Realizada por Feliciana López del Pino, el viernes 15 de marzo, viernes precedente al Viernes de Dolores.
Presentación del acto y de la pregonera
Señor cura párroco, señor alcalde, Hermano mayor, miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad, camareras y mantillas, señoras, señores, apreciada Feliciana:
El transcurrir del tiempo, concretamente este viernes anterior al más alhameño del año en nuestra Alhama, nos trae nuevamente nuestro pregonar a nuestros inmemoriales sentimientos marianos que se pierden hasta en siglos. En este caso, hoy y ahora, nuestra XX Exaltación a Nuestra Señora, especialmente significado ello en nuestra excelsa Virgen de las Angustias, patrona y señora de esta ciudad y tierra.
Desde aquellos días de 2003, en los que la entrega y constancia de unos hermanos dirigentes de nuestra Hermandad, como Pepe Raya, ostentando entonces el cargo de hermano mayor, y contando con el decidido apoyo y entrega de Paco Palacios Rodríguez y Manolo Castillo Velasco, poníamos en marcha estos actos, son ya veinte la exaltaciones que vamos a dar por pronunciadas, ya que la pandemia también en esto nos afectos y dos fueron las dos no pronunciada por la pandemia, a pesar del entusiasmo y la decisión siempre avanzada de Celedonio García Bautista, quien tanto ha hecho, está haciendo y hará mientras viva por esta Hermandad, como ahora, con su nobleza y lealtad, apoyando a este nuevo y buen hermano mayor que es el siempre cordial José Antonio Muñoz Sánchez, que , como persona inteligente sabe muy bien cuál es el camino a seguir y recorrer conjuntamente con todo aquel que siente esta Hermandad, llevándola , como él, en lo mejor de su corazón.
En este representarnos a todos en el proclamar a Nuestra Señora y, con ello, anunciar nuestro tiempo de Pasión Alhameño, igual que varones han pronunciado la Exaltación mujeres que, sin lugar a dudas han estado y están vinculas a nuestra Virgen de las Angustias y mantienen su devoción desde toda su vida, lo que se ha visto constantemente reflejada en el amor y dedicación a nuestra Virgen, siendo la primera mujer que la pronunció Chencha Serrano del Pino, y haciendo posible, en esta hora, la edición redonda en su numeración de la XX una querida prima y amiga de la misma, Feliciana López del Pino, para mí apreciada y respetada desde mi misma infancia.
Eso sí, cuando hablamos de ella y la elegimos pregonera, lo de Feliciana me confundía un poco, pues desde siempre, y son ya muchas décadas, desde mi niñez en la calle Enciso, siempre fue y es Feli.
Nacimos y vivimos muchos años en esa hermosa calle que acabo de citar, ella a la altura del Molino y yo junto al Caño, en la casa arriba de su tía Carmen del Pino, uniendo ambas casas la hornacina dedicada a San Francisco de Paula, la que tanta devoción le tuvimos ambas familias desde siempre, al igual que Feli y todo vecino de esta calle.
La familia de Feli, como otras más de aquella calle excelente, tenía por vecinos a la familia de Justo y Paquita y, sobre todo para mí ya que era el lugar donde pase tantísimos días jugando, con los que éramos niños y ellas ya mozuelas, como Carmen López y la misma Feli, mis entrañables amigos Justo, Justillo, por bondad y nobleza para todos, y mi entrañable Paco del Molino, inigualables, como apreciables fueron siempre los padres y hermanos de Feli, Baltasar y… y Antonio y Pili, respectivamente, esta última enamorada compañera por esta vida hasta que alguien lo requirió para arriba, de Justo como a tantas personas queridas que, ni ella ni yo, olvidaremos nunca, como su esposo, el bien recordado Juan José Escobedo Palacios, ambos tomaron el camino hacia la otra Orilla con la misma edad, 55 años.
Sí, se nos han ido muchos seres queridos que, sin lugar a dudas, nos contemplan desde Allá, y ahora están junto a Feli, en lo mejor de su mismísimo corazón, agradeciéndole sus momentos tristes y duros, pero igualmente recordándole tiempos y horas de esta vida que han sido alegres y placenteras como los muchos vividos con aquellas familias y amigos, los que siendo vecinos, conformaban una cierta relación que se estrechaba con el paso del tiempo y jamás se ha olvidado. Y ahí está Feli, nuestra pregonera de 2024 que vivió su tiempo sintiendo las tradiciones y vivencias alhameñas, y, sobre todo, siempre dispuesta a trabajar y arribar el hombro en todo lo que fuese y es bien para el pueblo y sus habitantes.
