César conquistó las Galias, con las legiones pagadas con el dinero de Pompeyo, pero, sobre todo, negociando con los líderes de las naciones que las componían.
Sánchez conquistó la secretaría general gracias al apoyo de la maquinaria del PSOE que se volcó en él por creerle mejor opción que Madina.
César cruzó el Rubicón con sus legiones, a sabiendas de que eso significaba la guerra civil contra Pompeyo, con un deseo claro; alcanzar el máximo poder y, una vez en él, llevar a cabo una serie de reformas políticas y sociales que él creía necesarias.
Sánchez hasta ahora no sólo no ha alcanzado ningún poder real, salvo el de tener las llaves de Ferraz y mandar a los agentes de seguridad privada, si no que no parece tener ideas claras sobre qué hacer una vez en él.
No creo que a los poderosos de España les inquiete, hoy por hoy, Pedro Sánchez dada su trayectoria electoral que lo aleja cada vez más de la Moncloa, pese a que él crea en soluciones imaginativas que pasan por el apoyo del partido creado, precisamente, para alejar al PSOE de la Moncloa, en mi humilde y discutible, por supuesto, opinión.
César fue asesinado con pugios romanos, puñales que solían llevar bajo la toga los pudientes de la época, por lo que pudiera pasar.
En el caso de Sánchez él, que lo oí yo en uno de los informativos televisados, dijo “El que no esté de acuerdo conmigo, que dimita” y una parte significativa de los miembros de la ejecutiva han tomado la puerta que él abrió.
De César sus enemigos decían que quería ser rey, algo que en la República Romana estaba tan mal visto como hoy en día postularse a presidente de la república, para entendernos, lo digo.
Los amigos de Sánchez ven en él el adalid de la nueva izquierda de España, la única forma de desalojar a Rajoy de la Moncloa. Pero para esto creo que hacía falta entenderse con independentistas y Podemos.
Hoy por hoy las cuentas son las que son y el Partido Popular pese a la corrupción, los recortes en todo lo recortable y todo lo que se ponga sobre la mesa, es el partido más votado y olvidar eso es olvidar el elemento principal de la democracia, que es que el que más votos saca, gana las elecciones y los demás, si no cuentan con mayoría, 176 escaños deben hacer oposición.
Hoy por hoy el PSOE ha perdido dos elecciones generales, y dos autonómicas con resultados que deberían abrumar a su secretario general, actualmente cuestionada su secretaría por mucha gente y, en la noche electoral, aún legitimado para haber dado la cara y decir que se iba por el bien del partido o de España o de él, no sé, ni tengo forma de saber, cuales son los intereses que pone en primer lugar Sánchez.
Sobre quien tiene a la legalidad de su parte en el conflicto actual de si es o no es el secretario no me compete a mi decirlo, pero sí, como opinante puedo decir que creo que se equivoca Sánchez en escuchar a quienes le dicen que es el único que nos puede librar de Rajoy. La única forma de poner a Rajoy en la oposición es ganar las elecciones con una amplia mayoría que permita gobernar con comodidad. No estoy de acuerdo con Sánchez y no creo tener que decir que eso no me hace estar a favor de Rajoy, Pero si alguien me dice que sí, que no estar a favor de Sánchez es estar a favor de Rajoy ya le digo que no por eso pienso dimitir de lo único que puedo hacerlo, de autor de 'La otra mirada'.