Hace ahora poco más de un año, titulaba una de mis mirada “Todos a la cárcel” y en él me congratulaba de la noticia de la creación de un museo en el antiguo edificio de la cárcel.
Creo que ya ha pasado el tiempo suficiente desde su inauguración, el Día histórico de Alhama, como para poder escribir sobre el CIAG, Centro de Interpretación de Alhama de Granada con el sosiego suficiente para que mis palabras no estén dictados por el entusiasmo inicial, sino por la serena reflexión, fruto de la observación; que a fin de cuentas este es el método de trabajo que me impongo en estas miradas, ver, reflexionar y contar lo visto y lo reflexionado.
Y lo que he visto en las dos veces que he estado es que se trata de una iniciativa que ha representado mucho trabajo, esfuerzo y planificación y que el resultado de todo ese esfuerzo es, evidentemente, ampliamente satisfactorio. Todo en el diseño del proyecto, desde la adecuación de la antigua cárcel, respetando la restauración que en los años ochenta hicieron los alumnos del modulo de albañilería de la Escuela Taller, hasta las distintas salas y oferta cultural, todo, decía está concebido para eso que se llamaba antiguamente instruir deleitando y que consiste en ofrecer los saberes de la forma más entretenida posible, sin menoscabo de la parte didáctica.
Organizado en torno a aspectos fundamentales de nuestra historia, el terremoto, nuestra geografía, agua y roca, río y tajos y nuestra forma más intima de ser, Carnaval, Candelaria, Romería del Vino, fandangos, etc., el CIAG ofrece al visitante un amplio recorrido por nuestra historia a través de fotografías y elementos multimedia, el vídeo que se puede ver en tres dimensiones es una buena muestra. Recientemente también ha solicitado la colaboración ciudadana para aportar diversos objetos como tablas de lavar de pequeño tamaño, artesanía de esparto y hojalata, objetos e instrumentos de música propios del carnaval etc a fin de incrementar y diversificar la oferta que los visitantes pueden encontrar en su recorrido por las instalaciones.
Especialmente atrayente es la celda de castigo donde podemos conocer las historias de tres presos: el que robó para comer, la que fue acusada de brujería, Cenotia y el que robó las hostias de la iglesia.
En su día felicité a los responsables de la idea y hoy me reitero en lo mismo y vuelvo a decir que cuando los gestores de la cosa pública se toman su trabajo en serio, con ganas ilusión y sin regatear esfuerzos, los resultados siempre son de agradecer y no me duelen prendase en reconocer el esfuerzo de la anterior corporación por crear el CIAG, el de la actual por mantener la obra iniciada en la parte que le corresponda y el de todas las personas e instituciones que de una u otra manera han aportado su trabajo en todo el proceso que va de la idea inicial a esta magnífica realidad.
Un nuevo lugar donde conocer un poco mejor nuestra historia y a nosotros mismos y un aliciente más para quienes nos visiten y todo por un precio realmente módico. De nuevo,¡todos a la cárcel!