Entre los muchos deseos insatisfechos que los años me han ido dejando está el de saber, no ya pintar, sino, al menos, dibujar decentemente algo reconocible; pero, con palabras que creo que dijo Cervantes, “es gracia que Dios no me ha dado”.
Por eso admiro profundamente a todas las personas capaces de reflejar su mundo interior a través de las artes plásticas, en especial por medio de la pintura. Mi admiración llega a lo más absoluto cuando el tiempo en realizar la obra de arte no llega al que dura una jornada normal de trabajo de ocho horas. Dos hora menos de esa jornada de ocho fue el tiempo que se concedió a los pintores locales y de casi toda Andalucía que el pasado domingo llegaron a Alhama cargando sus avíos de pintar para reflejar cada uno el paisaje que más le cautivó, dando su visión, su mirada, particular de ese paisaje; por más realista que sea la pintura, siempre el artista refleja en ella su propia visión de la realidad, expone, aun de forma inconsciente su peculiar forma de ver y estar en el mundo.
El domingo por la mañana procuré contactar con algunos de los visitantes pintores para conocer sus impresiones de nuestro pueblo y sus paisajes, especialmente en un día otoñal, gris, nublado y que parecía amenazar con llover. Aquellos con los que hablé coincidieron en que el pueblo es hermoso y que sus paisajes merecen la pena, y que la luz otoñal le confería encanto especial a nuestra tierra. Temían también que la lluvia les interrumpiera, cosa que al final no ocurrió y cada cual pudo disfrutar tranquilamente de nuestro pueblo, paisaje y paisanaje y de su afición, y hacia las cinco de la tarde entregaban sus trabajos que deberán ser valorados por el jurado.
Pintando Alhama, plasmando pincelada a pincelada todo el aire especial del otoño alhameño con su sinfonía de colores verdes, ocres, dorados, amarillentos, rojizos; ofreciendo cada pintor lo mejor de sí mismo en una obra hecha casi contra reloj y, sobre todo, dando a conocer nuestros rincones a la gente de sus lugares de origen por medio de su pintura y sus comentarios y relato de la jornada de pintura rápida vivida entre nosotros.
Por las fotos que he podido ver de los cuadros presentados, no envidio la tarea del jurado que habrá de optar por un ganador, todos me parecen magníficos, todos reflejan un rincón de nuestro entorno más cercano que, visto a través de la pintura adquiere un matiz especial, como de algo que se conoce, pero que a la vez resulta distinto a lo conocido.
Yo, como no tengo que elegir, me quedo con todos y cada uno de esos cuadros a los que premio con lo único que puedo. Con mi reconocimiento mediante esta mirada, que, con todo cariño, les dedico a ellos.
El domingo por la mañana procuré contactar con algunos de los visitantes pintores para conocer sus impresiones de nuestro pueblo y sus paisajes, especialmente en un día otoñal, gris, nublado y que parecía amenazar con llover. Aquellos con los que hablé coincidieron en que el pueblo es hermoso y que sus paisajes merecen la pena, y que la luz otoñal le confería encanto especial a nuestra tierra. Temían también que la lluvia les interrumpiera, cosa que al final no ocurrió y cada cual pudo disfrutar tranquilamente de nuestro pueblo, paisaje y paisanaje y de su afición, y hacia las cinco de la tarde entregaban sus trabajos que deberán ser valorados por el jurado.
Pintando Alhama, plasmando pincelada a pincelada todo el aire especial del otoño alhameño con su sinfonía de colores verdes, ocres, dorados, amarillentos, rojizos; ofreciendo cada pintor lo mejor de sí mismo en una obra hecha casi contra reloj y, sobre todo, dando a conocer nuestros rincones a la gente de sus lugares de origen por medio de su pintura y sus comentarios y relato de la jornada de pintura rápida vivida entre nosotros.
Por las fotos que he podido ver de los cuadros presentados, no envidio la tarea del jurado que habrá de optar por un ganador, todos me parecen magníficos, todos reflejan un rincón de nuestro entorno más cercano que, visto a través de la pintura adquiere un matiz especial, como de algo que se conoce, pero que a la vez resulta distinto a lo conocido.
Yo, como no tengo que elegir, me quedo con todos y cada uno de esos cuadros a los que premio con lo único que puedo. Con mi reconocimiento mediante esta mirada, que, con todo cariño, les dedico a ellos.