Feli siempre se ha caracterizado por conseguir y hacer posible una sociedad mejor para todos allí en el espacio o lugar donde le ha sido posible y, así, su estar y colaborar es una participación actividad y, desde la sencillez, sin deslumbramientos o vanidades, la hemos visto en su entrega como camarera así como realizando e interpretando obras de teatro con acierto y excelentes resultados, y así todo cuanto ha sido lo mejor para el semejante al que ha podido prestar ayuda y atención, sin apartar jamás de sí su pueblo de su alma en el que le nacieron sus tres hijos, dos niñas, como todos sabemos, Mati y María José, y un niño, Antonio, que Dios dispuso, como con tantos seres familiares y amigos a lo largo de su vida, que se fuese para la Eternidad cuando aún era muy pequeño, pero que siempre ha seguido aquí, todos a la vez como ahora mismo uniéndola y acercándola, día tras día, a Nuestra Señora.
Bien sabes que me hubiese gustado, como casi siempre, dedicarte personalmente estas palabras, pero motivos sinceramente de fuerza mayor me lo impiden. Haciéndolo alguien al que estimo y aprecio y que lo hará magníficamente, como es mi entrañable amigo Raúl Gálvez Morales.
Así, estimada Feli, aunque el tiempo no deje de arar sus surcos y cada día se vayan caminando más y más senderos hacia el Nuevo Despertar, con la satisfacción de nuestra Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de las Angustias, a tus ochenta y cuatro años, vuelves a darnos un ejemplo de vocación marina y de amor a esta tierra, aceptando la unanimidad de cuantos en esto deciden, con tus palabras que estarán llenas de emoción y amor, al pronunciar la XX Exaltación de Nuestra Señora de la muy Noble y Leal Ciudad de Alhama.
Con ustedes, señoras, señores, amigos y paisanos, Feliciana López del Pino, Feli.
Muchas gracias.
Andrés García Maldonado
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Exaltación a la Virgen, por Feliciana López del Pino
Señor Cura Párroco, señor alcalde,
Señora teniente alcalde y autoridades,
Señor Hermano Mayor, junta directiva y miembros de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de las Angustias,
Señoras camareras, mantillas y costaleros, Raúl Gálvez presentador de la exaltación, señores y señoras:
Muy buenas tardes y muchas gracias a todos por acompañarme en esta vigésima exaltación a nuestra patrona.
Cuando recibí la llamada para dar la exaltación, tuve una mezcla de sentimientos. Por un lado, me hizo mucha ilusión que pensaran en mí para hacerla y por otro lado sentí mucho respeto porque espero estar a la altura de lo que la ocasión exige.
Dije que sí, y aquí estoy delante de ti, María, para hacerla con todo el cariño y respeto del que soy capaz.
Como ya es costumbre en nuestro pueblo, siempre que las circunstancias nos lo han permitido, se ha celebrado la exaltación a nuestra patrona, año tras año. Lo celebramos el viernes anterior al viernes de dolores, día especial en que Nuestra Señora de las Angustias procesiona por las calles de nuestra Alhama.
Me gustaría agradecer a nuestro Hermano Mayor, José Antonio Muñoz Sánchez, quién con esa bondad y calidad humana, con el apoyo de la hermandad y, sobre todo, de quién durante tantos años ha sido tan digno y eficaz Hermano Mayor, Celedonio García Bautista, va, precisamente siguiendo los buenos pasos y hacer de Cele que tanto han engrandecido a nuestra hermandad. Ambos llevan hasta en lo mejor de su corazón el amor a nuestra Virgen de las Angustias sin medida o límite, para seguir, día tras día, entregándose a todo hacer necesario para que tenga y cuente con todo lo imprescindible.
También dar las gracias a los componentes de la junta directiva por pensar en mí para esta exaltación, por su buen hacer y dedicación trabajando por el bien de nuestra hermandad.
A todas las camareras de la virgen, a los padrinos del nazareno, Cele y Mercedes, y al grupo de hombres de la junta directiva que cada año dedican su tiempo a vestir con sus mejores galas a nuestra virgen y nazareno, respectivamente, con mucha delicadeza y cuidado para procesionar por nuestras calles.
A toda la cuadrilla de mujeres y compañeras que altruistamente limpian nuestra iglesia cada semana para las distintas actividades religiosas.
Claro está, que es ella misma, nuestra Virgen de las Angustias, la que les da, no sólo fuerzas sino también vocación, ganas e ilusión para seguir en las tareas de la Hermandad con otras tantas personas que, dentro de nuestras posibilidades, estando vinculadas con ella tanto desde siempre como desde hace menos tiempo, sienten y actúan con el mismo objetivo. Puesto que la Virgen de las Angustias en Alhama, en el entorno religioso y de sentimiento católico, es, y creo que no me equivoco, lo máximo para todos nosotros.
