“En ocasiones abrir a todos lo intimo, lo que guardamos en lo mejor de nuestro corazón, no es más que renovar un viejo e imperecedero amor”.
Con estas palabras dedica y resumía un pequeño libro de poemas a mi inolvidable y siempre querido hermano Félix-Luis, quien no pudo dejar de entregar su vida -para mí son las palabras más lógicas con el caso médico que nos ocupa, profundizando con una pizca de conociendo en las esenciales circunstancias de su grave enfermedad -, un día de la primavera de 1976, en la misma Alhama, cuando le quedaban unos meses para cumplir treinta años.
Por favor, amigo lectora, siempre respetándote tu criterio y opinión sean los que fueren, por supuesto y como no puede ser de otra manera, no te tomes esto por mi parte en un modo de profundizar, ni siquiera acercarme, a lo sombrío o a lo ubicado todavía por parte de tantas personas en lo tabú desde casi siempre, campeando tan diversamente las convicciones de las sociedades de casi todos los tiempos.
Cuando el dolor durante tanto tiempo no tiene consuelo real alguno. Más aún, llega hasta a adelantar la partida de algún ser querido casi de inmediato, como sucedió con el caso de nuestra adorada y entrañable madre, quedan, como todos los seres queridos, familiares y amigos, para siempre hondamente afectados en lo mejor de sus sentimientos, en su corazón y en sus mismas almas. Es un torrente desbocado de emociones imparables y se transforman, sin verlos pero sintiéndolos de una forma inigualable, en unas personas “compañeras” para todo el camino de lo que nos quede de existencia, sea mucho o poco, la que sea.
Así, ¡claro está!, es inmensamente triste, como es muy lamentable que todavía haya actitudes y opiniones que consideran - cada vez menos por fortuna- estas enfermedades mentales como algo, más que desdichadas, que llevan a la vergüenza a familiares, tabús para otros. Lógicamente, la que jamás sentimos ni mi madre, ni mis hermanos León Felipe -que partió en 2013-, ni Juan Manuel-que tan tantas y magnificas obras le ha venido dedicando-, ni yo de Félix-Luis. A pesar de que el dolor fue tan enorme que la primera de nosotros, mi añorada madre, partió con él a los cinco meses exactos, el mismo día que cumplían, tomando el camino a la Eternidad con una serenidad espiritual que le hacía ver que iba a su reencuentro. Félix-Luis se llevó el mejor del amor que habíamos tenido durante nuestras vidas los cuatro hermanos.
Por supuesto que estos poemas que se escribieron y dedicaron, en aquellas tristísimos días, bastante más con lágrimas que con tinta, se publicaron en aquél mismo mes. Estaban, como se observará, dedicados especialmente, sí al dolor que nos quedó pero sobre todo a él, y por lo tanto sabía que antes o después, llegado el momento por mi parte, tras recogerlos en aquellos cien libritos de su primera edición -que publiqué y agoté rápidamente, hace ya cuarenta y cinco seis años-, volver a publicar, en este caso especialmente porque en estos días hace setenta y seis años que nació, aquel 12 de junio de 1946, en el número 18 de la alhameña calle Enciso. Como desde mi misma juventud no he dejado jamás de acordarme y recordar a tantos familiares y multitud de amigos, tampoco ahora lo dejaré mientras pueda hacerlo.
Todos los que conocieron y tratando a mi hermano Félix Luis, que tan sólo había nacido 16 meses antes que yo, comenzando por toda la familia y por tantos y tan entrañables amigos, supieron de su calidad humana, capacidad de observación extraordinaria y noble predisposición por convicción para el dialogo y el debate cualquiera que fuese la cuestión de altura a tratar, amaneciéndole con tantos con los más diversos temas que trataban y profundizando en una gran dimensión en ellos por su gran inteligencia.
Esta enfermedad mental que es la esquizofrenia, es realmente grave. Por fortuna, en estos últimos cuarenta años se ha avanzado mucho en la misma y con buenos resultados, aunque aún queda mucho campo y dedicación a dedicarle y entregarse por vencerla algo más cada vez. Afectando en la forma de pensar y en el comportamiento, puede parecer que se pierde el contacto con la realidad, lo que suele ser angustioso para quienes la padecen, los familiares y amigos.
