La nueva Alquimia

 
O cómo la búsqueda de lo imposible sigue siendo rentable para algunos.
 
 Allá por aquellos años antiguos (que el autor de este irreflexivo desatino no es capaz de ubicar con alguna corrección y por eso prefiere dejarlo en eso de “tiempos antiguos”) los alquimistas pretendían encontrar el modo de conseguir la piedra o elixir filosofal mediante el cual se pudiese trasmutar un metal de escaso valor, como el plomo, en oro. A tal efecto incluso hubo reyes y otros potentados, que dejaron auténticas fortunas en manos de alquimistas con resultados más bien decepcionantes. Aclaro inmediatamente que, con los conocimientos actuales, tal cosa es posible, es decir, que es posible trasmutar, convertir, el plomo, por ejemplo, en oro, pero la cantidad de energía que habría que usar hace que el oro así obtenido fuese mucho más caro que el natural.
 
 Del mismo modo estoy convencido de que es posible el pleno empleo, la creación de puestos de trabajo o la trasmutación del paro en trabajo, pero que igualmente resultaría completamente inasumible para una economía como la española, que anda, según creo recordar, endeudada para varios años. En más de una mirada he hablado del paro y del trabajo y siempre he sido muy escéptico con quienes prometen crear empleo, porque la mejor manera que tendrían para convencerme sería haberlo creado. Al decir empleo, aclaro que me refiero a empleo estable, con un sueldo que permita tener esperanzas de futuro y la creación de un proyecto vital en el cual el luchar por la subsistencia no sea la primera cosa que afrontar. Ese tipo de empleo que permite dedicarse a vivir, experimentar, jugar, estudiar o no hacer nada, después de la jornada laboral, con esa cierta tranquilidad que da saber que hay vida más allá del contrato por días, o por horas, o con sueldos llamados así por no llamarlos robo del tiempo del trabajador. (nota: tomar nota de escribir una mirada sobre que, si el tiempo es oro, pagarlo como si fuese chatarra es un robo).
 
 No es posible crear empleo, por mucho que nos lo quieran vender porque el mucho trabajo que si que se podría hacer no resulta rentable para los pagadores. Un par de barrenderos para cada barrio en las grandes ciudades, brigadas de limpieza, conservación y aumento de parques naturales, ríos, montes, conservación, mantenimiento y restauración de todo el patrimonio artístico y monumental, una adecuada atención a los dependientes, a todos los dependientes. Contratación de más personal sanitario, de más profesores de más empleados para los juzgados atascados por toneladas de papel, contratación de más investigadores, científicos y técnicos en materia de salud, bienestar y todo lo que sea investigable, sea o no rentable económicamente a corto plazo, ...las necesidades que tendrían que ser cubiertas por tanta y tanta gente son inmensas. Pero no hay dinero, no es rentable, eso es vivir por encima de nuestras posibilidades. Máxime en España, país en el cual sólo pagan impuestos los que no tienen posibilidad de eludirlos, es decir, aquellos a los que la Agencia Tributaria tiene bien cogidos por la nómina, de modo y suerte que el pagano a palos (es un decir), se encuentra en una situación anímica complicada con respecto a quienes por gozar de la privilegiada situación de no pagar, no pagan: Por un lado causan enojo y por el otro admiración, sólo de ese modo entiendo yo el que en lugares en los que el partido ganador ha demostrado activamente, muy activamente, su capacidad depredadora de los fondos públicos, haya obtenido los mejores resultados electorales.
 
 Viene todo lo anterior para concluir que quien espere que sean los poderes públicos los que resuelvan los problemas que la falta de empleo genera, puede sentarse tranquilamente a esperar en la puerta de su casa; por contra quien crea en la empresa privada como impulsora del empleo, tranquilamente se puede sentar a esperar, también en la puerta de su casa. No afirmo nada que no se pueda comprobar cada día. Mejor consejo puedo darle y es el de que busque activamente empleo, como buscaban el oro los alquimistas, que al menos no le llamaran vago, que media un abismo entre quien esforzadamente brega cada día con el afán de encontrar empleo y quienes no lo hacen. Los primeros aún tienen esperanza, que es lo último que se pierde, y cuando se pierde te deja bien jodido, con perdón por la expresión, pero es la más descriptiva que se me ocurre.
 
 Y sin embargo no hay elección en la que la creación de empleo sea uno de los primeros gritos de guerra, en la que los datos del paro no se arrojen al adversario como arma arrojadiza. Peor aún: a sabiendas de que mienten como políticos en campaña, propician una moral del trabajo, del esfuerzo, de la honestidad, de la superación, del estudio, y de todas las ventajas que conllevan (moral que aclaro que soy el primero en suscribir), pero dejando de lado que luego todo ese estudio, superación, y trabajo las más de las veces no va a servir para nada o casi para nada. Al menos para nada práctico como ganar el pan con el sudor de la frente, lo que no descarta otros usos más lúdicos del saber lo aprendido.
 
 Pero como acabamos de ver el apelar a hacer las cosas como Dios manda, el apelar al sentido común, el azuzar el miedo al caos, el prometer la creación de empleo, tiene rentabilidad política, del mismo modo que las artes alquímicas lo tenían para algunos. Aclaro lo de algunos porque creo que hubo alquimistas para los cuales el principal objetivo no era el resultado, sino el trabajo efectuado con la materia, que es, a fin de cuentas, la más acuciante necesidad de estos monos desnudos, con dientes poco prácticos y uñas endebles: modificar lo que lo que en nuestro entorno encontramos para hacer del mismo confortable habitáculo en el que morar y en el que entregarse a su estudio. El estudio del mundo, que es, creo, otra de las obligaciones que nos impone nuestra desnudez y debilidad física y nuestro desconocimiento casi absoluto de que cual es la situación de ese mono que somos en este planeta, y de este planeta en el Cosmos, que es lo que surge cuando se vence al Caos, es decir, cuando el conocimiento y el trabajo del hombre, pone algo de orden a los caprichos de la naturaleza.
 
 Trabajo por hacer hay y mucho, otra cosa es trabajo estable, bien pagado, con derechos laborales y todas las características que se le suponen. Trabajo hay, pero lo hacen los niños en países en vías de desarrollo para dar grandes beneficios a empresarios españoles. Quien nos quita el trabajo no es un extranjero que se llama Alí, o Iván o como sea, es un señor español que se llama, Amancio, pongo, por ejemplo, propietario de un grupo empresarial, que, según ellos mismos, el 55 por ciento de su producción se realiza en “países de proximidad” Marruecos, Turquía y Portugal.
 
 Otra forma alquímica habría de trocar el desempleo en empleo: que aflorase la economía sumergida y se regularizasen situaciones de auténtica explotación laboral y fraude al trabajador y a la Seguridad Social, pero ya digo, eso es alquimia, es decir, ilusión y quimera dado que si fuese factible ya se habría hecho.