Tal vez por ser uno de los habitantes más viejos de esta casa,,Alhama Comunicación, me atribuyo ser ese vecino que da la bienvenida a los recién llegados y, como hasta ahora nadie me lo discute continúo haciéndolo.
Y tú, Mariló, ya hace tiempo que estas habitando esta casa a la que has traído el aire de la sierra, aire fresco y vivificante y, junto con ese aire has traído, traes, las historias de gente que a pesar de tener cosas que contar, pocas veces tiene quien se pare a escucharlas, pero escucharlas con plena atención, bebiendo sus palabras, para luego contar, contarnos, esas historias. No caeré en el tópico de decir que das voz a los sin voz, aunque sea verdad, porque en el fondo, para toda esa gente a la que tú escuchas con atención, con mimo, creo que lo más importante no es que su historia aparezca reflejada en Alhama Comunicación, si no que alguien las escuche, tenga tiempo de sentarse tranquilamente y oiga lo que tienen que decir.
Por otra parte, no es sólo el hecho de que escuches con atención lo que hace que tu sección sea una de las más leídas de este medio que hacemos entre todos. Además, hay que saber ponerse delante del ordenador y contar esas historias y contarlas de modo que resulten apasionantes y eso es algo que no está al alcance de todo el mundo. Saber escuchar y saber contar. Creo que esa es la base del auténtico periodismo, o al menos del periodismo que a los de esta casa nos gusta hacer.
Pero fijate que aún no te he dado la bienvenida a esta casa, tu casa, nuestra casa. Ya sabes que me gusta mucho hablar y a veces, pierdo el hilo de la conversación, pero esta vez, tengo muy presente que el motivo de esta mirada es el de darte la bienvenida en nombre de todos los que hacemos Alhama Comunicación, a la que ya es tu casa por derecho propio, derecho que se gana , como casi todo en esta vida, con trabajo y esfuerzo; escribiendo y publicando. Y tú, todo eso lo haces y lo haces muy bien, como te hemos dicho en más de una ocasión personalmente.
Pero las palabras se las lleva el viento y lo escrito permanece, de esa forma quedarán ya para siempre las historias de esos pastores, esos guardias civiles, esos guerrilleros de la Sierra Almijara, de esas mujeres silenciadas durante tantos años. Aquí quedan ya esas voces y esas historias para siempre. Esas y las nuevas con las que seguramente volverás a sorprendernos de nuevo, a tus vecinos de esta casa y, sobre todo a tus muchos, muchísimos lectores, que cada vez que publicas acuden a la cita con tu pluma.
Hasta aquí me he dirigido a la compañera de tareas informativas, ahora quiero dirigirme a la amiga, porque en este espacio de tiempo y desde que nos conocimos precisamente en la presentación de un libro que hablaba de la “Gente de la sierra”, hemos ido creando una relación de amistad forjada a base de teléfono y wasap basada en una forma de ser y entender la vida parecida en bastantes cosas, sobre todo, y lo saben los compis de Alhama Comunicación, compartimos el sentido del humor y las ganas de reírnos (en eso coincidimos con otra compañera, Eli, a la que también habrá que escribir una mirada algún viernes). Eli, que fue, precisamente la que te acercó a estas páginas que entre todos escribimos y hacemos.
Creo que fue Borges el que escribió en algún sitio “Que otros se jacten de los libros que han escrito, yo me jacto de los que he leído”, yo, presumo, y creo que tengo razones sobradas para hacerlo, de mis compañeros de Alhama Comunicación y en esta mirada concreta, presumo de ser compañero tuyo, Mariló.
Bienvenida de nuevo a tu casa y espero y deseo que sigamos compartiendo medio, risas y amistad durante muchos años. Tus lectores se lo merecen.
Bienvenida de nuevo a tu casa y espero y deseo que sigamos compartiendo medio, risas y amistad durante muchos años. Tus lectores se lo merecen.
Un abrazo.
Posdata, si he decidido escribir esto es porque te lo mereces realmente y no por amistad, que lo sepas, ¡eah!