El paisaje se va vistiendo de otoño, poco a poco, lentamente, como si se resistiera a dejar el verano. El esquema de la “tractoreta” continua en el “Vadillo”, tal vez reflexionando sobre lo efímero y fútil del éxito, que como viene se va.
Los padres rebuscan en los más insospechados rincones los euros, muchos, precisos para afrontar la Vuelta al Cole, los parados ya ni siquiera se sientan en el “poyo de los bollaos”, porque ya no existe. Pero sí existen, y tal vez hoy más que ayer, los “bollaos” o abollados, en el castellano de Cuba. Dicho de una persona: que se haya en mala situación económica. Pero también abollados a base de golpes o apretones. Los golpes del BOE y los apretones de la Troica, que nos van teniendo a todos cada vez con más abolladuras en el alma y el cuerpo.
No existe ya en Alhama el “poyo de los bollaos” en el cual los jornaleros sin jornal pasaban las horas muertas, pero no existe porque toda Alhama, toda la Comarca, toda Andalucía, toda España es un inmenso banco de los abollados; de los que sin trabajo, sin esperanza, sin ilusiones, dejan pasar el tiempo en espera de épocas mejores. Reconfortándose unos con las palabras de ánimo de nuestro presidente, que asegura, cara al sol, impasible el ademán, sin descomponer el gesto ensayado, que estamos mejor que nunca.
Otros se congratulan con los mensajes de la nueva religión: “Yo, pues, os aseguro un reino, como mi padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis en mi mesa en el reino”. Hemos sustituido la creencia en el Mesías, por la creencia en la Revolución que vendrá al grito de podemos. Lo malo es que los mismos que ejecutaron a Jesús continúan gobernando, ya no en Roma y con nombres conocidos, Tiberio, Pilatos… si no en Londres, Nueva York y con el cómodo anonimato de las sociedades anónimas y el capital en paraísos fiscales.
Aquí, más cerca, continuamos en el “poyo de los bollaos” los parados, los pequeños empresarios sin créditos, los pensionistas semicongelados, los jóvenes sin futuro y los desempleados con mucha vida laboral a la espalda y poco futuro ante sí.
Pero no desesperemos, que el partido en el gobierno puede volver a ganar las elecciones. Y eso resulta ilusionante, si aspiran a repetir éxito es que saben que algo queda por afanarse en afanar. De nosotros depende que les dejemos o no.