Ahora bien, con todo mi corazón y con una dedicación especial a las personas queridas que ya se me marcharon, a las que no olvido, así como a todas las que quiero se encuentren o no en este templo, voy a dedicar a Nuestra Virgen las palabras que brotan de lo más hondo de mis sentimientos para repasar y recordar mis muchos años de mi relación con ella.
Hoy, soy una alhameña más que pasa a ser una de sus Exaltadoras, después de que lo hiciera por primera vez, como mujer, mi prima Chencha en la quinta exaltación.
Basándome en la definición que realiza la Real Academia Española, Exaltación es la acción y el efecto de exaltar o exaltarse, lo que significa avivar o aumentar un sentimiento o pasión. Voy a intentar ceñirme a esto, por lo que, con vuestro permiso, a partir de aquí voy aprovechar esta oportunidad que se me ha brindado para dirigirme directamente a la protagonista de este acto, la Virgen de las Angustias, como si de una conversación entre amigas se tratase.
Buenas tardes mi querida María.
Aquí estoy para pasar un rato contigo como tantas otras veces me he dirigido a ti. Hoy lo hago de una forma diferente, hablándote directamente mientras puedo mirarte a la cara como si fuese a ver tu expresión cambiar con lo que te voy a ir narrando.
Me apetece contarte que desde mi más tierna infancia he estado en contacto con la fé. Estuve en el colegio religioso aquí en Alhama, era el colegio de las hermanas mercedarias. Se encontraba donde está ahora el actual hospital de la reina. Y allí fue donde empecé a conocer a Jesús, a ti y a la religión católica.
En mi niñez fui una reparadora, ¿no te lo he contado?
Era una tradición que se perdió con el tiempo. Recuerdo que la hacíamos en la época de navidad, éramos un grupo de niñas que nos llamaban las reparadoras. Nos organizábamos para llevar una imagen del niño Jesús en procesión. Cada día, hacíamos una procesión con todas las reparadoras mientras lo llevábamos cantando una especie de villancicos hasta la casa de alguna de nosotras, la imagen pasaba la noche allí y cada día repetíamos la procesión hasta que el niño Jesús pasaba una noche en casa de cada una de las reparadoras.
¿Has visto María? Desde pequeñita tuve muy presente a tu hijo.
También fui hija de María, tu hija. Esto lo hacíamos en el mes de mayo, éramos un grupo de niñas que teníamos una medalla de la Inmaculada y llevábamos un lazo celeste que nos poníamos para ir a las flores, a rezar el rosario en la parroquia. Lo recuerdo con mucho cariño.
Llevamos juntas desde siempre
Luego ya sabes que pasé al colegio público, antes se estudiaba por libros y cuando terminábamos el último libro se terminaba el periodo escolar. Después ya había que buscarse la vida. Y ahí fue cuando empecé la andadura en algo que me acompañaría toda la vida, la costura. Labor que me ha ayudado a unirme más a ti con el tiempo.
Empecé a aprender a coser en una sastrería de hombre, lo primero que aprendí a hacer fue el traje de hombre.
De la sastrería acabé en septiembre y me casé en el siguiente octubre de ese mismo año, los tiempos han cambiado mucho desde entonces.
Como había aprendido a coser, y en esos tiempos teníamos muy pocos recursos, le cosí los dos trajes al novio. Ya que antiguamente, el novio llevaba el traje del día de la boda y el traje para el día siguiente, al que se le llamaba “el traje del otro día”. También para la boda, le hice el traje a mi padre, a mi hermana le cosí una chaqueta y a mí me hice otra chaqueta para llevar con el traje de novia.
No podía imaginar que la costura nos acercaría tanto.
A partir de ahí seguí con mi vida, tuve a mis dos hijas y ahí comprendí tu papel de madre María. Esta experiencia cambia el resto de tu vida, porque decidir ser madre significa, en mayor o menor medida, que estarás vinculada a estas personas para siempre. Es cambiar tu vida, tu tiempo, e incluso en ocasiones, tu forma de pensar, por tus hijas. Consiste en dar todo tu corazón y sacar fuerzas cada día para sacar a tus hijas adelante y enseñarles a vivir. No todas las madres son iguales, cada una dentro de sus circunstancias, forma de ser y situación lo hacen lo mejor que pueden. Y, aunque algunas tienen la crueldad de hacerles daño a sus propias hijas, quiero pensar que son un porcentaje muy pequeño.
