Francisco de Toledo y Muñoz fue uno de los personajes más excepcionales del siglo XIX alhameño. Por no decirlo con carácter exclusivista, puede afirmarse que fue uno de los mejores alcaldes y regidores de toda la Historia de nuestra ciudad. Se vuelve a efectuar una síntesis sobre la vida, cargos que ostento y, sobre todo, sobre su alhameñismo y entrega sin parangón a esta tierra. El pasado domingo, se cumplieron 171 años de su muerte.
Como en tantas ocasiones he manifestado desde hace más de cincuenta años, quién le iba a decir a Juan de Toledo, aquella noche tempestuosa del asalto a la fortaleza de Alhama, la del 28 de Febrero de 1482, denominada la de “La batalla Tenebrosa”, cuando, tras Juan Ortega de Prado y Martín Galindo, era el tercero en superar las murallas alhameñas, que andando el tiempo, poco más de tres siglos después, un descendiente directo suyo sería uno de los más insignes y ejemplares hijos de esta tierra y quizá, al menos hasta que no se nos demuestre lo contrario, y teniendo siempre en cuenta el tiempo y las circunstancias en las que se desarrolla toda acción u actuación, el mejor alcalde y regidor de Alhama en toda su Historia.
Hubo de ser muy probable que naciese hacia 1800, o un poco antes, casi con toda probabilidad, en la casa solariega de los Toledo en la calle Llana, en el actual número 37 de la misma, y que es, en concreto, la que se situaba junto a la callejuela que, desde la calle Llana, baja a Adarve de las Angustias. Su familia, sus ascendientes, hasta hacía un tiempo, había mantenido la casa que Carlos V otorgarse a los Toledo en calle Santiago como uno más de los premios, no tan sólo por haber sido Juan de Toledo el tercero en efectuar el asalto a las murallas de Alhama, sino también por como se destacó durante los años de la defensa y conservación de esta ciudad-fortaleza frente a los musulmanes granadinos que con tanta braveza lucharon también por recuperarla.
Casa de la familia Toledo hacia finales del siglo XVIII y siglo XIX, actual número 36 de la Calle Llana
DESTACA FAMILIA DE ALHAMEÑOS
El padre de Francisco de Toledo, Juan de Toledo y Corral, fue también un insigne alhameño, quien, como les narramos hace unas semanas, estuvo a punto de ser fusilado por los franceses, aquél 2 de febrero de 1810 en que entraron en Alhama a sangre y fuego, tras un primer ataque y resistencia alhameña a la avanzadilla de las tropas napoleónicas. Juan de Toledo y Corral tuvo una destacada actuación para que, en lo posible, se superase aquella gravísima situación aguantando las exigencias e intransigencias de los franceses. Poseía éste una gran personalidad y un profundo sentimiento liberal, el que inculcó a sus hijos, destacando, así como históricos liberales alhameños Juan, Francisco y José de Toledo y Muñoz.
Francisco de Toledo, como toda su familia, despreció el absolutismo de Fernando VII, lógicamente cada uno se acomodó a resistir el absolutismo de este rey felón de nuestra Historia. Francisco en momento alguno acepta cargo que suponga reconocimiento o acatamiento a aquel monarca, hasta el punto de que en 1828, cuando se le designa primer regidor, máximo cargo que podía ostentarse en Alhama por un vecino de la misma, no lo acepta y, a pesar de los numerosos e intimidatorios requerimiento que se le hacen para que tome posesión, se pasea por Alhama pero no acude a la sala capitular de las Casas Consistoriales de la “Plaza Real”, denominación que mantiene junto a la de “Los Presos”, aún hoy en día.
Su actitud en este difícil periodo de la Historia de España y de Alhama no fue pasiva, sino que en todo momento y circunstancia se entrega a los intereses generales de la población alhameña y, en reiteradas ocasiones, tanto como abogado de la Audiencia de Granada así como acaudalado contribuyente, sale al paso de abusos e injusticias y se expone una y otra vez, dejando siempre bien claros sus sentimientos de libertad y justicia, lo que no era nada usual en aquellos años, sobresaliendo ya por su labor benéfica y social en favor de los más desprotegidos.
