Nota: La actualidad informativa ha hecho que coincidan en “el candelero” dos mujeres totalmente diferentes; la una por jugar en su tiempo de trabajo, la otra `por ser recientemente premiada con el Premio Alhama a la mejor labor por Alhama. A Celia Villalobos le dedico la mirada escrita hoy mismo, la de Auxiliadora García Moncayo la escribí en julio de 2014 pero hoy, día en que recoge el premio creo que merece ser leída de nuevo. Dos mujeres andaluzas, pero dos formas totalmente distintas de entender la vida.
Querida Celia:
Aunque ahora es blanco de todas las críticas por jugar en horas de trabajo a mí eso me parece pura anécdota.
Hace bastante tiempo que tendría que haber dimitido o sido cesada por un comportamiento que en mi opinión no puede ni debe ser consentido a nadie que desempeñe un cargo público. Me refiero a la bronca que dedicó al conductor de su coche oficial, Manolo, en unos términos y con unos modales que entran perfectamente en el Código Penal que tipifica esas conductas como falta de vejaciones injustas:
Pienso que quien desempeña un cargo público relevante, como el de vicepresidenta primera del congreso, no solo tiene que ser persona íntegra, sino que debe, además, ser inteligente, y, como mínimo, tener alguna consideración para sus subordinados. Quien vocifera de esa manera demuestra una falta de elegancia y tacto a todas luces incompatible con el cargo del que actualmente cobra el sueldo.
Por lo demás lo de jugar en horas de trabajo, con una tableta que le pagamos entre todos es, simplemente anecdótico, sin que por ello deje de ser censurable. Y, sin embargo, debo decir que la entiendo, que me puedo poner en su lugar. Soportar estoicamente el torrente de autobombo, delirios, y mentiras o medias verdades que vertió el señor Rajoy en el momento que usted es pillada jugando, es algo verdaderamente endiablado y se precisa de una muy alta inteligencia, que ni usted ni yo tenemos, para fingir atención, para no caer en el aburrimiento más atroz. Lo que pasa es que usted cobra, precisamente para aguantar no solo los discursos de los diputados a los que corta el sonido cuando lo que dicen no es de su agrado, sino para estar atenta a todo el desarrollo del pleno. Al menos eso es lo que, en mi ingenuidad, tengo entendido.
Y crea que lamento profundamente tener que dirigirme a usted en estos términos, porque confieso que hubo algún tiempo en el que incluso me caía bien. No comulgaba con sus planteamientos políticos pero creía que era una persona sensata y con cierta sencillez; pero veo que estaba profundamente equivocado. Pero ya digo que esto es culpa mía, por juzgar a las personas de manera equivocada. Usted no tiene la culpa ni de su carácter ni de su inteligencia y más bien habría que buscar responsabilidades a quien puso su nombre en la lista de los elegibles para el cargo o la eligió directamente.
Pero ahí entramos en otra cuestión más espinosa todavía, que es la de los alcances del señor Rajoy. Hubo un tiempo en el que creí que mentía y nos tomaba por tontos a todos los españoles, más o menos a todos; pero últimamente he llegado a la conclusión de que está convencido de que todo cuanto dice es la pura realidad y que realmente no conoce ese país que le pintó un diputado de izquierda unida. Y esto es realmente peligroso. Estar gobernados por un inepto es muchísimo peor que estarlo por un sinvergüenza. El sinvergüenza al menos sabe lo que hace y donde vive, el inepto ni siquiera es capaz de reconocer el país que él con sus políticas ha ayudado a crear.
De modo que me despido de usted, sin mucho afecto todo sea dicho. Pero antes le hago un ruego y es el de que inicie al señor Rajoy en los arcanos de los juegos esos a los que usted juega, igual el presidente jugando le hace menos daño a los españoles que gobernando.
Esta otra fue publicada el 18 de julio de 2014
Como sé que esta carta la va a leer mucha gente, toda la gente que te quiere, aprovecho, y sé que no te importará, para recordar que la furgoneta sigue sin estar preparada para que todos puedan usarla para los viajes y que toda colaboración es bienvenida.
Querida Auxi:
El otro día estuve en “El Lucero” y no estabas tú y sentí que faltaba alguien esencial en ese lugar. Hay días en los cuales la realidad que me rodea se me hace dura; pero entonces, a manera de terapia, recuerdo la mucha gente buena que me ha sido dado conocer y el día mejora ampliamente. Y, lógicamente, entre esa gente buena a la que aludo estás tú, por méritos propios.
Te escribo Auxi en mi nombre y en el nombre de mi hermano Juan, que no pudo conocerte, pero que si te hubiera conocido te hubiera querido como te quiere toda la gente afortunada que te ha conocido; especialmente la más necesitada de esa ternura, ese amor y esa entrega que tú has regalado generosamente a todos, especialmente a la gente del “Lucero”. Algunas personas dan algo de dinero, y eso es bueno, otras dan un poco de su tiempo, y eso es mejor. Tu das todo tu tiempo, o casi todo. Y el tiempo no es oro, que eso se puede comprar, el tiempo es vida y nadie puede comprar un solo minuto más de su tiempo. Eso es lo que tu regalas, vida, tu vida, que decides compartir generosamente con quien más la necesita y de la forma que más se necesite.
Hace tiempo que tendría que haberte escrito esta carta abierta, pero al final la he dejado para cuando ya te has ido de Alhama. Desde luego no es, en modo alguno, una carta de despedida, porque ahí está internet y las redes sociales que nos unen y, porque, además no sé si te has ido del todo de Alhama, que yo creo que no. Me parece que un poco de ti se queda aquí, con nosotros, del mismo modo que en ese equipaje sentimental que te has llevado a esa Fuengirola que ahora te recupera, estoy seguro de que hay un montón de buenos recuerdos, de sonrisas, emociones y alegrías compartidas con tus niños del “Lucero”, de todo el cariño que la buena gente de Alhama te ha demostrado.
Cuando la entrega es tan grande cómo la tuya el tiempo parece que se expande, que se agranda, lo digo, te lo digo, por que únicamente has estado aquí cuatro años, y sin embargo los recuerdos mentales que tengo de verte con tus niños, en el carnaval, en el Barato, en todo cuanto evento permitía que acudierais a vender vuestros productos artesanos, o, incluso en actos solidarios en los que participó “El lucero” los recuerdos, digo, parece que abarquen muchos más años.
Como sé que esta carta la va a leer mucha gente, toda la gente que te quiere, aprovecho, y sé que no te importará, para recordar que la furgoneta sigue sin estar preparada para que todos puedan usarla para los viajes y que toda colaboración es bienvenida.
Auxi, no te ocupo más tiempo, para que puedas seguir dedicándolo a quien lo necesita, sólo te digo que muchas gracias por haber contribuido a que Alhama sea un poco mejor de lo que era antes de tu llegada.
Un abrazo.