Se cumplen hoy treinta años y un día de mi regreso y hace ya tiempo que he constatado que ya no soy aquel joven que fui. Tampoco nuestro río Marchán es el que recuerdo de mis infantiles chapuzones en el "Romance de los Maestros."
Lo cierto es que el tiempo solo mejora el buen vino, con el agua y las personas hace estragos como los que contemplo a diario en el espejo o los que intuyo,más que veo, en nuestro río que ciertamente anda necesitado de actuaciones puntuales que vengan a poner algún remedio. Espero que la llegada de alguna partida presupuestaria de ese millón y pico de euros para la Confederación Hidografica del Gualdalquivir, aporte algún alivio a las penas de nuestro río que son las de todos.
El progreso trae sus luces y sus sombras, como luz valga la entrada en todas nuestras casas de un agua de excelente calidad, como ya apunté en su día en la mirada Agua del Ayun y como sombra que ese agua del grifo la empleamos ademas de para beber o cocinar para el aseo personal y otros usos, no por menos nobles, menos necesarios y todo eso va a parar al río.
No propongo que dejemos de usar el agua para lo que se necesita usarla, pero no sería mala idea cuidar más lo que arrojamos por el sumidero y no emplear nuestro cauce como vertedero en la medida de lo posible.
Tampoco estaría de mas que se limpiasen río y presa de manera que el color del agua dejase de ser ese gris sucio bastante desagradable y el olor menguase algo.
Por lo demás sostengo que a pesar de todo el progreso es necesario y que estamos mejor de lo que estábamos hace treinta años. Mi más sincero deseo es que sigamos avanzando en ese progreso y que nuestro río,ese que entre todos dejamos como está, vuelva a recobrar la limpieza de sus aguas y riberas para use y disfrute de todos nosotros y cuantos vengan en el futuro.