Firma de don Francisco de Toledo y Muñoz
VARIOS MANDATOS EN LA ALCALDÍA
A partir de 1833, muerto ya Fernando VII, es regidor de la ciudad y comandante de la Milicia Nacional, la que precisamente tenia por especial finalidad salvaguardar la monarquía liberal y constitucional, así como es presidente de la Junta de Beneficencia. Alhama tenía por aquellos años poco más de seis mil habitantes y cuando se lleva a cabo el Pronunciamiento de Madrid de 1835, su hermano Juan de Toledo destaca en la Junta Provincial de Granada y él en Alhama, hasta el punto de que el 7 de septiembre de aquél año se hace cargo provisionalmente de la alcaldía, manifestando que él jamás sería alcalde por imposición sino por elección y, así, al día siguiente, convocando elecciones, es elegido alcalde, el primer alcalde propiamente dicho de Alhama elegido, ya con la separación de funciones judiciales de las político-administrativas.
Desempeñó la alcaldía alhameña, en este primer periodo, hasta el año 1839, en 1841 volvió a ella cesando al año siguiente, y volviendo nuevamente a la misma a principios de 1843, desempeñándola ya hasta el 11 de enero de 1848.
Oportuno y justo es resaltar, lo que también pone en evidencia su talante e inteligencia, que siempre supo rodearse de muy buenos regidores o concejales, constituyendo excelentes equipos municipales, de los que formaron parte, sin lugar a dudas, los padres y abuelos de los tatarabuelos de muchos de nuestros lectores, como fueron Lucas Cortés, Francisco García Dávalos, José Pérez Navarro, Salvador Parejo, Salvador Branchart, José Garcés, Juan Morón, José Hinojosa, Juan Cortés, Antonio Cabello, Benito Petito, Luis Caramés, Rafael del Castillo, Antonio Espejo Raya, Antonio Cabezas López, Diego Villarrasa, Francisco Luis Castillo, Francisco Velasco Espejo, Luis María del Corral, José Velasco Martín, Juan de Moya, Antonio Espejo Raya, Juan Retamero Negro, etc.
Acta de la sesión de cabildo municipal de 11 de enero de 1846, de nueva toma de posesión de la alcaldía, donde se señalan cargos y honores del alcalde
UN GRAN E HISTÓRICO ALCALDE
La personalidad, vida y obra alhameña de Francisco de Toledo es, sin la menor exageración, realmente sorprendente, hasta el punto de que, como tal, al menos que nosotros sepamos, no hay quien la iguale. Tanto como alhameño, en el más elevado significado de esta palabra, así como alcalde, en su auténtica relevancia, no tiene, en lo que nosotros hasta ahora sabemos, parangón. Necesitaríamos, es lo cierto, mucho espacio y días para sintetizar toda la singularidad, amor y entrega a Alhama, de este personaje. Ahora pensando en dedicarle más de “Un volver al ayer” de nuestra Alhama. Comunicación, cuando vaya viniendo oportuno, acerquémonos a este gran alhameño comentando tan solo breves aspecto de cada una de sus muchas facetas y formas de actuar.
Ante todo, resaltemos y reiteremos que era un liberal y demócrata convencido y ejemplarmente practicante de ello, así en cada una de las veces que accede a la alcaldía exige que sea por votación y, sobre todo, del pueblo, no por medio de compromisarios, ya que “la primera de aquellas formas era la más popular y la que ponía en clara evidencia la opinión del vecindario en general”.
Hombre, por nacimiento y vocación, amante del derecho y de la justicia, presidiendo el Ayuntamiento se hace citar asimismo para que, como ciudadano, cumpla estrictamente la ley, como cualquier vecino, en relación a la posible ruina que presentaba uno de los inmuebles de los que era propietario, y se impone, concretamente, tres días para dar respuesta satisfactoria a la ley y al mismo Ayuntamiento.