Hoy en día, como digo, se está avanzando bastante en ir atendiendo y paliando en buenas medidas estas situaciones, hasta el punto de que con su tratamiento adecuado los enfermos llegan a participar en la escuela o en el trabajo, conseguir independencia y hasta disfrutar de la realidad personal. Lo repito, se avanzando con más entrega y dedicación en sus investigaciones, pero aún queda mucho camino que no debe dejarse atrás.
La esquizofrenia solía llevar en tantos casos una tremenda incomprensión, hace ya décadas. Sí, es una enfermedad realmente dura, traicionera y complicada de superar, en una que otra vez, imparable. Así cuando el entonces gobernador civil de Málaga, José González de la Puerta, coronel jefe de Psiquiatría del Ejército del Aire, cuando tuvo la cortesía de visitarme en mi casa días después del hecho, en aquel abril de 1996, para darme personalmente su pésame, cuando lo acompañé hasta la puerta del ascensor para reitérale mi gratitud y despedirle, me dijo : “Querido Andrés, comprendo que esto puede que no te sirva de nada, pero si quiero que sepas una cosas, además de que la esquizomanía es muy cruel, y en algunos casos gravísimos es muy difícil de vivir con ella, se trata de desdoblamientos de dos o más personalidades todas por lo común muy inteligentes. Enfermedad que s sólo tiene quien reúne los elementos esenciales, no el que pretende retenerla, por el grado superlativo que ha de poseer de inteligencia”.
Creo que no era ningún consuelo ello, más aún un lamento que profundizaba más en el dolor, aunque la buena voluntad con sus sencillas palabras era la del científico que había dedicado en especial su vida a la Psiquiatría con gran acierto. Haciendo ver dos cosas que una sabía desde mi infancia, que era muy inteligente, leyendo ya un montón de libros con siete años, y la otra que le había vislumbrado hacia algún año, en Málaga, a mi amigo Vicente Gradillas, gran psiquiatra de prestigio nacional que lo trataba, como también lo hizo antes el también psiquiatra internacional Carlos Castilla de Pino, en Córdoba.
“DIAS DE LLUVIA Y MUERTE. FÉLIX-LUIS”
ENTREGA
Caballos de muerte
abaten a caballos de vida,
fuerzas incontenibles
destruyen treinta años
próximos a cumplir.
Alma y cuerpo luchan,
materia y espíritu chocan,
fe e indiferencia se enfrentan.
Se estremece el silencio
y en tremenda soledad
la vida entrega.
Y por los mismos aires
el alma se devuelve a Dios
y el polvo a la tierra.
Abajo, muerte.
Arriba, eternidad.
Por los aires,
entre muerte y eternidad,
dolor y amargura.
REALIDAD Y SUEÑO
A cada instante,
en cada cosa nuestra,
en cada vivencia,
asoma su recuerdo
y, con él, su existencia.
La contenida emoción
se desparrama
y en el sendero largo del camino del dolor,
vuelve día tras día,
hora tras hora.
Y hay un momento
en el que parece
tomar cuerpo de realidad lo que pudo ser
y no fue,
y parece un sueño
lo que fue
y no hubo de ser.
CONFUSIÓN
Donde no llegaron las alegrías
de la salud,
donde no entraron los gozos
del placer,
donde no se oyeron los sones
de la ambición,
donde no medraron los cantos
de la envidia,
donde no se dejó sentir el eco
de la vanidad,
donde todo esto no fue,
allí,
entraron voces de muerte
y olvidos de vida,
sueños de nuevos caminos
y anhelantes ilusiones,
confundido todo ello,
quizás,
pero inducido por la esperanza
que es parte de lo mejor del alma
y sendero a la eternidad.
TRAICIÓN
A solas y en tinieblas,
con la noche corno única compañera
Y el precipicio corno Finito,
vacío de vida y tierra,
sin sentir viejas esperanzas,
callando añoradas ilusiones de niñez,
sin comprender muchos por qués
la muerte, astuta y traicionera,
corno aquella primeva vez,
no sólo quiere arrancar su vida,
recogerla,
llevársela,
soberbia y fría,
intenta que se la entregue
él mismo,
corno la serpiente,
ofreciéndole manzanas
de mejor vivir,
de la larga alegría,
penetra en su mente,
la enardece, la convulsiona,
la engaña y consigue
que ésta arrastre
todo su ser al vacío.
