Sorprende ver la pequeñez del aula en la cual Antonio Machado daba clases de francés en Baeza.
La ruta machadiana disfrutada hace apenas dos días, coincide con el final de este mes, fecha que para mí tiene recuerdos agridulces y que me sumerge en un estado de ánimo propio para recordar a esos dos hermanos, sevillanos por nacimiento, universales por su obra y republicano uno por elección y convicción y franquista el otro por acomodo. Antonio y Manuel Machado representan en sus obras y en sus vivencias personales a esas dos Españas de las que Antonio dejó escrito que al españolito que viene al mundo ha de romperle el corazón.
Dos Españas que no son exactamente una de derechas y de izquierdas la otra, sino que más bien tiene que ver con ese embestir cuando se usa la cabeza, como en el verso de Antonio Machado, o con el sosegado dialogo, uso de la razón y el consenso que vendría a representar a la otra de las dos Españas que alberga esta vieja , viejísima, piel de toro en la que cohabitan, sin llegar a convivir realmente, toda clase de facciones y banderías, no necesariamente de signo político, que nos dividen en bandos irreconciliables las más de las veces.
Aludía al principio de esta reflexión a la pequeñez del aula de Antonio Machado, es lógico suponer que en aquella España de principios del siglo XX pocos serían los estudiantes que llegasen al bachillerato, menos aún en un pueblo entre andaluz y manchego, palabras del propio poeta en el cual el acceso a la enseñanza debía ser limitado. No ocurre lo mismo en nuestros días en los cuales el acceso a la enseñanza está garantizado, si bien el contenido de esa enseñanza deja mucho que desear, no se si por error o por perversa intencionalidad. En realidad si creo saberlo, pero no hoy, no hoy.
Dos Españas, dos hermanos, poetas ambos, republicanos y de izquierdas los dos en su juventud, el uno perseveró en sus ideales de una España culta, regenerada, laica y progresista lo que le llevó al exilio y la muerte en Colliure, el otro, más bien por conveniencia que por afinidad política, es mi personal opinión, se adhirió al régimen de la “nueva España de Franco”, una nueva España creada con lo más viejo y lo más vetusto, lo que le valió puestos de relativa responsabilidad en el mundo de la cultura de aquella época, años cuarenta.
No sé si alguno de los dos hermanos Machado se sentiría cómodo en la España que deja tras de sí Mariano Rajoy; pero intuyo, por la lectura de la poesía de ambos que ninguno de los dos , espíritus exquisitos, a fin de cuentas, podrías sentirse realmente a gusto en el ambiente enrarecido de nuestros días, en el cual los más elementales recursos de la buena educación, aquí hablo de dar los buenos días, no del contenido de los planes de estudios, parece estar pasado de moda y en el cual la cultura, incluso la escrita con minúsculas, parece ser cosa de otro tiempo.
No sé si tal vez exagero, por el mencionado estado de melancolía que la fecha de hoy me provoca, puede ser que la realidad que nos rodea sea tal y como la pintan los medios afines al PP, pero creo que esta Arcadia idílica que nos describen está muy lejos de la realidad.
Espero que algún día haya algo capaz de unir ilusionadamente a todos los españoles, sean del partido que sean, del equipo de fútbol que sean y que ese día comencemos a usar la cabeza para pensar, también, ademas de para embestir, que iniciemos el proceso de ponernos a hablar para llegar a un objetivo común en el que quepamos todos y que no puede ser otro que el de garantizar que esta patria común de derecho, lo sea también de hecho, es decir que no sea patrimonio de unos cuantos que medran a costa del sacrificio de la mayoría.
En cuanto a nuestros hermanos poetas, uno escribió un hermoso soneto a Enrique Líster y el otro una oda a Franco. Me temo que ninguno de los dos personajes históricos estuvo a la altura de sus poesías.