Creyente y católico practicante, insiste y repite que quiere una religión por convicción y no por imposición, colabora y se entrega en favor de las iglesias y convento de Alhama, prestándole siempre su mejor apoyo moral y económico, pero, una y otra vez, deja bien claro que la Iglesia y el clero tienen un cometido en concreto y que en nada, absolutamente en nada, tienen que interferir en la vida política de la ciudad y los ciudadanos, así, cuando da la bienvenida a un nuevo párroco, lo primero que le manifiesta y advierte es que “dará respeto a quien lo ofrece y cada uno desde el cumplimiento de las funciones y misiones para las que está”.
Última acta municipal que firma don Francisco de Toledo, en 1848
TRANSFORMADOR DE LA CIUDAD
Excepcional municipalista, es sorprendente su actitud en defensa de la ciudad y de sus habitantes cuando el capitán general de Granada exige a esta ciudad del pago de toda una fortuna, como era en aquél tiempo más de ciento cincuenta mil reales, y prácticamente le dice que Alhama no puede pagar esa alta cantidad, ya que sería la ruina de la ciudad, y que, si quiere cobrarla que sea mismo capitán general el que mande una partida de soldados a cobrar porque, en definitiva, el no piensa hacerlo.
En lo que a obras y realizaciones municipales se refiere hemos de indicar que fueron tantas y tan importantes que puede afirmarse que Alhama urbanísticamente como ciudad, con sus actuaciones desde la alcaldía y desde la presidencia-dirección de la Sociedad de Amigos del País, se ve total y acertadamente transformada hasta el punto de que no se ha dado, teniendo en cuenta cada tiempo y momento, un cambio más importante y más beneficioso que el que él llevó a cabo.
No fue sólo alcalde de grandes realizaciones, las que además supo llevar a cabo sin gravar a los ciudadanos, sino que cuidó hasta los más mínimos detalles y se preocupó por todos y cada uno de los aspectos ciudadanos, buscando y consiguiendo una población cada vez más bella, cómoda y acogedora para todos. Así está atento tanto a la limpieza de las fuentes públicas como a que las matanzas, cuando son para la venta pública, se efectúen en lugar que reúna las debidas condiciones ; lo mismo regula la venta ambulante que exige que todos los vendedores y tenderos presenten en el Ayuntamiento sus pesas y medidas para ser comprobadas y selladas; hace que el correo se recoja en Granada y no en Loja para que este llegue antes a Alhama, prohíbe que los cerdos estén por las calles, cosa que en aquél tiempo parecía normal, “por ser perjudicial para los niños”,se preocupa constantemente por las escuelas y consigue una clase de educación primaria superior,...
Pila de la Carrera en su primera ubicación, ya dedicada como monumento a don Francisco de Toledo
Pila de la Carrera, en su actual ubicación, donde fue trasladada en 1952
DEFENSA DE CIUDAD Y SOCIEDAD DE AMIGOS DEL PAÍS
Vela permanente por los derechos de Alhama ante otras poblaciones, se impone cada vez que es necesario cuando se discuten los límites de nuestro término municipal y cuando se quiere dividir el partido judicial en dos distritos llega hasta el ministro de la Gobernación para impedirlo, como llega a hacer uso del derecho de petición ante la misma Reina de España cuando se exige a Alhama el pago de más de cien mil reales de contribuciones de guerra atrasadas.
Todo esto sabiendo compaginar los legítimos intereses de Alhama con las mejores relaciones y apoyo a todas las poblaciones de la comarca. Así, se enfrenta con quien debía de ser un buen amigo suyo, unido por la historia, como era Francisco de Rojas, descendiente de Martín de Rojas, quien en 1482 llegó a Alhama para su toma junto con su antepasado Juan de Toledo, defendiendo que los vecinos de Alhama, Játar, Arenas, Fornes, Jayena y Cacín tenían derecho a que sus ganados usasen los pastos de la Sierra de Játar, Cerro del Cenacho y del Lucero, Loma de Ubares, Peña Sillada, Cerro de Juan Cañaveros, Fuente de la Teja, Piedra del Águila, Venta del Vicario, Partido de los Ríos, Sierra del Medio, etc.
