonora y se puebla de presencias, porque la verdadera magia es aquella que vuelve real lo irreal, y casi tangible lo que no podemos tocar. Por eso son tan pocas las personas a las que la música deja indiferentes. 

 Es ese inmenso poder afectivo de la Música lo que la convierte en el mejor vehículo para despertar en los oyentes sentimientos y emociones de todo tipo: felicidad, pesar, melancolía, exaltación, nostalgia, desdicha, entusiasmo e incluso otros sentimientos más sutiles, para los que nuestro vocabulario carece de palabras que los definan. Por eso decía antes que a menudo el lenguaje hablado se encuentra en desventaja frente al lenguaje musical. Todos lo hemos experimentado alguna vez: una simple melodía, escuchada en el momento oportuno, puede cambiar nuestro ánimo de un extremo al otro, o trasportarnos a un momento determinado de nuestra vida, o a algún lugar especial, o puede recordarnos a algo, o a alguien. ¿Eso es así, verdad? 

 La Música ha tenido siempre un papel crucial en las Veladas de los Romances a través de los años, dado que tras cada intervención hablada es siempre una actuación musical la que se convierte en protagonista de la celebración. Esta noche me gustaría que mi intervención nos llevase cogidos de la mano hacia la actuación del grupo Hagadá, que vendrá después.

 Cada agosto, desde hace veintiséis años, la Velada de los Romances rememora la historia, la literatura y la música que envolvieron el momento histórico de la Toma de esta ciudad por parte de los reyes cristianos, el 28 de febrero de 1482, dando lugar al inicio de la crucial y definitiva Guerra de Granada. Y se conmemora precisamente interpretando el "Romance de la Pérdida de Alhama". Este bello poema narrativo nos describe la desesperación que produjo en el rey moro la pérdida de una plaza tan importante y tan cercana a la capital del reino nazarí. Somos muchas las personas, de Alhama y de fuera de ella, que conocemos este romance, y más desde que la radio local de esta ciudad, Radio Alhama, le viene dando difusión a sus diferentes versiones, tanto recitadas como cantadas. Todos, decía, conocemos el histórico poema, así como su música. El “Romance de la pérdida de Alhama” es, ante todo, un texto que destila desconsuelo, nostalgia y pesadumbre, al que la música añade un plus de dramatismo que resulta imprescindible para predisponer al oyente, casi, a experimentar los mismos sentimientos de dolor que debió sentir su protagonista, el pobre rey moro que lloraba porque se había quedado sin su Alhama (“¡Ay de mi Alhama!”). Y es que, también en este romance, las palabras se quedaron cortas y, para expresar tanto pesar, hizo falta la música.

 Poco sabemos del creador del hermoso acompañamiento musical que perfecciona nuestro romance, y que tantas veces hemos escuchado en otras Veladas. Esta música fue compuesta por Luís de Narváez, un músico nacido en la recién conquistada ciudad de Granada, entre los años 1500 y 1505 (no se tiene constancia de la fecha exacta de su nacimiento). Desde niño, Luís de Narváez estudió la vihuela de la mano de un maestro granadino que además era tocayo suyo, Luís de Guzmán. Con los años, el pequeño Luís llegó a superar a su maestro y a convertirse en un reputadísimo vihuelista y un talentoso compositor, del cual decían sus contemporáneos que causaba asombro su destreza tocando la vihuela. (Como sabéis, se trata de un instrumento de cuerda pulsada de forma parecida a una guitarra pequeña, que tuvo su máximo esplendor durante el Renacimiento español, allá por el siglo XVI). Pero Luís de Narváez no se limitó a tocar la vihuela magistralmente, sino que además compuso músicas para los poemas más importantes y conocidos de su época, entre los que se encontraba, por supuesto, el “Romance de la pérdida de Alhama”, de autor desconocido y, fuese quien fuese, contemporáneo del compositor. La música que acompaña al texto es, por tanto, coetánea al mismo, lo cual le imprime todavía mayor interés puesto que las cronologías del hecho histórico de la Toma de Alhama, la escritura del romance y la composición de su música se produjeron en un lapso de tiempo relativamente corto.

