“Al contemplar amorosamente la semblanza del compañero ausente, la nota más característica es su modestia. Hinojosa era modesto no sólo en su trato y en su porte personal, sino también en su ánimo y empleo que siempre hizo de sus facultades”, del discurso conmemorativo que le dedicó su amigo Antonio Maura, presidente del Gobierno.
El 25 de noviembre de 2022, se cumplirán exactamente ciento setenta años del nacimiento en la entonces denominada Calle de los Arcos -desde la primera mitad del siglo pasado, Calle Académico Hinojosa-, en el actual número 13, y donde se colocó -creo que la primera con este carácter especial- una placa dedicada a él precisamente el 25 de noviembre de 1966, señalando precisamente la que fue su casa en el pueblo que le vio nacer y recogiendo su grandeza y merecimiento con la frase “Príncipe de la Historia del Derecho”.
Muy pocos alhameños, precisamente en esto últimos 56 años, no saben que estamos hablando de un singular paisano que alcanzó relieve, no ya nacional, sino internacional y que destacó sobremanera en lo que se refiere a la ciencia del estudio del derecho histórico, que desempeño importantes cargos y que fue miembro de número de las Reales Academias Española de la Lengua -la más importante de toda España-, de la Historia, de Jurisprudencia y Legislación, de Ciencias Morales y Políticas, de la de Buenas Letras de Barcelona, de la Real de Sevilla, de diversas instituciones a nivel nacional e internacional, etc.
Cualquiera de estos campos y facetas sería suficiente para rendirle permanente homenaje, como venimos haciendo, como así está sucediendo en estos últimos años, desde aquel de los años sesenta, al que asistieron unas 700 personas -el cine totalmente abarrotado el patio de butacas e igualmente la parte de arriba y con gente de pie-, y los años posteriores, ya organizados por el Patronato de Estudios Alhameños siempre con la colaboración del Ayuntamiento, en el 140 Aniversario de su Nacimiento, en noviembre de 1992, en el 150 Aniversario, … pero es que antes en los años sesenta se crea el Club Cultural “Eduardo de Hinojosa”, que por los más conservadores no se veía nada bien, y en el año 1977 los fundadores de la Asociación de Vecinos de Alhama -un grupo de inquietos alhameños que necesitan hacer ver la realidad de nuestra ciudad y luchar por esta querida tierra-, le dedicaron ésta bajo la denominación de “Asociación de Vecinos Académico Hinojosa”; en años ya democráticos se designa la “Escuela-Taller “ dándole igualmente el nombre del gran jurisconsulto alhameño, y, en estos últimos años, concretamente en 2017, el Patronato de Estudios Alhameños crea y pone en marcha el “ Premio Eduardo de Hinojosa en Ciencias Jurídicas", el que el próximo sábado volverá a convocarse ya en su sexta edición, en acto dedicado al mismo , a las once y media de la mañana, en el salón de sesiones de nuestro Ayuntamiento.
Ha sido su facete científica, como corresponde, la que primero le identifica y nos enorgullece por la internacional dimensión de la misma. Ahora bien, por ejemplo, si elegimos la política -en otra ocasión hablaremos de la académica institucional al haber sido una de las personalidades que a más Reales Academias perteneció- observaremos que por sí sola es ya todo un singular ejemplo y alhameño bien difícil de igualar. Así, una vez más, como en tantas otras de estos últimos cincuenta y seis años, vuelvo a escribir sobre él.
Fue un político ejemplar. Sé que en todas las épocas se han dado personas que vocacional y limpiamente se han dedicado al servicio público, a los demás, a sus vecinos y ciudadanos, con acierto, eficacia y honradez, y hasta sin percibir absolutamente nada y en ocasiones hasta entregando la vida. Lo que, sálvese el que pueda, no es lo que sucede hoy que, en tantas ocasiones, es un medio de vida y vamos por ahora a dejarlo ahí, por no faltar a políticos que viven su entrega y que merecen nuestro total respeto y gratitud, pues es una de las vocaciones y labores más dignas del ser humano, claro está, cuando lo es y no se está tan solo pensando en el sillón del poder y lo que de él se puede obtener para beneficio propio o partidista, en no pocas ocasiones por no tener escrúpulos ni donde ir para llevar el pan a casa honradamente o querer más pan del que eres capaz de obtener ganándolo con el trabajo.
Hace ya bastantes años, mi entrañable amigo Pedro Aparicio, siempre con la sensibilidad que le caracterizaba, y yo, comentábamos que la labor política se puede recorrer montado en uno de estos tres caballos: el azar, la generosidad o la ambición. Quizás se nos olvidó, aunque de alguna forma puede relacionarse con un de esos tres, el de la necesidad -lógicamente no me refiero a la necesidad de aprovecharse de la que acabo de hacer mención-, en este caso no referida a la deshonesta en modo o mira alguna.