Tú, María, fuiste un ejemplo a seguir como madre. Asumiendo el anuncio del Arcángel Gabriel cuando te reveló tu embarazo del Hijo Eterno. Como a cada madre que le viene de sorpresa, te desconcertó y te hizo sentir miedo. No entendías cómo había podido ser, pero cuando el ángel Gabriel te lo explicó, te mostraste rápidamente humilde y sinceramente entregada a esa dignidad que Dios te había concedido al elegirte.
Para mí tener a mis hijas ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, ellas son dos pilares muy importantes en mi vida. Lo hice de la mejor manera que pude e intenté guiarlas e inculcarles el camino de la fe con el que yo crecí, llevándolas a misa, a las procesiones y hablándoles de Jesús, de ti y de Dios.
Como te dijo tu prima Isabel en tu visita, Bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de vientre.
Cuando murió mi marido fue un golpe muy duro, me sentí fatal porque era mis pies y mis manos, lo quería mucho y lo sigo teniendo presente siempre en mi corazón. En ese momento se me encomendó una tarea muy difícil, a pesar de la tristeza, tuve que seguir y hacerme cargo de sacar adelante a mis dos hijas.
A partir de ahí fue cuando empecé a conocerte de una forma más directa, porque un día llegó a casa mi hija menor diciendo que se había apuntado como hermana de la virgen y que me había apuntado a mí también. Yo no sabía en qué consistía ser hermana, pero comencé a descubrirlo poco a poco.
Empecé a tomar un papel más activo cuando se hizo una reunión en la que pidieron a los que asistimos, que nos apuntásemos para ser camareras. Yo quise experimentar y me animé a apuntarme para serlo.
Y ahí empezamos a tener una relación más estrecha María.
Porque entre las funciones de camarera de la virgen tu bien sabes que se encuentra limpiar tu camarín, la iglesia y tenerlo todo bien adecentado para que siempre estés así de bonita.
Supongo que recordarás, que un año en vísperas de tu viernes de dolores, estábamos arreglando y preparando tu trono para que salieses a procesionar junto a los alhameños y alhameñas. Queríamos dejarlo todo perfecto, como cada vez que te preparamos.
En aquellos tiempos estaba Don Francisco de cura, lo recordarás porque era muy querido en el pueblo, se volcaba a colaborar en cada cosa que ayudase a mejorar y cuidar nuestra iglesia y su patrimonio. Él estaba atando una tela que se ponía alrededor del trono y como lo vi poco estable, le comenté que eso sería conveniente arreglarlo. Me preguntó que quién arreglaba esas cosas, y yo le contesté sin pensar mucho la respuesta: pues las mujeres, sin referirme a nadie en concreto, sino porque en aquella época se entendía que algunas actividades eran propias de mujeres. Ahora esa idea va cambiando, menos mal, y cada persona tiene la posibilidad de aprender el oficio que sea con mucha menos discriminación de género.
Cuando acabó la procesión y fuimos a recoger todo en los días siguientes, mientras Miguel el Neo, quitaba la tela de las cortinas del trono, Don Francisco le dijo que las dejase fuera sin guardar porque Feli las iba a arreglar. Y a partir de ahí empecé a coser para tí María, para la iglesia o para lo que se necesitase.
Tú me has visto hacerle la túnica al nazareno junto a mi querida Mercedes, coserle trajes a la Virgen del Carmen, también manteles y paños para el altar, y ahora mismo estoy vistiendo un trono. Me gusta poder ayudar y poner mi granito de arena en que tanto tú, el resto de imágenes y la iglesia estén bien vestidas.
Ya sabes María que te guardo mucha devoción, y que como imagino que hacemos muchos, te pedimos que nos ayudes a nosotras mismas o a familiares cuando toca pasar por alguna enfermedad, contratiempo o mala racha. Tengo grabada en la mente una experiencia en la que te sentí muy cerca. Fue cuando una prima me llamó para contarme que tenía una enfermedad y necesitaba un trasplante, me pidió que te rezase para que la ayudases. Y yo te lo pedí con toda la confianza y esperanza con la que fui capaz, le brindaste la oportunidad de ser trasplantada y que se recuperase al poco tiempo. Es una de tantas cosas por las que te estoy muy agradecida, porque siento en lo más hondo de mi ser que fuiste tú la que ayudó a que se alinearán las circunstancias y pudiese recuperarse.
Tengo grabadas en mi mente algunas otras situaciones parecidas en las que sé que fuiste tú la que ayudaste a que salieran bien, pero no te las voy a repetir porque ya las conoces de sobra cuando te las agradezco cada día.