 Luís de Narváez (habría que verlo con su aspecto atildado, su barba y su melena perfectamente cuidados y aquellos ropajes medievales coloridos y recargados de encajes y dorados, con gorguera y plumas incluidos, que le quedaban tan bien) se convirtió en un músico de prestigio internacional, tanto que llegó a formar parte de las cortes del emperador Carlos V primero, y de su hijo el príncipe Felipe después (que reinaría más tarde en España como Felipe II). Nuestro compositor recorrió gran parte de Europa acompañando fielmente, como parte de su séquito, a sus soberanos allí donde ellos iban. Como músico al servicio directo del emperador, Luís de Narváez residió en la corte de Valladolid y en las de Bolonia y Mantua, en Italia, así como en diferentes ciudades de Alemania y Flandes, donde sus músicas eran interpretadas con frecuencia, y triunfaban rotundamente por su calidad y originalidad. Y es que Luís de Narváez innovó en sus obras de tal manera que sus composiciones influyeron durante décadas en las de incontables músicos que llegaron después que él. Su nombre, por lo tanto, está escrito con letras de oro en la historia de la música europea occidental.

 De entre todas sus composiciones destaca una, titulada “Los seys libros del Delphin”, que se publicó por primera vez en Valladolid en el año 1538. Esta obra, que constituye uno de los tratados dedicados a la vihuela más representativos de la música española del Renacimiento, es una colección de piezas musicales compuestas para vihuela y canto. Está dividida en seis libros, cada uno de los cuales está formado por obras y canciones de otros autores, tales como canciones francesas, tonadas populares, himnos, villancicos y danzas de la época, adaptados todos para ser interpretados a la vihuela y al canto. En el Libro V es donde podemos encontrar nuestro “Romance de la Pérdida de Alhama”, formando parte de una colección junto a cuatro canciones más. Fue tal el éxito de esta obra de Narváez que llegó a publicarse en Francia, una vez traducidos los textos al francés y adaptados al laúd.

 La fama de Luis de Narváez siguió aumentando a lo largo de toda su vida hasta su muerte, acaecida en el año 1552, cuando trabajaba al servicio del príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos V. Poco más sabemos de su biografía, puesto que este personaje vivió hace más de quinientos años y apenas han llegado hasta nuestros días referencias personales suyas; sí se sabe que uno de sus hijos, Andrés de Narváez, también fue vihuelista, pero sin alcanzar la maestría de su padre. En la actualidad existe un Premio de Composición otorgado por la Real Academia de Bellas Artes “Virgen de las Angustias” de Granada, que lleva el nombre de Compositor Luís de Narváez.

 El “Romance de la pérdida de Alhama” es uno de los ejemplos más brillantes de la tradición romancera de su época, hecho que queda demostrado, entre otras cosas, por la prontitud con la que se le puso música (no ocurría esto con la mayoría de los romances). Era muy frecuente durante la Edad Media que las gestas militares, las historias de amor más trágicas o románticas, los acontecimientos históricos, las leyendas y otros hechos memorables, ya fuesen reales o ficticios, terminasen convertidos en poemas narrativos que iban transmitiéndose por tradición oral, de padres a hijos, durante generaciones. Los más populares solían cantarse, bien a capella, o bien acompañados por un instrumento, generalmente la vihuela, si había una disponible y alguien que supiera tocarla. Este tipo de composiciones poéticas, que terminaron agrupándose en colecciones llamadas “romanceros”, se escribieron hasta bien entrado el siglo XIX porque su carácter épico, romántico y trágico era muy del gusto del pueblo. Eran populares entonces y, desde luego, siguen siéndolo ahora, porque esta noche estamos aquí, en esta Velada de los Romances, enalteciendo precisamente uno de ellos, el nuestro. 

 Decían los antiguos filósofos griegos que un pueblo que no hubiese encontrado su propia música, y no la cantase y se regocijase con ella, sería un pueblo sin alma. Y es verdad. La Música descubre lo mejor de cada uno de nosotros, nos hermana y se eleva por encima de todos los credos, de todas las ideologías y sobre todas las razas. Por ello podemos afirmar con rotundidad que Alhama es una ciudad con alma, y con un alma muy grande, además, porque pocos lugares se enorgullecen tanto de sus tradiciones y su música como esta ciudad. Por lo tanto, y como el movimiento se demuestra andando, qué mejor forma de homenajear nuestro “Romance de la Pérdida de Alhama” que escucharlo de nuevo esta noche, un año más, en esta maravillosa Plaza de los Presos. Y con buena música, como debe ser, porque así nos llegará aún más dentro, si cabe, del corazón.

 Muchas gracias y muy buenas noches a todos.

 

Vídeo de la Velada

Imágenes de esta velada

Texto y fotos: Antonio Arenas.