Sorprende a mucha gente la proletarización de este país nuestro, la depauperación de eso que se da en llamar clases medias, el hecho evidente de que aquí lo único que esta medianamente bien repartido es la pobreza, que de eso si que hay suficiente.
Y, sin embargo esa es la esencia exacta del sistema capitalista en toda su crudeza: la acumulación de la riqueza cada vez en menos manos y el reparto de la pobreza entre cada vez más manos, cada vez más vacías. Incluso la presidenta del FMI se ha compadecido algo y reconoce que solo con recortes, no habrá crecimiento. No hay que ser licenciado en economía para saber que sin consumo cierran los comercios y fábricas, lo que aumenta el paro, que a su vez aumenta la falta de consumo. Tampoco hay que ser licenciado en medicina para saber que la resistencia del cuerpo humano a la falta de nutrientes es muy limitada y hay muchas casas en las que los nutrientes básicos entran por ayuda externa ante la falta de ingresos.
Mientras la pobreza era cosa de pobres, no parecía preocupar mucho a nadie. Vivíamos, a fin de cuentas en el paraíso de la libertad y las oportunidades y el que era pobre era por falta de entusiasmo en trabajar con ahínco y tesón. Incluso Jesús lo dejo bien claro:”Siempre habrá pobres entre vosotros y a mi no me tendréis siempre”. Pero para los emprendedores y la gente con ideas, entusiasmo y ganas de trabajar ahí están los bancos concediendo créditos para el autoempleo, por ejemplo, sistema este que iba a hacer que de pobres trabajadores pasásemos a nuevos empresarios, dinámicos, agresivos y entrampados hasta las orejas. Pero el que algo quiere, algo le cuesta y el que no se embarca no se marea.
Pero en nuestros días esto ya no es así y hoy pobre puede serlo cualquiera independientemente de sus méritos, ganas de trabajar o nivel académico y muchos de los que antes eran considerados clase media hoy se acercan peligrosamente a los que siempre hemos sido de la clase trabajadora. Pues desde la modestia de mi media pensión, y sin orgullo ni vergüenza por pertenecer a la clase trabajadora, lo que viene dado por el nacimiento no debe causar orgullo o vergüenza, solo puedo dar la bienvenida a los que ahora se dan cuenta de que el sistema capitalista no es exactamente lo que nos decían y que la riqueza previa por nacimiento o acumulación fraudulenta de la misma es una muy solida base para aumentar aun más esta riqueza. Y que enriquecerse con el trabajo de uno mismo es punto menos que imposible, de no mediar el azar de por medio y este es esquivo en demasía como para confiar en él. Estas, que parecen verdades de Pero Grullo, sorprenden ahora a muchos como mal de nuestra época y aciaga herencia de otros gobiernos.
Bienvenidos a los nuevos pobres, desencantados de la política, al fondo a la izquierda aún queda sitio, si nos apretamos un poco aun cabemos unos cuantos más. Habrá que ponerse a dieta, eso si. Pero en el mundo real y verdadero, el de fuera de nuestras fronteras europeas hay gente que se muere de hambre, esos son los pobres de verdad y a ellos no les preocupa la clase política, tienen otros problemas mas acuciantes. Aquí aun lloramos con un ojo solo.
Mientras la pobreza era cosa de pobres, no parecía preocupar mucho a nadie. Vivíamos, a fin de cuentas en el paraíso de la libertad y las oportunidades y el que era pobre era por falta de entusiasmo en trabajar con ahínco y tesón. Incluso Jesús lo dejo bien claro:”Siempre habrá pobres entre vosotros y a mi no me tendréis siempre”. Pero para los emprendedores y la gente con ideas, entusiasmo y ganas de trabajar ahí están los bancos concediendo créditos para el autoempleo, por ejemplo, sistema este que iba a hacer que de pobres trabajadores pasásemos a nuevos empresarios, dinámicos, agresivos y entrampados hasta las orejas. Pero el que algo quiere, algo le cuesta y el que no se embarca no se marea.
Pero en nuestros días esto ya no es así y hoy pobre puede serlo cualquiera independientemente de sus méritos, ganas de trabajar o nivel académico y muchos de los que antes eran considerados clase media hoy se acercan peligrosamente a los que siempre hemos sido de la clase trabajadora. Pues desde la modestia de mi media pensión, y sin orgullo ni vergüenza por pertenecer a la clase trabajadora, lo que viene dado por el nacimiento no debe causar orgullo o vergüenza, solo puedo dar la bienvenida a los que ahora se dan cuenta de que el sistema capitalista no es exactamente lo que nos decían y que la riqueza previa por nacimiento o acumulación fraudulenta de la misma es una muy solida base para aumentar aun más esta riqueza. Y que enriquecerse con el trabajo de uno mismo es punto menos que imposible, de no mediar el azar de por medio y este es esquivo en demasía como para confiar en él. Estas, que parecen verdades de Pero Grullo, sorprenden ahora a muchos como mal de nuestra época y aciaga herencia de otros gobiernos.
Bienvenidos a los nuevos pobres, desencantados de la política, al fondo a la izquierda aún queda sitio, si nos apretamos un poco aun cabemos unos cuantos más. Habrá que ponerse a dieta, eso si. Pero en el mundo real y verdadero, el de fuera de nuestras fronteras europeas hay gente que se muere de hambre, esos son los pobres de verdad y a ellos no les preocupa la clase política, tienen otros problemas mas acuciantes. Aquí aun lloramos con un ojo solo.