Gracias María por alentarnos y ayudarnos en las adversidades.
Una experiencia que recuerdo con mucho cariño y me gustó vivir a tu lado fue acompañarte a la magna mariana. Fue en el año 2013 y se organizó un evento único en el que se reunieron 33 pasos de vírgenes de la capital y la provincia de Granada. Se hizo para conmemorar el centenario de la coronación de la Virgen de las Angustias de Granada.
Para mí fue un honor ayudar con los preparativos del evento, los hermanos y hermanas de la hermandad, el Hermano Mayor, los Alhameños, el párroco Víctor y tus devotos nos volcamos en todo lo que estaba en nuestra mano para hacer que ese día brillases más aún de lo que cada día lo haces. El punto de encuentro era la Catedral, y allí te llevamos el día de antes con mucha ilusión, pero con el corazón encogido porque no queríamos que sufrieras ningún daño.
El 18 de mayo salimos orgullosos junto a ti a procesionar por las calles de Granada. Las personas que te iban viendo nos decían que eras muy guapa, nosotros lo sabemos de sobra, pero se nos llenaba el corazón al ver que ibas deslumbrando por las calles de Granada y los demás te veían con tanto cariño como el que nosotros te tenemos. Fue precioso ver como los demás podían disfrutarte tanto como nosotros lo hacemos cada año.
Hablo por mí cuando te digo que recuerdo ese día con mucha emoción e ilusión, aunque creo que lo compartimos muchos de los alhameños y alhameñas que tuvimos la suerte de vivirlo. Fue un acontecimiento histórico, tanto como el momento en que te encontraste con la Virgen de las Angustias de Granada en la puerta de su basílica, las dos con la misma presencia de angustia al llevar a vuestro hijo en el regazo cuando lo bajaron de la cruz.
Fue un día lluvioso, en el que íbamos con la preocupación ya que no queríamos que la lluvia te estropease nada. Algo de tregua nos dio y pudimos disfrutar la procesión junto a ti. Aunque recuerdo que, en cuanto llegamos contigo dentro de la catedral, comenzó a diluviar fuera.
Puede que fuese casualidad, pero yo, y creo que muchos más alhameños, sabemos que tuviste algo que ver y que también quisiste disfrutar de esa increíble experiencia con todos nosotros.
¡Qué orgullo fue pasear contigo por las calles de nuestra preciosa Granada, contigo en ella lucía más bonita si cabe!
En Alhama tengo el honor de ser Camarera honoraria y te acompaño cada viernes de dolores presidiendo la procesión. Ese es el día grande, en el que todos queremos acompañarte, verte e iluminarte por las calles de nuestra Alhama.
Pero cuando estás en tu casa, en esta iglesia del Carmen donde pasas el resto del año, no me olvido de ti. Vengo cada vez que puedo, ya sea simplemente a verte y a hablar contigo, o para limpiar la iglesia, asistir a misa o lo que se necesite. Lo hago por ti, porque te estoy muy agradecida, cada día te doy las gracias por todo en lo que me has alentado y ayudado. Has sido y eres un apoyo en mi vida María, me has dado fuerza, esperanza y consuelo en los contratiempos que se me han presentado para seguir adelante, me has acompañado en mis alegrías y mis tristezas, en mis logros y en mis desafíos. Eres guía y protectora de mi camino.
Esto solo ha sido una conversación de lo presente que te tengo en mi vida, un recordatorio de lo cerca que te siento en el día a día, un agradecimiento por cada dificultad que me has ayudado a superar, un reconocimiento por todo el amor y protección que me regalas.
No es una despedida porque seguiré viniendo a verte, a mantener tu hogar limpio y a hablar contigo como he hecho hasta ahora, esto es sólo una exaltación de todo lo que significas para mí y lo importante que eres en mi vida María.
Sé que este sentimiento, lo sienten muchos de los aquí presentes, que eres un faro de luz y esperanza para muchos de nosotros, que nos ayudas a ser mejores personas en este mundo al que tanta falta le hace recordar el amor, la empatía y la humanidad.
Ayúdanos a que así sea.
Y ahora, para ponerle fin a esta conversación entre tú y yo, me apetece recitarte tu antiguo himno:
Viva la virgen nuestra patrona
que en nuestro pecho tiene su altar
y reine siempre triunfante Cristo en nuestro pueblo noble y leal.
Siempre seremos sus fieles hijos y siempre Alhama te ha de ser fiel,
respondió la Virgen desde su trono, yo vuestra madre siempre seré.
¡VIVA LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS! ¡VIVA LA PATRONA DE ALHAMA!