Entonces para mí -a pesar de que mis primeros escritos y mis primeras intervenciones pública, aquella de los cientos de personas en su homenaje- era desconocida en profundidad la circunstancia que llevó a nuestro ilustre paisano a dedicarse, con el desempeño de importantes cargos públicos, al hacer político.
Sobresaliendo en el fiel cumplimiento de su abnegada y heroica labor de investigador del Derecho, por la que recibió la justa denominación de “Príncipe de la Historia del Derecho”, Hinojosa jamás pensó dedicarse a la política. Pero he aquí la necesidad por, precisamente, no contar con los medios económicos mínimos para ello -en este caso, necesidad aparejada con no poca generosidad y un inmenso amor-, hallándose el mayor de sus hijos, Eduardo, de trece años, gravemente enfermo del corazón, le recomendaron que el clima del Levante español le podía ser muy beneficioso, y no contaba con recursos económicos para desplazar la familia a ese lugar, le llegó la noticia de que el Gobierno Civil de Alicante estaba vacante.
Pronto habló con su buen amigo Joaquín Sánchez Toca, ministro, y éste lo hizo a su vez, con el presidente del Consejo, entonces el gran malagueño Antonio Cánovas del Castillo, quien, inmediatamente, con gran satisfacción y entusiasmo, sabiendo de la indiscutible talla y valía humana e intelectual de Eduardo de Hinojosa, no dudo en nombrarle gobernador civil de Alicante. Esto sucedía el día 21 de marzo de 1891, tomando posesión el alhameño pocos días después, cuando contaba la edad de treinta y nueve años.
Hinojosa, como bien expuso su excelente biógrafo Teodoro Láscaris Comneno, del que en tantas ocasiones nos hemos valido ampliamente para nuestros escritos: “…por su rectitud y probidad, cumplió brillantemente con su deber y a la confianza que en él había confiado el Gobierno de la Nación. Desde entonces, siguió desempeñando cargos políticos y administrativos hasta la enfermedad de sus últimos años de vida se lo impidió”.
Como gobernador civil de Alicante, poniendo en clara evidencia su total indignación hacia las injusticias humanas, sorprendió por su eficacia y pleno acierto a la hora de combatir la trata de blancas. El tráfico clandestino, extraordinariamente bien organizado, desde Alicante para prostituir españolas en el extranjero era tristemente célebre en toda Europa.
Buena y meritoria labor desarrolló Hinojosa en Alicante, pero la amorosa razón que le llevó allí dejó de existir, su hijo moría y fue tal la impresión y el dolor que ello le causó que, inmediatamente, presentó su dimisión. Dimisión que el ministro de la Gobernación no aceptó, rogando a nuestro paisano que continuase al frente del Gobierno Civil de Alicante. Y, poco después, dados los aciertos y méritos de su gestión, le nombró para igual cargo en la importante ciudad y provincia de Valencia.
A pesar de que por toda España y, muy especialmente, en Valencia se anunciaba que las manifestaciones del 1º de Mayo iban a ser bastante turbulentas, a consecuencia de los grupos anarquistas que actuaban, gracias al tacto y a la prudencia de Hinojosa, los socialistas celebraron su manifestación y no sucedió absolutamente nada, destacándose ello a nivel nacional y, muy especialmente, por el Gobierno y las altas instancia conservadoras de la Nación, al mismo tiempo que, lógicamente, el gran novelista e inquieto republicano Vicente Blasco Ibáñez, desde su periódico “El Pueblo”, le atacaba sin cesar.
Al dar Cánovas paso a Sagasta y con ello, cesar en el Gobierno los conservadores, Eduardo de Hinojosa volvió a su cátedra de Madrid y, desde 1893 a 1896, continuó su ejemplar labor de profesor e investigador.
Al volver los conservadores al poder, se le ofreció el gobierno civil de Sevilla, pero no aceptó por no querer abandonar sus trabajos intelectuales. Poco después, al indicarle el mismo Cánovas que era imprescindible en Valencia, accedió y aceptó el cargo y, nuevamente, en un mes de marzo, éste el de 1886, tomada posesión.
Se le reconoce que, sin ningún método de fuerza y sin los usuales “pucherazos”, consiguió que venciera la candidatura conservadora a la republicana en Valencia, a pesar de que no se esperaba superar el ahínco y constancia de los revolucionarios del gran escritor Blasco Ibáñez.
Pocos meses después, se agravó la situación en Barcelona y el mismo Cánovas requirió a Eduardo de Hinojosa para que ocupase con carácter de urgencia el cargo de gobernador civil de Barcelona, donde, es lo cierto, además de ser los servicios policiales muy deficientes, los movimientos anarquistas proliferaban y actuaban sin cesar.
Tras el grave atentado anarquista del Domingo de Octava de junio de 1896, en el que veinte personas perdieron la vida y hubo numerosos heridos graves, además que se descubría un atentado que se preparaba contra él, se produjeron graves alteraciones en la Ciudad Condal, llevándose una alta campaña de agitación anarquista que trataba de impedir que fueran castigados los culpables de la masacre.
