La frase de Lord Byron ha tenido bastante fortuna, no sólo por ser repetida hasta la saciedad si no por ser casi una forma de entender el periodismo y la política.
Me refiero al poco ético, pero muy rentable arte de acudir a los bulos, a la calumnia, a la mentira y la tergiversación, en el que yo mismo he caído ahora mismo poniendo en boca, de Byron lo que en realidad escribió Francis Bacon en una de sus publicaciones aludiendo a una frase que ya era lugar común cuando en la vieja Europa se hablaba en latín.
¿Y dónde quieres ir a parar con ese alarde de cultura de todo a cien? Pregunta el lector un poco harto de citas. A dar una idea de que el tema que hoy miro, no es otro que el de los bulos que circulan en redes sociales, grupos de wasaps, y mentideros, tengo constancia de que aún hoy hay gente que se reúne en lugares públicos para conversar (y tiene su guasa que se les llame mentideros). Todos o casi todos hemos visto el que pretende desprestigiar a Cáritas, que habría negado asistencia a españoles por no ser emigrantes, o el del supuesto musulmán agrediendo a un supuesto médico español. Lo que su busca en los dos casos es encabronar aún más a una ciudadanía ya de por si recargada de racismo, xenofobia e intolerancia, formas de ser que debemos rechazar rotundamente todos los que no tengamos la absoluta certeza de que en nuestros genes no hay ni uno de origen más o menos distinto a los que presuponemos. O sea, todos los que tenemos por uso y costumbre el empleo más del raciocinio que de las informaciones sesgadas, tendenciosas, o, directamente falsas.
Naturalmente nadie se puede sustraer a su ideología, religión o preferencias de todo tipo a la hora de exponer sus opiniones, pero lo que sí es deseable, al menos para quien publica tales opiniones es que estas estén sustentadas en hechos ciertos, fácilmente verificables. Si yo, por ejemplo, afirmo que a los de la banca azul y a los del círculo morado los familiares de las personas dependientes les importan un comino ahí está el reciente resultado de la votación para negar a esos familiares el derecho a cotizar a la seguridad social, lo que afirmo es comprobable con una consulta a la prensa digital reciente. Si, por contra afirmo que parlamentarios del PP y de Unidos Podemos han agredido a familiares de personas dependientes, es evidentemente falso y, por tanto no lo digo, por más que con un adecuado tratamiento de los hechos en si, que la iniciativa parlamentaria del PSOE para que los cuidadores de dependientes no profesionales puedan volver a cotizar a la SS ha sido rechazada con el voto en contra del PP y la abstención de Podemos, se podría llegar a la conclusión de que es una agresión a los familiares de los dependientes. Todo se puede escribir de una forma o de otra y hay quien cree que la verdad es una medicina amarga que por sus efectos secundarios debe ser administrada con cautela, o no administrada directamente y hay quien piensa que sólo con la verdad por delante se puede opinar del tema del que se trate y que acudir a bulos, mentiras, difamaciones y tergiversaciones por muy rentable que pueda resultar es éticamente rechazable. Dejo que el lector decida por su cuenta a que grupo pertenezco yo,
Lo que se pretende con los bulos en las redes sociales las más de las veces es tener muchos “me gusta “y comparticiones que generan ingresos por publicidad, o avivar las llamas del odio racial, islamófobo, xenófobo o “culebófobo o merengófobo”,según sea el caso. En tales casos la cosa no suele ir a mayores, pero existe una forma de bulo mucho más maligna, por el daño que causa al perjudicado que es el de la falsa imputación o el de la imputación con escasas pruebas, detención muy publicitada del imputado, a veces ante las cámaras de varias televisiones que al final queda en absolución, sobreseimiento o archivo de la causa. Queda restablecido ciertamente el honor del perjudicado, pero el sufrimiento previo permanece, supongo que de por vida. Tampoco aquí estoy hablando de nada que no se pueda verificar y comprobar fácilmente con las adecuadas consultas en el buscador preferido.
Concluyo apelando al buen discernimiento de mis lectores a la hora de enfrentarse a noticias escandalosas, rabiosamente impactantes o simplemente sensacionalistas. Desconfíen incluso de lo que he escrito. A punto he estado de engañarlos con lo de Byron.