La primera vez que me hice una cartilla de ahorros, fue por la necesidad de disponer de una para domiciliar el cobro de unos libros que adquirí por correo.
Fue en la desaparecida Caja Provincial de Granada, que estaba donde ahora está el bar El Gallego y acudí avergonzado ante la escasa cuantía con la que la abría, mil pesetas. También fue en esa caja donde cobré mi primer mes del subsidio de desempleo. Desde entonces mucho han cambiado las cosas en el aspecto este de las entidades de ahorro.
Desapareció la Caja Provincial y a nuestra vida cotidiana se han incorporado las cajas y bancos de manera casi total: Desde cobrar la nómina o pensión a efectuar todos los pagos que tengamos que hacer, hasta hacer la declaración de la renta son cosas del día a día que hacemos a través de bancos y cajas de ahorro. Más aún, con la banca en linea y la banca electrónica algunas operaciones, como trasferencias o recargas de móviles las podemos hacer desde casa.
Es un progreso evidente; pero todo progreso trae su desventaja y en este caso se trata de la perdida de puestos de trabajo. ¿Quien recuerda ya a la figura del cobrador que iba por casa con su cartera a cobrar los recibos que fuesen del caso?, por ejemplo. O los serenos que llegué a conocer casi de pasada en mi niñez, que se fueron al mismo lugar que los porteros, sustituidos por los porteros electrónicos.
Pero si cobradores, serenos y porteros ya han desaparecido, los bancos y cajas de ahorro, permanecen con nosotros, por muy poco que algunos podamos ahorrar; si bien es cierto que ahora andan en boca de todos por motivos de sobra conocidos.
La situación no es buena y puede que empeore; pero aún así quiero continuar pensando que existe futuro para España como país y para todos los españoles. Pero lógicamente ese futuro que todos deseamos, pleno empleo, prosperidad y bienestar no nos lo traerá el Banco Mundial ni el FMI. Tal vez si nuestros políticos dejan de preocuparse por el electorado y se preocupan más por la gente, si dejan de tirarse los trastos a la cabeza y se sientan a dialogar y sobre todo a entender que de aquí, donde estamos ahora, no nos va a sacar nadie y aportan soluciones, esto tenga arreglo. De peores sitios ha salido la gente en otros países y otras épocas como saben muy bien chilenos argentinos y uruguayos, por ejemplo.