Si desde el Ayuntamiento desarrolló singular labor, no fue menos desde la dirección de la Sociedad Económica de Amigos del País, la que el fundara en 1839 y presidiera mientras vivió, hasta el punto de que nadie quiso ocupar la dirección de ésta tras su muerte. Con esta entidad, consiguió reunir y poner al servicio de Alhama al mejor grupo de personas que, intelectual y económicamente, podían colaborar en la consecución de una ciudad cada vez mejor para todos los alhameños. Así se edificó el Teatro Cervantes, se construyó el Casino y se hicieron diversas y muy importantes obras en el orden material y en el cultural, se dio el avance más importante que, hasta entonces, se había producido en nuestra tierra.
El antiguo “Paseo de Abajo”, “La Carrera”, denominada desde 2008, “Carrera de Francisco de Toledo”, y, en la foto superior el actual rótulo de la avenida
LABOR HUMANITARIA Y SOCIAL
¿Y qué decir de su honda y ejemplar preocupación y labor humanitaria y social cuando ya por ésta sólo, merecería todo un amplio estudio? Apoya a los jornaleros constantemente y no quiere que estos dependan de la caridad, sino que se realicen obras y trabajos que faciliten el sustento y la dignidad de estos, socorre constantemente a los presos, la clase más marginada y peor vista de toda la ciudad, y se preocupa que cada Nochebuena y Navidad tengan también una comida especial, todo ello sin dejar de interesare a lo largo de todo el año por los mismos y, más en concreto, por los que eran pobres. En esta línea repite constantemente que “la beneficencia debe ocupar el primer lugar en toda sociedad bien organizada”.
Fue permanente defensor del ciudadano, cuando llega la época del pago de contribuciones, ante todo, explica para que son y a que se van a destinar, pidiendo que se efectúen cuantas sugerencias y reclamaciones se consideren oportuno, ya que desea, ante y sobre todo, que queden claras y bien establecidas las justas razones que exigen esas contribuciones y jamás tener que llegar a utilizar el apremio contra los bienes de los contribuyentes. Es igualmente ejemplar su actuación contra los terratenientes que se habían apropiado de terrenos públicos o que invadían caminos generales, transversales o veredas, acotándolos con vallados, tapias y zanjas, acaba con todo esto y deja bien claro que quien vuelva a actuar de esta manera recibirá todo el peso de la ley.
La Carrera vista desde la Calle llana, y en la foto superior el rótulo de la avenida que figura en la esquina que da para la iglesia del Carmen
ALHAMA EN SU TESTAMENTO
Persona sumamente generosa y altruista, gran parte de su fortuna fue para Alhama, pagó con su dinero numerosas obras y realizaciones, financió constantemente al Ayuntamiento en momentos en los que éste tenia que hacer frente a impuestos provinciales o nacionales, o cuando, por ejemplo, decide trasladar la casa consistorial de la actual Plaza de los Presos al lugar que hoy ocupa, y no hay dinero para las necesarias obras de adaptación, todo ello sin dejar jamás de socorrer personal y económicamente a los más necesitados.
Todo esto, de algún modo, mientras vivió le fue reconocido por sus conciudadanos, nuestros antepasados, así como por las más altas instancias del Estado, fue nombrado secretario honorario de S.M. la Reina y se le otorgó la más importante condecoración que se concedía en aquellos momentos a personalidades de este rango y excelencia, la de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.
Cuando cesa en la alcaldía, porque se hace la designación de concejales por sorteo y eso no va con sus criterios democráticos, el alcalde que le sucede,
Juan Negro Jiménez, ante el
Ayuntamiento y el pueblo de
Alhama, emocionado, destaca el aprecio de todos hacia don
Francisco de Toledo, el celo y la exactitud en el cumplimiento de éste en cuantos cargos desempeñó, la mejora y transformación de la ciudad, la gratitud del vecindario hacia él por lo realizado y por los importantes proyectos emprendidos, el como ha sabido siempre mantener el orden público sin extralimitarse en lo más mínimo, los desvelos y sacrificios económicos propios y, en suma, “
su entrega por la civilización y la cultura de este vecindario, por lo que era el ciudadano más digno del aprecio público”.
