La primera vez



 Creo que como casi todas las personas de mi generación, que viene a ser la del inicio de los planes de desarrollo, he tenido un buen número de primeras veces.

 Añado para evitar malentendidos que esta mirada, como la canción de “La Trinca”, a pesar de su título es totalmente inofensiva y es apta para todos los públicos. Pero es que es cierto que algunas cosas la primera vez que se accede a ella, suponen un momento especial y casi mágico. Recuerdo la primera vez que vi la tele en color (también recuerdo el día en que en mi casa entró la televisión, que hasta entonces solo podía ver en la de una vecina). La primera vez que logré escribir un texto limpio, pulcro y aseado a través del programa Word Perfect, supe que mi vieja Olivetti podía pasar a una merecida jubilación. Y qué decir del primer día que me conecté a Internet. Y como esos ejemplos, mi vida está llena de primeras veces.

 Pero la que tal vez recuerde con más cariño sea la primera vez que me hicieron entrega de un carnet de una organización política, contaba yo entonces 16 años y con la ilusión de los pocos años y el deseo de cambio, transformación y libertades que se respiraba por la época, 1977 pensaba que todo era posible.

 Otra primera vez que me ilusionó fue la de la primera vez que voté, que fue en las primeras elecciones al parlamento andaluz, en mayo de 1982, creo recordar.

 Desde entonces ha llovido mucho y hemos llegado a la situación en la que estamos en la cual lo que parece ser lo más políticamente correcto es, precisamente el descrédito de la política, el desprecio a los políticos y un sentimiento bastante irracional de que sin parlamento, cargos electos y todo lo que eso conlleva el mundo sería un lugar idílico. Esta vez no es la primera vez que escribo para defender a los políticos y a la política porque me parece que el hecho evidente de que una parte de estos, junto a cierta prensa nos hayan llevado a una situación verdaderamente lamentable, y que yo soy el primero en lamentar, no es motivo suficiente para descalificar la tarea de todos los políticos y todas las políticas.

 Es cierto que para cierta clase social, la que posee los medios de producción el capital, y la prensa sería deseable que todos los políticos fuesen sumisos a sus dictados; pero tampoco es menos cierto que existen grupos políticos, asociaciones , y ciudadanos de toda índole que no son sumisos a esos poderes y por eso yo en estos días que quedan para las elecciones europeas voy a estudiar los distintos programas que se presenten, voy a reflexionar sobre cuál es el que más se adecua a la idea que yo tengo de lo que debe ser Europa y cuando lo tenga claro actuaré en consecuencia, que es votando, tal vez no con la ilusión de la primera vez, pero si sabiendo que votando primero y luego ejerciendo el resto de los derechos que como ciudadano me asisten, entre ellos el de expresar libremente mis ideas y reflexiones, soy mucho más feliz, o menos desgraciado que siendo un súbdito con los únicos derechos que le convenga al poder. Que por cierto, QUIEN que ahora gobierna están recortando, en nombre de una recuperación económica que solo parece visible para ellos.