El que fuera premio "Alhameño del año 2009", falleció en la localidad de Lloret de Mar, donde residía, a los 82 de años, después de una larga enfermedad.
12 de julio de 2017 - Todos los medios relacionados con el mundo taurino y en particular toda la prensa catalana, con algunos obituarios, informaron del fallecimiento del “mataor” nacido en Alhama de Granada, del cual tuvo que emigrar con doce años.
Enrique Molina demostró su humanidad y su fervor por su pueblo en su última visita a Alhama con motivo de los premios Alhama 2009 celebrados en febrero de 2010. Tanto en su intervención en el acto, como en sus conversaciones durante su estancia, demostró su amor por Alhama, así como sus familiares. Todo un bohemio, a la vez que clásico, demostró saber lo que era el buen “toreo”. Alhama quedó en su corazón aquel fin de semana, así como su gratitud por dicho reconocimiento.
Hasta siempre
Enrique Molina Castro, nació Alhama de Granada, un 25 de abril de 1935 y a los doce años de edad, se trasladó con sus mayores a Barcelona. Fue entonces cuando despertó en él su vocación taurina y sus aspiraciones toreras hasta el punto que asiste cada tarde y sin excepción a las clases que impartía el maestro Pedro Basauri “Pedrucho” en su popularísima escuela.
Y fue allí donde nació la popular cuadrilla de niños toreros creada por un periodista teatral conocido como José María Villapecellín y que junto al recordado Enrique completaban el trío Fermín Murillo y Joselito Clavel. Con los nombrados actuó en Las Arenas como sobresaliente en 1949, en la parte seria de un festejo cómico nocturno de los muchos que por aquella época proliferaban en Barcelona.
Se presentó con picadores en Valencia el 7 de octubre de 1951, junto a sus inseparables compañeros donde logró una notable actuación que fue altamente destacada por la prensa y de la que guardó a lo largo de su vida un imborrable recuerdo. Las reses pertenecieron a Lancha Vázquez (Celestino Cuadri en la actualidad). Al año siguiente, concretamente el 19 de marzo, festividad de San José y junto a Murillo y Clavel fue anunciada su presentación en Las Ventas de Madrid, el 19 de marzo de 1952, lidiando novillos de Isaías y Tulio Vázquez. Una auténtica encerrona del señor Villapecellin que después de pasearlos por las calles de Madrid impecablemente vestidos con traje corto y sombrero de ala ancha se entretuvo en presentarlos en las Ventas con una auténtica “tia” algo exagerado para tres chavales tan jóvenes y tan nuevos.
Otra de sus más relevantes actuaciones tuvo lugar en la plaza Las Arenas en un festejo matinal con carácter mixto que se celebró el 4 de diciembre de 1955 y donde también actuaron el entonces novillero Manuel García “Espartero” y el ya matador Agustín García “Agustinillo”. Tras memorable faena le fueron concedidas las dos orejas de Perotoro de la divisa de doña María Montalvo, que sin duda alguna supuso un gran toque de atención en su carrera.
En la plaza de Sant Feliu de Guixols, el 6 de septiembre de 1959, el almeriense Enrique Vera le concedió el doctorado en presencia del catalán Carlos Corpas y con ganado Núñez Guerra. En esa misma plaza, se retiró el 22 de septiembre de 1963, pero las ganas de sentirse nuevamente torero, le hicieron volver a vestirse de plata dos años más tarde para reaparecer como banderillero junto al torero Luís Segura, actuando en un buen número de festejos en aquella temporada.
Y así vino actuando posteriormente, compartiendo su trabajo como profesional de la hostelería hasta el 24 de septiembre de 1987 donde junto al novillero Alberto Solé realizó el paseíllo por última vez, en la Monumental de Barcelona, poniendo fin a una digna y muy honrada trayectoria profesional.
Continuó vinculado al toreó formando parte de la Escuela de Tauromaquia de Catalunya donde tuvo el placer de vivir su época más gloriosa y ocupó el palco muchas tardes de toros en la Monumental como asesor taurino, asesorando a la misma vez la carrera novilleril de la torera catalana Elisabeth Piñero.
El 22 de febrero del 2014 tuvo su última aparición pública, con motivo de un homenaje que se le rindió por parte de la Federación de Entidades Taurinas de Catalunya y donde ante una sala completamente abarrotada recibió el cariño y la admiración de la familia taurina catalana, estando presente en el acto su entrañable compañero y amigo José María Clavel que fue quien le hizo entrega de una placa, a la vez que expresaba unas sentidas palabras.
Nos deja para siempre Enrique Molina que supo beber de las mejores fuentes y recoger el legado de personajes tan polifacéticos como Mario Cabré “El torero de las supremas elegancias” con el que compartió una gran amistad y del que supo heredar una de sus grandes dotes: la poesía y la elegancia en el ruedo y en la calle. Nos deja para siempre un romántico, un bohemio, un ser excepcional y sobre todo… un “torero”.
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- Homenaje de la Federación de Entidades Taurinas de Catalunya, en 2014.