Entre los detenidos, lo fue el eminente abogado catalán Pedro Corominas, quien desempeñaría una consejería en la Generalitat de Cataluña bajo la República. El fiscal, por la simple declaración de uno de los encartados, pidió la pena de muerte para Corominas. Giner de los Ríos, Joaquín Costa y Azcarate, así como otros intelectuales destacados, se interesaron por Corominas ante Eduardo de Hinojosa. Entonces éste, logró examinar directa y personalmente la cuestión con el mismo Cánovas, exponiéndose al presidente del Gobierno de España como Corominas no era anarquista, así como que no había participado en el atentado, por lo que consiguió que fuese retirada la grave acusación que pesaba sobre él.
Cuando hubo de detener a su amigo Nicolás Estébanez, ministro de la Guerra durante la primera República, y como ambos compartían su vocación por los estudios históricos, le facilitó toda clase de libros mientras duró su arresto, además de visitarle asiduamente y mantener con él largas conversaciones.
Comenzó a brotar el problema catalán e Hinojosa, que siempre tuvo gran visión intelectual y política, permitió todo aquello que no fuese contra la unidad de España, respetando sentimientos y evitando violencia.
El 8 de agosto de 1897 era asesinado Cánovas del Castillo -considerado el mejor político que ha tenido España y una figura de relieve internacional-, Eduardo de Hinojosa quedó tristemente impresionado. Los anarquistas promovieron varias manifestaciones y, el 12 de agosto, se intentaba asesinar a nuestro paisano en Las Ramblas de Barcelona, se trataba de un estudiante polaco que ya había atentado contra la persona del presidente de la República Francesa y al que, tan sólo días antes, el mismo Hinojosa había dejado en libertad, desconociendo tanto sus propósitos como sus antecedentes.
Al volver al poder el Partido Liberal, Hinojosa cesa en el cargo de gobernador civil de Barcelona, reintegrándose a su cátedra de Madrid. Ya en marzo de 1899, el gobierno presidido por Silvela le nombra director general de Instrucción Pública, desarrollando una gran labor y comenzando a reorganizar la segunda enseñanza, siguiendo los más modernos planes de estudio de la época.
En mayo de 1899, por gran mayoría, comienza su elección como senador del Reino por la Universidad de Santiago, tras que presentase su dimisión en Madrid de director general de Instrucción Pública, al cesar en el ministerio su buen amigo el marqués de Pidal.
Meses después, el ministro de la Gobernación, le pide que vuelva a aceptar el gobierno civil de Barcelona, lo que rechazó, hasta el punto de que tuvo que solicitárselo la misma Reina Regente, María Cristina de Habsburgo y Lorena, por lo que hubo de tomar nuevamente posesión el día 1 de noviembre de 1900.
Teniendo en cuenta aquellos años y la función que un gobernador civil tenía que desempeñar, desarrollo eficaz y acertada labor, anteponiendo siempre los intereses de la comunidad a los partidistas que era lo que privaba también entonces.
Durante varias legislaturas desempeñó el cargo de senador, por la Universidad de Santiago entre el año indicado y 1910, siendo en numerosas ocasiones reelegido -el mandato venia casi siempre a ser por un año-. En 1911, lo fue por la Real Academia de la Historia, donde también fue reelegido en distintas ocasiones, concretamente en 1911 y 1914, aunque llegando sus últimos años de vida, encontrándose falto de salud, no se le reeligió y supuso para él una decepción inesperada de la que se habla que no se repuso.
En cierta ocasión, Giner de los Ríos le escribió haciéndole ver como no podía abandonar su singular labor científica por la política, a lo que nuestro ilustre paisano contesto que, precisamente, esa vocación intelectual era la que le había hecho ver cómo hay deberes con la sociedad que no deben de eludirse. Como diría Pedro Aparicio, Eduardo de Hinojosa, que llegó a la política en el noble caballo de la necesidad honesta y elevada, supo siempre mantenerse en ello en el caballo de la más elevada generosidad y nobleza, muy por encima de sectarismos y cinismos que creo que no han dejado de vivir y crecer con la misma hasta nuestros mismos días y ¡De qué manera!
BIBLIOGRAFIA BÁSICA
-“Eduardo de Hinojosa”, Teodoro Láscaris Comneno, Colección “Temas Españoles”, número 81, 1954, Madrid.
-“Eduardo de Hinojosa, el político”, Andrés García Maldonado, Revista “La Comarca” de la Mancomunidad de Municipios Alhama-Temple, nº1, septiembre de 1991. Alhama de Granada.
-“Los Hinojosa Naveros”, Andrés García Maldonado, “Alhama, Histórica”, Ediciones Sagama y Romany- Grupo Inmobiliario, 1999.
-“Amparo de Hinojosa, una alhameña en los altares”, Andrés García Maldonado, Excmo. Ayuntamiento de Alhama de Granada, mayo de 1998.
Fotos alhameñas de Pablo Ruiz.