El acto oficial tuvo lugar a las 11:30 de la mañana, y el entierro a las 6 de la tarde.
Antonio Ramos Espejo, alhameño, 79 años (1943/2023), ya forma parte de la historia, de la historia que reconoce a los grandes profesionales y gente de bien, y cuya vida ha servido para reconocernos aún más en el entorno y el mundo que nos ha tocado vivir, para formar a nuevos profesionales de la comunicación y para dejar todo un legado más reconocible con la palabra escrita y las imágenes grabadas bajo sus directrices. La emigración, el éxodo andaluz, el Caso Almería, la evolución de nuestra tierra, la enciclopedia, los andaluces en definitiva sabemos más de nosotros mismos gracias al trabajo de ese alhameño que fue Antonio Ramos Espejo, grande entre los grandes y reportero entre los reporteros, algo a lo que nunca renunció.
Alhama le debe el homenaje que se merece, y que inició con el reconocimiento a su persona como Hijo predilecto de la Muy Nombre y Leal Ciudad que le vio nacer el pasado 9 de abril de 2021, pero que queda incompleto y habrá que revitalizar en un futuro cercano.
Su cuerpo llegaba al tanatorio de Alhama pasadas las diez de la noche del día de su fallecimiento, este 25 de febrero de 2023, y cuyo velatorio y despedida se haría a las 6 de la tarde del domingo 26 de febrero, un día que coincidía con uno de los más grandes de Alhama, el Domingo de Piñata, con una ciudad llena a rebosar desgranando colorido, alegría y música por doquier, pero con la espinita clavada de tener que despedir a Antonio Ramos, la cara y la cruz de la vida misma; la alegría y la tristeza, lo que hizo que los actos hacia Antonio no pudieran hacerse con la oficialidad que el finado requería en la propia casa consistorial, enclavada en el corazón de la fiesta, lo que se tuvo que realizar en el mismo tanatorio. Allí a los 11:30 del mediodía el alcalde de Alhama, junto a otros miembros de la corporación, cubrían el féretro con la medalla y bandera de Alhama, al tiempo que se realizaba la ofrenda floral. De ahí a las 6 de la tarde, para, en la pequeña iglesia del barrio de La Joya, proceder a la ceremonia religiosa que oficiaría su primo hermano, el sacerdote Antonio Larios Ramos, con la familia arropada por familiares, amigos y compañeros que fueron de Antonio, y que quisieron unirse a su último adiós.
Para los que hemos compartido con Antonio momentos de amistad, de prensa, de charla o simplemente de vecindad, siempre nos quedara el recuerdo de un hombre grande, de un alhameño ejemplar, de un profesional admirado y una persona íntegra por quienes tuvimos la suerte de compartir con él algo de nosotros mismos.