Una pregunta que nos hacíamos los alhameños apenas hace una semana, tras la muerte de la madre de nuestro compañero Pablo y que nos hemos vuelto a formular ayer mismo al despedir a Lucas.
Sé que tendría que escribir sobre la detención de Rato o sobre cualquier otro tema de actualidad, pero hoy, lo que me pide el cuerpo es recordar, no sólo a esas dos personas recientemente desaparecidas, y a otras que me vienen a la memoria, y no cito para no dejar a ninguna, pero que están en el ánimo de sus familiares, sino a todas cuya muerte ha dado lugar a esa pregunta que titula esta mirada triste de hoy. ¿Por qué? Una pregunta sin respuesta o con muchas respuestas, que para el caso es lo mismo; según las creencias de cada cual, según su sensibilidad o modo de ver y encarar la vida, y la muerte; la respuesta será una u otra, pero en ningún caso será satisfactoria, esperanzadora o reconfortante para todos los que hemos perdido a un ser querido a una edad, o en unas circunstancias que ponen una pena más sobre ese suceso ya penoso en sí.
No es normal que los padres entierren a los hijos, no es normal que hijos apenas dejada la niñez entierren a sus padres. No es normal, pero ocurre y todos los días sucede en una u otra parte del mundo, de una u otra manera. Ante eso, la única respuesta posible es la de llorar, afrontar el duelo y seguir adelante, para los que aquí quedan, para los que aquí quedamos. Quedan los hijos, los hermanos, los padres a los que hay que apoyar y en los que hay que apoyarse para simplemente seguir viviendo y haciendo frente al día a día. Todos los alhameños tenemos ejemplos de personas, ahora mismo yo estoy pensando en algunas en concreto, que han sabido ser fuertes y vivir sin ganas de vivir, de vivir porque hay que seguir vivos, aunque sea para recordar, aunque sea para que a la muerte del ser querido no le suceda el olvido, que yo creo que es la peor de la muertes.
No es fácil seguir el camino con ese vacío que supone la ausencia de un ser querido, de un hermano, de un amigo de... de alguien que nos ha dejado, muy a su pesar en un momento en que más falta nos hacía. No es nada fácil.
Ya sé que esta mirada mía de hoy no es la que tal vez debería escribir, pero si algún compromiso asumo con los lectores es el de la total sinceridad de escribir siempre lo que pienso, lo que siento y lo que creo, otra cosa no puedo ofrecer más que eso, la sinceridad.
Sé que ninguna palabra sirve de consuelo ni de alivio, pero también sé que el sentirse acompañado en esos momentos ayuda, en ese sentido estoy orgulloso de decir que el pueblo de Alhama, ha sabido hacer lo que hay que hacer en estos casos de una manera ejemplar.
Pero, con todo, nos seguiremos haciendo esa pregunta, tantas veces echa y que no ha sido respondida, ni lo será, satisfactoriamente nunca, ¿Por qué?
Mis más sentidas condolencias a todos los que alguna vez se han tenido que hacer esa pregunta, especialmente a las familias de Manoli y de Lucas, por ser las ausencias locales más recientes.