Casa de la familia Toledo hacia finales del siglo XVIII y siglo XIX, actual número 36 de la Calle Llana
MONUMENTO Y DEDICATORIA DE “LA CARRERA”
Y de todo esto, lamentable e injustamente, se olvido Alhama y su Historia hasta ahora. Don Francisco de Toledo murió el 29 de Agosto de 1850, aquél día llegó a decirse que había sido uno de los más tristes que había vivido nuestro pueblo, después, transcurrido un año, se le hizo un homenaje convirtiendo la Pila de la Carrera -entonces un sólo pilón- en monumento a él, pero por iniciativa de la Sociedad Económica de Amigos del País, no por el Ayuntamiento, el que luego se sumó al acto, recordándosele tan sólo cuando se supo que parte de su herencia estaba destinada, por especial decisión de su testamento, para la realización de obras que beneficiasen a Alhama y a todos los alhameños.
Sólo supimos de él por lo que el Diccionario Madoz nos dejó escrito en 1845, por la referencia que hace del mismo Inocente García Carrillo en “Alhama vista por un extranjero”, publicado 1951, las correspondientes actas municipales del siglo XIX de nuestro Archivo Administrativo Histórico Municipal de la Ciudad de Alhama de Granada y, prácticamente, nada más, pues cualquier otro apunte está tomado, al menos hasta hace unos años, de esos relacionados.
El Ayuntamiento Pleno, en 2008, siendo alcalde Francisco Escobedo Valenzuela, acordaba, a propuesta y con informe histórico amplio al efecto del Patronato de Estudios Alhameños, dedicar parte de la antigua Carrera de los Caballos, denominación de antiguo y totalmente olvidada -cuando no desconocida- prácticamente por la totalidad de los vecinos, de la explanada y terreno extramuros de la ciudad por lo que se llamaría La Carrera, Paseo de Abajo popularmente, Joaquín Montes-Jovellar durante unos pocos meses, Calle Pablo Iglesias, Paseo del Sagrado Corazón de Jesús, vuelta a Joaquín Montes-Jovellar, y desde el Día de la Constitución de 2008, con ocasión de su XXX Aniversario de vigencia desde 1978, Carrera de Francisco de Toledo –un verdadero constitucionalista a lo largo de toda su vida y más aún en el desempeño de cualquier cargo que ostento a lo largo de su fructífera vida-, el mismo que en 1840, siendo alcalde, mejoró el acceso existente en la actualidad, de esta parte de la ciudad donde se había ubicado el ayuntamiento ya en 1836 con lo que había sido la ciudad propiamente dicha, que utilizaba la parte de arriba como mejor paso hasta entonces, denominada Portillo Naveros, aportando gratuitamente toda la arboleda -la que duro y embelleció a toda esta zona de la ciudad hasta hace unos años-, así como otros medios para que ello fuese posible, como otras tantas mejoras, de las que iremos hablando más ampliamente con toda documentación, así daremos cumplida respuesta a algún comentario efectuado por desconocimiento o hasta mala intención ante el justo reconocimiento a este ilustre y gran alhameño que destaca a lo largo de toda la Historia de Alhama como alcalde y persona entregada a la misma, dando constante ejemplos de ciudadano singular y persona llena de humanidad y generosidad.
BIBLIOGRAFIA BÁSICA
- “Actas capitulares del Ayuntamiento de Alhama, de distinto años del siglo XIX, Archivo Histórico de Alhama de Granada.
- Madoz, Pacual, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar”, Madrid, 1845.
- García Carrillo, Inocente, “Alhama vista por un extranjero”, Granada, 1951.
García Maldonado, Andrés:
- “Alhama, Histórica”, Excmo. Ayuntamiento de Alhama de Granada, conferencia, febrero 1967.
- Don Francisco de Toledo, un liberal para nuestra Historia, Programa de Septiembre, Alhama 1994.
- Propuesta de creación de una Caja de Ahorros de Alhama, Programa de Septiembre, Alhama, 1994.
- Don Francisco de Toledo, alcalde alhameño, Alhama Comarcal, Alhama, abril 1995.
- “Don Francisco de Toledo, patricio y alcalde alhameño”. Publicación Anual del Patronato de Estudios Alhameños, 1996.