El centro ocupacional de la comarca volvió a representar las dos piezas teatrales que Salvador Arias había credo expresamente para ellos.
El centro de discapacitados comarcal volvió a representas las piezas de una obra creada por Salvador Arias exprofeso para unos actores especiales, especiales por su forma de ser, especiales por su forma de sentir, especiales por su forma de dar afecto, y especiales porque se han esforzado como nadie en trabajarla, mimarla, cuidarla y ahora nuevamente representarla, aunque ya lo han hecho en otras ocasiones en varios de nuestras poblaciones vecinas, pero para unos actores, como ellos, se cuida siempre el detalle, como si siempre fuese la primera vez.
Se representó por primera vez en noviembre pasado, pero lógicamente los ensayos empezaron mucho antes, yo tuve la suerte y el privilegio de estar en alguno de ellos, simplemente por la curiosidad informativa que luego hay que dejar transcender en las informaciones que hacemos, y puedo hacer míos los sentimientos que escribió el poeta:
Sentí en tu mirada aprecio
tú inspiraste el sentimiento
yo hilvané con fino hilo
gozarlos contigo, espero…
Y creo que todos gozamos de este trabajo, de visualizar y ver como un grupo de personas diferentes, que exigen a la sociedad de hoy, a sus vecinos a sus amigos, a nosotros, todos, en definitiva, que ese trato diferente sea igualitario en lo personal, profesional, en la entrega y en el aprecio.
Porque de lo que se trata es de potenciar la formación integral de los alumnos del centro con una actividad emocional y exigente, para crear hábitos que rompan las barreras de los que todavía pueden sentir la diferencia como algo menos valioso, y nada más lejos de la realidad, se trata entonces de crear esos hábitos de: presentarse en público, tener relaciones interpersonales con monitores, director y experiencias positivas, y que LA EMOCIÓN se traslades, se viva y se sienta en el aprecio al buen hacer de todos.
Nunca en mi vida he sentido
tan onda beldad amada
lo gozo, y en sueños, vivo
y como oro guardo en mi alma.
Seguro que todos vamos a guardar el recuerdo de esa noche, por lo que supone y por lo que representó, en una sociedad que protege a los suyos, y que los cuida y valora independientemente de como cada uno sea.
Unos días antes de la representación me pidieron que la presentara, lo que para mí fue un honor, así como compartir escenario con ellos y la directora del centro, Pili Espejo, que agradeció nominalmente a todos los que, de alguna manera, han contribuido, y contribuyen, con ‘El Lucero’, que es como se llama este centro ocupacional de personas con discapacidad. Pili hizo un repaso también por las representaciones que han realizado hasta el momento, e indicó que los beneficios que obtienen de la venta de libros, palomitas y refrescos (que se ofrecían a los espectadores) se van a dedicar a la creación de un comedor para ellos, ya que hasta el momento el comedor que utilizan es el de la residencia de ancianos, ya que ambas entidades dependen de la Mancomunidad de Municipios, pero se necesita uno adaptado a sus necesidades especiales, y para poder ofrecer un servicio integral a estos usuarios.
Lo que se representó esa noche no es una entelequia ni una improvisación, es fruto de un pensamiento llevado a guión, de una actitud llevada a un ensayo, y de un ensayo, con muchas horas de trabajo llevada a una representación teatral en dos piezas separadas, lo que explicó el ‘padre de la criatura’, docente, profesor, escritor, poeta, pero sobre todo sensibilidad; Salvador Arias, quien explicó la motivación que le había llevado a realizar esta labor. Con voz enérgica, al tiempo que emocional, recordó a los presentes la necesidad que hay de una integración sin tapujos ni prejuicios, eliminando esas barreras mentales que todavía pueden existir en algunas personas “cosa que en nuestra comarca se han superado, y lo he podido sentir en el cariño que hemos recibido en los diferentes pueblos en los que hemos estado”, comentó.
Salvador es el autor de los libros a los que he hecho referencia anteriormente, que no es otro que la publicación ‘Versos/besos del alma’ de la que es autor (y del que yo he entresacado los versos que apoyan este comentario), y del que ha donado 200 ejemplares precisamente para contribuir a cubrir parte de esas necesidades y proyectos que tiene el centro. A un precio de 10 euros casi se agotaron los que se pusieron la venta en esta representación (aún quedan algunos que se pueden adquirir en el centro), y de buen grado firmó ejemplares a quien se lo solicitó.
Al finalizar las presentaciones, y antes de comenzar el espectáculo, en un patio de Carmen a rebosar, se realizó una pequeña proyección preparada por Juan Grande, y presentada por Pili Espejo, en la que aparecían el cuadro de actores (que lo son todos) así como la mención especial de la noche y en memoria de a quién se dedicaba, a uno de los luceros que esa noche brilló si cabe con más fuerza, Juan Miguel Ordóñez Barroso (1993/2018), que nos dejó para siempre el pasado 23 de junio.
Finalizó el espectáculo con el público en pie aplaudiendo la representación, felicitando a los actores, director y participantes, y Salvador Arias con cola para firmar ejemplares de ‘Versos/besos del alma’. La emoción de todos era palpable en el recinto.
In memoriam Juanmi
Mi amor me ofrece en mi vida
vestir de júbilo el miedo,
los ojos, como lo miras
cambia alegre, el frío invierno…
En nuestra tribu, EL LUCERO,
vive inocente sonrisa
de amor y paciente esfuerzo
natural como esa brisa
de tomillos y romeros…
De la estima y noble aprecio
llama arde en tierna sonrisa,
dulce luz de un limpio cielo,
radiante inocencia brilla,
en nuestro amado LUCERO…
Triste, apenado y herido,
llora con mirada al cielo,
descubre el más tierno brillo
del más noble amigo, bueno
que al cielo se nos ha ido.
Siempre vivirá el recuerdo
de tu inocente cariño
y sonrisa desde el cielo,
de quien nos quiere y nos quiso,
nuestro abrazo y tierno beso…
de padres y del LUCERO…
Nunca te olvidaremos…
Salvador Arias