Tarteras en la escuela


 Hasta donde alcanzo a saber, en Andalucía aun no se cobra nada a los alumnos que lleven la tartera con la comida de casa; por no saber, tampoco sé si se dan casos o no en nuestra comunidad de niños que se vean obligados a llevar tartera al cole.

 Creo que en Alhama no se debe dar ningún caso porque hay jornada continua, con lo cual los niños, supongo, comen en casa. Vivimos tiempos raros en los cuales los niños deben llevar algo que yo siempre he asociado a los trabajadores manuales, como es esa tartera con la comida del medio día si el tajo queda lejos de casa; tiempos en los cuales algunos sindicalistas burlan la ley buscando tal vez justicia, pero la burlan. Tiempos en los cuales aumentan por un lado la riqueza escandalosa de cada vez menos gente y aumenta la pobreza de cada vez más gente, y el dato es del FMI. Cada vez los ricos son más ricos y los pobres más pobres, según profetizó en su tiempo un tal Marx, que creo que no era hermano de Groucho.

 A mí lo que me duele del caso de las tarteras escolares es no el hecho de que se intente cobrar tres euros por los frigoríficos, los microondas y el uso del comedor; lo que me conmueve es pensar en los niños que deben comer fuera de casa, sean de tartera o de comedor, niños que salen de casa a las ocho , o antes incluso en algunos casos y regresan a sus hogares a las tres o las cuatro, o a la que sea, después de haber comido fuera, en el cole. Y es que, ya lo dice el refrán, como en casa de uno en ningún sitio, y un plato de lentejas hecho en casa, rodeado de padres y hermanos en la misma mesa, estoy absolutamente seguro de que es más nutritivo que comido en el comedor escolar.

 Algo han hecho mal los que disponen de nuestra confianza otorgada a través de las elecciones, cuando pasan estas cosas. Estoy absolutamente seguro de que si los que hemos votado para gobernarnos y ejercer la oposición a ese gobierno se ponen a la tarea, alguna manera encontrarán de conciliar la vida laboral con la vida familiar, de que las familias se puedan reunir en el comedor a la hora de la comida a disfrutar del pan nuestro de cada día y de la mutua presencia.

 Y esto no es cuestión de dinero, con la banca hemos topado, Sancho, diría en nuestros días el Quijote, esto es cuestión de horarios, de ponerse de acuerdo en los horarios que permitan a los padres obtener el sustento de sus hijos y el propio a la par que disfrutar ese sustento tranquila y relajadamente. Y a ser posible sin que nadie tenga que robar nada para que otros puedan comer. No se trata de lujos, se trata de algo tan simple y sencillo como que todos podamos comer todos los días, en familia, a ser posible. ¿También eso se nos va a negar?.