El futuro será mujer, a pesar de esta violencia de hombres contra mujeres en la actualidad.
Hombres que avergüenzan a la especie a la que pertenecen, hombres que confunden hombría, sea eso de la hombría lo que sea, con la dominación, lo que, en realidad demuestra miedo. Miedo a perder lo que no se tiene, nadie tiene a nadie; y debilidad. Ningún argumento es más débil que aquel que se quiere imponer por la fuerza.
Por eso estoy convencido, o quiero estar convencido, de que esta sociedad que hemos construido los hombres a nuestra imagen y semejanza, igual que ese Dios hombre del Génesis, está desapareciendo paulatinamente y dejará paso a otra construida por mujeres. Pero por mujeres que actúen de forma totalmente contraria a como actuamos nosotros, los hombres responsables de una sociedad en la que la más feroz competitividad se opone a la solidaridad, en la cual el tener, o aparentar tener, se antepone al ser y en la cual el mostrarse tal y como los modelos impuestos es mucho más importante que el llegar a ser quien uno puede ser, el realizar esa mejor versión posible de uno mismo. Vivimos en una sociedad y un modelo productivo en el que priva el consumo antes que el disfrute, la producción de bienes de consumo baratos y desechables antes que el goce del producto artesanal bien hecho, hecho con amor. Y la explotación de recursos naturales que no son eternos como si el planeta entero, y su futuro, nos perteneciese. Eso es el resultado de una sociedad de hombres que presumen de machos, que se llaman así mismo machos, con lo cual descienden a la animalidad, con lo que dejan de ser seres humanos, los cuales se caracterizan por el uso del cerebro, más que del musculo para la trasformación de la realidad. Tal vez por eso, por dar prioridad a la machada sobre el intelecto sea por lo cual esta sociedad es, a mi modo de ver, tan imperfecta.
Por eso, deseo, y quiero creer, que el futuro será femenino plural, que el futuro estará hecho por mujeres fuertes capaces de mostrar su debilidad, capaces de emprender, crear, producir, trabajar codo a codo con hombres, que no machos, que acepten que en el fondo somos iguales, y que lo que nos diferencia no nos hace superiores, sino distintos.
Naturalmente no espero un futuro en el cual se cambien los roles; espero un futuro en el cual nadie esté obligado a vivir de una forma que no desea, un futuro femenino plural en el que la educación haga posible que hombres y mujeres puedan llegar a desarrollar todas sus capacidades en total igualdad sin más cortapisa que las que imponga la capacidad de cada cual. Naturalmente, también la educación pública, gratuita y para todos, debe intentar que las dificultades de inicio, las derivadas del nacimiento, se puedan superar casi en su totalidad. También ese tipo de educación deberá ser radicalmente distinta de esta de ahora que busca, no la propia realización del educado, no dotarlo de herramientas para su desarrollo integral, sino que busca la empleabilidad. Ciertamente es necesario trabajar para desarrollarse totalmente como ser humano; pero con trabajos mal pagados, con nulos derechos laborales y peores condiciones de trabajo, que es lo que ahora, con esta sociedad de hombres se puede encontrar, es imposible aspirar no ya al pleno desarrollo de todas las posibilidades, sino ni siquiera a una vida mínimamente decorosa. Espero que ese futuro no caiga en los mismos errores de este presente en el cual vivimos.
No tengo manera de saber si eso que intuyo que ha de venir será tal y como lo deseo, pero sí estoy convencido de que esa sociedad de mujeres y hombres libres, iguales y plenamente realizados en todos los aspectos importantes de la vida se verá libre de la violencia a la que los machos de la especie humana, a lo que no hay que llamar hombres, someten a las mujeres. Entonces, alcanzada la plena igualdad, entenderemos que la peor forma de mostrar “la hombría” es la violencia sobre mujeres o sobre otros hombres y que el confiar en la fuerza física como único argumento es reconocer la carencia de otro tipo de argumentos más racionales o emotivos, en todo caso más humanos.
No sé cuándo ese futuro será femenino plural, tampoco sé si alcanzaremos a verlo; pero si estoy convencido de que esta civilización basada en la explotación de unos pocos sobre la gran mayoría, en el desperdicio de recursos más que en el responsable uso de los mismos, en las desigualdades más sonrojantes entre hombres y mujeres, entre poseedores y desposeídos, esta sociedad masculina singular está abocada a desparecer, no porque sea injusta, sino porque es ineficaz y, sobre todo, insostenible. El futuro será femenino plural, o no habrá futuro.