PERMANENCIA
Hay unos movimientos
que se quedaron en el espacio
y hay un espacio
Que no podrá contener más movimientos
porque los paralizaste.
Hay unos recuerdos
que siempre serán vida
porque vida les diste.
Hay unas cosas
que siempre serán tuyas
porque le infundiste tu sentir.
Hay unos caminos
que jamás se cerrarán
porque nos los dejaste abiertos
para siempre.
Y hay unos corazones
que siempre te llevarán
porque en ellos te quedaste,
y, hasta el último día
de su palpitar,
allí estarás.
VELA
Hubo momentos en los que el tiempo
se paraba,
los hubo también en los que retrocedía
Y en los que, como por sorpresa,
cruel e insensible '
continuaba su veloz y alocada carrera.
Las horas se petrificaban
en el dolor y la amargura,
en lo irreversible de la tragedia.
Todo martilleaba como un único
e incesante golpe que ahondaba
cada vez más y más.
Desde los sentimientos destrozados,
algo giraba y giraba sin cesar,
trayendo y desparramando
recuerdos y vivencias
de inolvidables días
de casi tres décadas acá.
Alegrías y penas,
desilusiones y sueños,
esperanzas y sufrimientos.
cuando todo se amontonaba sobre el dolor,
tremendo y desconocido hasta entonces,
el tiempo, frío e indiferente,
seguía acelerando su caminar.
Nuestros corazones,
recurriendo hasta a su mismo dolor
reaccionaban para sufrir más y más
ante el hecho consumado,
ante la increíble realidad
de que pronto, con la mañana,
habíamos de devolverlo a la tierra.
Sin observar como fue,
las horas no nos fueron
ni cortas ni largas,
ni siquiera tiempo,
el nuevo día, impasible,
ofrecía ya sus primeras luces que para nosotros serian,
para siempre,
tremendas tinieblas.
EN SILENCIO Y A SOLAS
He vuelto a tu habitación,
1a que fue de los dos;
he mirado entre tus cosas,
las que compartimos los dos.
He sentido como una y otras,
en silencio y a solas,
te recuerdan y lloran.
Todo está, todo queda,
como aquel día.
Ni la almohada de tu lecho
ha sostenido ningún peso,
ni tus sábanas
resguardado ningún cuerpo.
Todo se ha entristecido,
porque tú no soñarás ya
entre ello,
en aquella habitación
llena de recuerdos
e ilusiones nuestras.
Todo en silencio y a solas,
Quizás esperando tu retorno,
el reencuentro,
Para ya no abandonarlas jamás.
¿PARA QUÉ?
Con la vida a rastras,
el corazón henchido de amores
que por irreales eran imposibles.
Con la incomprensión rodeándole,
la mente invadida,
dominada por diablos de locura,
tomó la nave de su destino
en busca de mares desconocidos
que le llevasen hasta El.
Quizás para vivir sus amores
imposibles,
Quizás para que ya le comprendiesen,
quizás para aniquilar los diablos
de su mente,
O quizás, simple y únicamente,
para preguntarle
muchos ¿por qués?
MUERTA SERÁS
¿Por qué se aliaron aquél día
la lluvia y la muerte?
¿Por qué fríamente te prepararon
aquella emboscada fatal?
¿Por qué?
¿Por qué la lluvia,
monótona e insensible,
participó en la traición?
¡Qué astuta fue la muerte!
¡Traicionera! Una y mil veces mil.
Aparatosa, cruel,
para hacerte temer y odiar
cada vez más.
También a ti, Muerte,
te llegará tu día último
Y sobre tí, sentencia
habrás de cumplir.
¡Muerte, muerta serás!
ESCENARIO DE VIDA Y MUERTE
Aquellos hermosos e insólitos tajos,
aquél inigualable paisaje,
fueron sus primeros veladores.
Con sus silencios de piedra,
con su estoismo de siglos,
lo arroparon en la fría noche.
Le dejaron quieto, yerto,
entre el más profundo
de los silencios,
para que el primer reposo
de su cuerpo
fuese sin lágrimas
ni pesares terrenos.
Tras el amanecer
a la hora primera de la tarde,
lo llevaron a la casa
en la que vlo su primera luz
y de la que partiría
para su última morada,
en la lluviosa y fría mañana
de un Domingo de palmas y olivos.