No es solo que esta gran chusma y caterva mangase, robase y trincase de varias formas a la vez a base de sueldos, sobresueldos, dietas y sobredietas.
Es que además, y esto es lo que más me estomaga, el fin al que dedicaban los ahorros de los preferentistas estafados era, según sale ahora a la luz, el propio de los picaros hambrientos de nuestro siglo de oro literario: Llenar la andorga; eso sí con los más exquisitos majares que se pueden adquirir en una gran superficie, más de 12.000 euros en un mes se gastó uno de estos tarjetistas. A modo de comparación se comió y bebió el importe de la prestación de 426 euros de unos 28 desempleados. Otros en cenas, comidas, copas, discotecas, salas de fiestas y otros placeres muy carnales todos. Digo yo que esto de sala de fiestas debe ser lo que las personas con una exquisita educación y comedimiento llama casas de lenocinio, que rima con latrocinio, y que los que carecemos de esa educación llamamos casa de putas. Lo que si es cierto es que la ciudadanía de base tenemos pocas razones para acudir a salas de fiestas, se ve que ellos sí están para celebraciones y jolgorios en esta España de Rajoy.
Pueden vestir con trajes de marcas prestigiosas, de hecho lo hacen, camisas echas a medida, ducharse todos los días, y usar perfumes de alta gama, pero el hedor a mugre, detritus, y aguas fecales de las cloacas que frecuentan no se les va a quitar. Pueden hablar perfecto castellano, con acento pijo incluso, pero eso no va a hacer que dejen de ser gente baja, ruin, soez y grosera con apetencias propias de la gente que no ha tenido la oportunidad de educarse, no ya en los más prestigiosos centros docentes, si no de educarse, simplemente. Apetencias humanas y lícitas, a nadie le amarga un dulce, ni una loncha de jamón de bellota. Pero hay otras cosas, una vez llenado el buche, que son las que faltan clamorosamente en la lista de estos saqueadores.
En la lista de compras tarjetarias de la banda de Bankia, figuran pocos o ningún libro, obras de arte, cuadros o cualquier otra cosa que hable de apetencias culturales o una mínima sensibilidad. No es que fuese disculpable, tanto da robar para mariscadas de lujo, como para pagar el diccionario de la RAE, pongo por caso, pero, no deja de llamarme la atención que esta gentuza dilapidase lo defraudado en gastos tan de este mundo como los anteriormente descritos.
Y lo peor de todo esto es que estos especímenes son los mismos que en sus cargos de responsabilidad pública como políticos y representantes de la patronal son los que recetan a los demás sacrificios, apretaduras de cinturón, recortes, sobriedad en el gasto público, contención salarial y todo el recetario que tan bien conocemos los españoles, de puro soportarlo en nuestros bolsillos y que nos han llevado a una situación de pobreza muy repartida y riqueza acaparada por unos cuantos.